Todavía nos queda tiempo para disfrutar del verano. La época estival aún persiste, y con ella, las ganas por escapar del calor y zambullirnos en aguas frescas y cristalinas. Sin embargo, hay quien prefiere obviar las habituales costas llenas de turistas, ya sea porque no le apetece o no le conviene trasladarse hasta ellas.
Es por eso por lo que hemos optado por una aventura diferente, una ruta por el interior de Euskal Herria en busca de unas peculiares playas en las que el agua se encuentra con la naturaleza en su forma más pura. Nos embarcamos en un recorrido por embalses, piscinas naturales, pozas y cascadas que salpican estos parajes verdes de montañas y valles.
El más grande
Iniciamos nuestra travesía en el Embalse de Ullíbarri-Gamboa, conocido popularmente por los alaveses. Con un agua azul que se extiende hasta donde alcanza la vista, se encuentra rodeado de colinas verdes y bosques que se reflejan en su superficie. Se trata del embalse más grande de Euskadi, lo que lo convierte en un verdadero paraíso para los amantes de los deportes acuáticos.
Sus playas, Landa y Garaio, ofrecen la posibilidad de alquilar una canoa y remar hasta una de las pequeñas islas que emergen del medio del embalse, además de muchas otras actividades acuáticas. A tan solo unos kilómetros de la capital alavesa, se trata, sin ninguna duda, de una joya escondida que merece ser descubierta con calma.
Un paraíso escondido
A unos 20 minutos en coche, nos dirigimos hacia el Embalse de Urrúnaga, menos conocido que el anterior, y que comparte con él el río Zadorra. Se trata de un entorno más recogido, donde los bosques se adentran en sus aguas creando pequeñas calas.
En compañía del murmullo del viento y las aves, recomendamos explorar el entorno por los varios senderos que bordean el embalse.
Un remanso en el Valle de Ayala
Continuamos el viaje hacia el Valle de Ayala, donde nos esperan las piscinas fluviales de Fresnedo. Se trata de un rincón perfecto para quienes buscan la combinación de naturaleza y tradición, pues este pequeño pueblo histórico es su punto de partida. Ponemos rumbo al río, que tras ser acondicionado para el baño, se ha convertido en una piscina natural en medio de un entorno verde y frondoso.
Con un agua fresca, proveniente de las montañas cercanas, su transparencia nos permite ver las pequeñas piedras que cubren su fondo, transportadas por el río Ega, encargado de llenarla con un agua cristalina y fría. Sin duda, se trata de un lugar de vegetación tan densa, que crea sombras naturales perfectas para descansar durante las horas más calurosas del día.
El secreto mejor guardado
A pocos kilómetros de Oñati, en Gipuzkoa, se encuentra un camino de montaña que conduce a la Poza de Usako, un rincón poco conocido pero de una belleza abrumadora. Con un agua de tono verde esmeralda, fruto de los minerales y la vegetación que la rodea, la poza es pequeña. Sin embargo, las rocas que la rodean forman un gigante anfiteatro natural, mientras que el agua cae en una pequeña cascada antes de llegar a la poza. Un completo tesoro oculto digno de preservar.
Agua y bosque
Aún en territorio guipuzcoano proseguimos hacia el río Urumea, donde las pozas que se forman a lo largo de su curso ofrecen otro rincón de belleza inigualable. Rodeadas por un denso bosque, los árboles crean un dosel que protege de los potentes rayos solares. Con un agua fría, incluso en verano, se trata de un lugar perfecto para escapar de las alta temperaturas de la época estival. Un remanso de paz en el que flotar en sus aguas parece un sueño hecho realidad.
Un salto de agua espectacular
Hacemos una parada en Bizkaia para pasarnos por la Cascada del Chorretón, en el Parque Natural de Izki. Se trata de un lugar que parece sacado de un cuento, en el que el estruendo del agua al caer desde una altura considerable sorprende a cualquiera.
El chorro de agua cae con fuerza, creando una nube de pequeñas gotas que refrescan el ambiente con su humedad, culpable de que todo esté cubierto de un verde intenso. Un enclave en el que la naturaleza se muestra en todo su esplendor, que invita a ser admirada en todo momento.
El corazón verde de Euskadi
Como no podía ser de otro forma, el Parque Natural de Gorbeia es un lugar emblemático para los amantes de la naturaleza en Euskadi. En este vasto territorio, es posible encontrar múltiples pozas y pequeños saltos de agua que podrían haber salido de cualquier postal vacacional.
Es por esto que donde el agua ha esculpido el paisaje, encontramos piscinas naturales en medio de un entorno boscoso, cuya claridad nos sorprende con el reflejo del cielo y la vegetación que la rodea. Un enclave de naturaleza que sigue su curso, cuya pureza es prácticamente lo que más nos atrae de él.
En Navarra
Nos movemos hacia el sur, concretamente al Pantano de Alloz, uno de los embalses más grandes de Navarra. En él, las montañas dan paso a colinas suaves y el verde se mezcla con tonos más terrosos.
Las aguas de Alloz son de un azul intenso, y las playas que lo rodean están perfectamente acondicionadas para el baño. En el embalse también pueden realizarse actividades acuáticas, por lo que se trata de un lugar perfecto para pasar los días de calor.
Otro embalse que puede presumir de su zona de baño es el de Nagore, en la cola de Itoitz, en la desembocadura del río Urrobi. Dispone dos playas, casi una frente a otra: la de Angordoi, la más cercana al pueblo de Nagore, y la Playa de Arce/Artze, situada en la zona norte del embalse.
Por último, en la Ribera navarra se encuentra la Balsa de Pulguer, un lugar menos conocido que los anteriores, pero con un pequeño embalse rodeado de vegetación típica de la zona. Con aguas tranquilas de color turquesa, se trata de un enclave ideal para el avistamiento de aves.