Las peñas, un colectivo en el que sólo un 20% son mujeres

De las 5.173 personas que conforman las 16 peñas de la ciudad, 3.908 son hombres y 1.061 mujeres. Ellas representan el 20% de un colectivo del que no pudieron formar parte hasta los años 80 –todavía con restricciones–, y en el que aún hoy les queda un largo camino por recorrer para alcanzar cierta igualdad... Aunque están en ello.

“La gente dice que las mujeres estamos en todos los espacios, pero cuanto más vas subiendo de escalafón menos hay, y esa es la realidad. Las Juntas Directivas de las peñas tampoco son paritarias ni la representación que tienen en la Federación. A lo largo de la historia de las peñas, las mujeres han ocupado un 11% de las presidencias mientras que los presidentes han sido el 88%”, explica Rakel Arjol, miembro de la junta de Muthiko Alaiak y del Talde Feminista de las Peñas, que recuerda que “en muchos casos el socio siempre era el marido, o había socias pero no podían votar… En cada peña ha habido diferentes maneras de funcionar”.

Reconoce que, por lo general, “la mayoría tenemos muy claro cómo hay que gestionar las agresiones, pero luego hacemos un programa para Sanfermines y las mujeres que realizan algún acto o participan son muy pocas. Falta esa autocrítica. Todo el mundo está concienciado con la violencia machista pero hay que ir un poco más allá. Y tener en cuenta que tiene que haber artistas mujeres, y con cargos de responsabilidad”, resume.

A la hora de tomar decisiones, señala, “no se nos escucha igual. Y si hay un problema siempre se va a llamar primero al hombre porque piensan que lo van a solucionar antes, o mejor. Las personas socias hacen barra y si hay que cambiar un barril a mí no me lo van a pedir, y yo sé cambiar barriles. Hay comentarios machistas, chistes fuera de lugar… Cosas que son más sutiles pero que estamos día a día escuchando”, lamenta.

Ha habido avances, eso sí. Incluso intentaron cambiar el nombre de la peña: “Se planteó hace unos cuatro años, lo llegamos a votar pero salió que no, y por una mayoría bastante considerable”, recuerda. La tradición siempre toca la fibra.

A pesar de ello Arjol es optimista, dice que hay cosas que han cambiado. “Pero que haya habido evolución no puede ser más importante que todo lo que queda por hacer. Porque hay quien piensa que se ha avanzado, sí, pero no nos quedemos con eso. No está. Que suelten privilegios, que los tienen de sobra y lo saben –bromea–. Las peñas dan esa idea de progreso pero no somos una burbuja. Es un colectivo bastante progresista en muchos sentidos y, aunque hay de todo, también queda trabajo por hacer”.

El talde se creó en 2019, con una mujer de cada peña. “Ahora la gente cada vez es más crítica, cada vez más hombres están viendo la necesidad de cambiar cosas. Las mujeres de las peñas algo tendrán que decir, siempre han hablado ellos”, señala, y recuerda que el pasado 29 de junio acudieron al parlamento por primera vez, para explicar sus objetivos a corto y medio plazo.

El colectivo se encuentra ahora en pleno proceso de reflexión y de análisis sobre su futuro y sobre el modelo festivo que lo envuelve. “Queremos favorecer que entren mujeres jóvenes a las peñas, para rejuvenecerlas, para que se involucren, participen y tengan referentes”. Cuentan también con sus protocolos para las fiestas, “con gente formada que atienda en la barra por si alguien va a pedir ayuda, que sepa qué hay que hacer, cómo actuar. Y responder de la mejor manera posible, siempre respetando lo que la mujer quiera hacer”.