Aunque ya han pasado más de 1500 años desde la desaparición del Imperio Romano debido a la devoración por pueblos contemporáneos como los germánicos u otomanos, muchas de sus costumbres se han mantenido hasta la actualidad.
Esta civilización no solamente dejó como herencia el latín, sino también múltiples hábitos:
1. Pasión por los balnearios: Milenios después, tanto individual como colectivamente, el placer por visitar este tipo de termas hace que sean de los lugares más visitados en cuanto al sector turístico y de ocio. Como culto a las aguas termales, la civilización moderna todavía sigue realizando este tipo de praxis de higiene y relajación.
2. Estética capilar: En la Antigua Roma, al igual que ahora, la calvicie estaba mal vista, ya que se asociaba a la vejez y a la impotencia sexual. Por lo tanto, una buena melena era sinónimo de vigorosidad, tanto en hombres como mujeres. Un claro ejemplo fue el de Julio César, a quien le avergonzaba tanto su calva que decidió coronarse con laurel y disimular así su escaso cabello. La metodología era muy similar a la actual: grandes espejos donde el cliente pudiese verse, túnicas para proteger de la suciedad, cortes y tintes, etc.
3. A la última en tendencias: No seamos ilusos, esta gente sí que iba a la moda. Paradójicamente, la palabra moda, deriva del latín "modus", la manera de cada época. Así es, los trajes y vestimentas del Imperio Romano estaban relacionadas con los diferentes periodos, sin olvidar la diferencia entre clases sociales.
4. Acto nupcial que por ahora perdura: En la Antigua Roma no casarse, no solo estaba mal visto, sino que hacerlo era una obligación y las personas solteras eran sancionadas. Al contrario que en la actualidad, los matrimonios no necesitaban ser registrados administrativamente y podía tratarse de un acto de libertad. Otra de las similitudes era la vestimenta de la novia, ya que esta debía vestir una larga túnica blanca como símbolo de virginidad y pureza. Con el acto final del "anullus", el anillo, que, en este caso, era colocado por el varón.
5. Take Away: Sí, puede parecernos algo extraño y muy vinculado a lo contemporáneo. No obstante, muchos romanos no tenían cocina en sus casas y siempre optaban por los pedidos de comida para llevar. Incluso se conoce de la existencia de los servicios a domicilio.
6. El domingo se descansa: Fue declarado oficialmente como el día de reposo y descanso administrativo por orden del César Constantino en el año 321. Desde entonces, hacemos tributo a este maravilloso día de relax.
7. La homosexualidad, algo muy natural: La homosexualidad era una práctica aceptada socialmente sin reproches o prejuicios, a diferencia de la Edad Media. Es más, el mismo Julio César era considerado uno de los practicantes de este tipo de hábitos: todo un Casanova a la romana. La razón de cambio se debe al emperador Justiniano, quien comenzó a perseguir políticamente y de forma muy estricta la homosexualidad.
8. Eco Imperio: Efectivamente, el reciclaje es otra de las costumbres que nos ha dejado el Imperio Romano. Cuando se rompía un objeto de vidrio, se guardaban los trozos que se entregaban al «vidriero ambulante», y entonces un mercader intercambiaba estos trozos por una especie de cerillas primitivas.