En medio de la expectación generada por saber cómo reaccionaría el Gobierno chino tras las protestas del pasado fin de semana contra la política de cero covid y en un momento en que el país sufre una oleada de rebrotes con cifras récord de contagios, el Consejo de Estado (Ejecutivo) chino se limitó ayer a afirmar que “ajustarán” las draconianas restricciones y a incidir en la baja tasa de vacunación entre los ancianos, uno de los grupos más vulnerables pero también uno de los más reticentes a vacunarse, convirtiéndose así en uno de los talones de Aquiles de la estrategia china. “Estamos ajustando constantemente las medidas contra el covid”, se justificó el portavoz del Consejo de Estado, Mi Feng, durante su intervención en respuesta a una pregunta sobre si el Gobierno está realmente considerando un cambio en la política de cero covid.
Mi no dio pistas en ese sentido pero sí reconoció que los cierres han “afectado” a la “vida normal” de la gente y a su “psicología” además de a la actividad económica, y que “las medidas de prevención no han sido precisas y la información no ha sido suficiente y oportuna, lo que ha causado malentendidos”.
La política de cero covid, que consiste en el aislamiento de todos los contagiados, estrictos controles fronterizos, campañas masivas de pruebas PCR y confinamientos donde se detectan casos, permanece vigente desde comienzos de 2020 en el país asiático, a pesar de síntomas de agotamiento entre la población en los últimos meses.
Los residentes urbanos en China llevan desde la pasada primavera sometiéndose a varias pruebas PCR semanales, necesarias para acceder a lugares públicos como supermercados, parques o tiendas y sujetos a la posibilidad de ser llevados a un lugar de cuarentena en cualquier momento en caso de contraer el virus o ser contacto cercano de un infectado, extremo cada vez más probable a medida que el coronavirus se extiende.
Protestas
Los constantes cierres y las restricciones han llevado al límite la tolerancia de algunos, como demostraron los disturbios registrados en las últimas semanas en Lasa (oeste del país) o Cantón (sureste), donde los miles de nuevas infecciones diarias han desembocado en cierres de numerosos distritos, contra los que se han rebelado algunos residentes, que derribaron las vallas que delimitaban los barrios confinados.
La situación terminó por provocar el pasado fin de semana protestas en ciudades como Pekín o Shanghái, en las que los manifestantes expresaron su rechazo a las restricciones y mostraron hojas de papel en blanco que representaban su oposición a la censura.
Más policía
Por ello, China desplegó ayer a la Policía en gran número de ciudades del país para evitar nuevas protestas contra las estrictas medidas impuestas en el marco de la política Covid Zero. Las fuerzas de seguridad pararon a muchos transeúntes, revisando sus teléfonos en busca de contenidos sospechosos o programas informáticos que puedan utilizarse para eludir la censura en Internet, informó la agencia DPA.
Por lo que respecta a la capital, Pekín, los efectivos policiales se concentraron a lo largo del paseo de Río Liangma, cerca del barrio diplomático. Mientras tanto, en el centro financiero de Shanghái los agentes policiales instalaron barreras con la intención de impedir que se reúnan grandes multitudes. l Mundial de Catar para evitar que se vean planos cortos de los aficionados sin mascarillas en las gradas de los estadios cataríes.