La crisis política en que vive sumido Níger amenaza con provocar un empeoramiento de una emergencia humanitaria que ya de por sí era “compleja” y a “gran escala” antes del golpe de Estado del 26 de julio, según las organizaciones humanitarias que examinan la situación sobre el terreno. La incertidumbre ha marcado las últimas semanas, en las que la junta golpista ha cerrado el espacio aéreo y la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (Cedeao) ha tratado en vano de mediar, con avisos incluso de una intervención militar si no se restaura el “orden constitucional”.
La ONU recuerda que 4,3 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Níger. Unos 3,3 millones requieren asistencia alimentaria urgente por la conocida como estación seca, entre junio y agosto, en un contexto que ya venía marcado por la inseguridad, los desastres climáticos y el aumento de los precios de productos básicos.
Los primeros análisis por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) anticipan que “la crisis política probablemente exacerbará los ya de por sí elevados niveles de inseguridad alimentaria”, como explica la agencia en su informe más reciente. En particular, teme que los cierres de los pasos fronterizos con Nigeria y Benín mermen los suministros y desencadenen una nueva subida del precio de los alimentos.
Apenas una semana después de que la Cedeao anunciase las primeras sanciones, el precio del arroz ya acumulaba subidas cercanas al 17%, y los expertos vaticinan que los castigos penalizarán especialmente a quienes dependen de las exportaciones –principalmente en el sector agrícola– o de las remesas internacionales.
Además, apunta el PMA, “las congelaciones de cuentas bancarias y la suspensión de la ayuda internacional reduce el presupuesto del Gobierno, lo que afecta a sus programas humanitarios y para el desarrollo”.
Religiosos en Niamey
Por otro lado, la delegación de líderes religiosos de Nigeria que llegó el sábado a Níger mantuvo discusiones “fructíferas” con los líderes de la junta militar manifestó ayer uno de los integrantes de la misión. “Confirmo que nos reunimos con el jefe militar (general Abdurahamane Tiani); el primer ministro (Mahamane Lamine Zeine), y algunos de sus ministros y tuvimos extensas deliberaciones sobre la crisis en el país”, detalló por teléfono el jeque Abdul Rahman Ahmad, imán jefe de la Sociedad Ansar Ud Deen de Nigeria, una organización musulmana.
“Puedo decir que la discusión fue fructífera y, en cierta medida, están (la junta) abiertos al diálogo”, afirmó, al asegurar que habían podido “alcanzar algunos acuerdos con ellos”. “No puedo dar detalles porque tenemos que presentárselos al presidente” de Nigeria y jefe de turno de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), Bola Ahmed Tinubu, añadió el líder religioso.
Nada más aterrizar en Niamey, la delegación, encabezada por el jeque Abdulahi Bala Lau, fue recibida por el primer ministro Zeine y académicos islámicos de Níger, confirmó Ahmad. “Algunos nigerinos que sabían que veníamos para reunirnos con el líder militar estaban en el aeropuerto para recibirnos. Fue una gran recepción”, destacó.
El grupo llegó a la capital de Níger tras haberse reunido a principios de esta semana en Abuya (Nigeria) con Tinubu. Se trata de la segunda delegación de este tipo que llega al país después de otra con autoridades religiosas tradicionales de Nigeria y Níger que se reunieron el pasado día 9 con Tiani.