La candidatura del Mundial 2030 entra en su mes decisivo. En cuestión de semanas las tres federaciones que organizarán la cita mundialista deberán enviar a la FIFA el último dossier con toda la información. También la relativa a las sedes, cuya identidad quedará resuelta antes del envío de finales de julio. Donostia mantiene intacta su confianza en estar en la lista definitiva, aunque la cautela se impone.
Las certezas a estas horas son pocas cuando cada vez falta menos para que la delegación de la RFEF y el Gobierno español se reúnan para terminar de perfilar la oferta. De otra manera, las especulaciones que se escuchan en la antesala de las jornadas decisivas son las mismas que se han barajado los últimos meses.
Se da por seguro que España podrá contar con 11 sedes, aunque será la FIFA quien tenga que pronunciarse si en lugar de 18 estadios acepta 20 (que serían 6 para Marruecos, que sigue peleando por albergar la final; y 3 para Portugal) en una edición sui generis que arrancará con partidos en Sudamérica, en la conmemoración del primer Mundial, en 1930.
Donostia llega a la fase decisiva con los deberes hechos, aunque nadie se confía. No hay valoraciones oficiales más allá de que los miembros de la candidatura continúan a la espera.
Una espera que mezcla el optimismo por un lado y mucha cautela por otro.
Donostia y Anoeta aprueban
La ciudad y el estadio cumplen con los requisitos exigidos, toda vez que es inminente la ampliación de Anoeta de sus 39.000 asientos actuales por encima de los 41.000. Se trata de la principal exigencia pendiente a día de hoy en el campo de Amara, pero que se cumplirá por la propia demanda de más asientos que tiene la Real. Su presidente, Jokin Aperribay, ya anunció en la última junta de accionistas esta ampliación, que se basará en gran medida en reajustar los asientos en determinadas zonas del anillo superior.
En el marco de una gira por todas las ciudades aspirantes, la propia organización del Mundial visitó Anoeta junto a una delegación de la FIFA a finales de mayo, y el mensaje que dejó fue que Donostia superaba el examen de las exigencias.
A lo sumo, uno de los últimos flecos que quedaba era la obligación de la FIFA de liberar los estadios desde un mes antes de la disputa del primer partido oficial. Una exigencia que podía dejar en el aire alguna de las últimas jornadas de la Liga 2029/2030 y actividades posteriores, como el reciente concierto de Rammstein. Algunos clubes como el Real Madrid, el Barça, el Athletic y la propia Real intentaban negociar este punto del Stadium Agreement que debía quedar firmado esta misma semana, algo que en la práctica no se traduciría en un impedimento real.
La firma de este protocolo y la ampliación de Anoeta en 2.000 asientos son problemas muy menores en comparación con otras sedes. Al comienzo del proceso había 15 aspirantes, de las que algunas parecían fijas. Dos en Madrid (Santiago Bernabéu, que aspira a la final; y el Metropolitano), otras dos en Barcelona (Camp Nou y Cornellà-El Prat), Sevilla (La Cartuja) y Bilbao (San Mamés).
Vigo (Balaídos), A Coruña (Riazor), Gijón (El Molinón), Valencia (Nou Mestalla), Málaga (La Romareda), Murcia (Nueva Condomina), Zaragoza (La Romareda) y el Estadio de Gran Canaria, en Las Palmas, pugnan con Anoeta por uno de los billetes restantes.
Gijón, Murcia, Valencia, Zaragoza y Las Palmas
Entre ellas, la más descolgada parece Gijón. La falta de entendimiento entre la propiedad del Sporting y las autoridades asturianas ha llevado a que ni siquiera estuvieran en las últimas reuniones de la candidatura.
Esa falta de sintonía institucional también afecta de lleno a Murcia, que no termina de carburar, y a Valencia, a la que la RFEF quiere dentro de la candidatura como tercer núcleo poblacional del Estado. Con las obras del Nou Mestalla paradas desde hace más de una década, su futuro depende más del salón de plenos del Ayuntamiento (PP y Vox) que en las oficinas del club, cuya propiedad oriental no termina de desbloquear la situación.
El avance de los nuevos gobiernos municipales y provinciales surgidos de las elecciones de mayo de 2023 ha hecho que las aspiraciones de Zaragoza y Las Palmas coticen al alza cuando en el primer semestre de 2023 parecía que podían quedar fuera. En la capital aragonesa lo que parecía imposible se ha desbloqueado en el primer semestre de 2024 y ya están listos los trabajos de demolición del actual estadio. El cabildo grancanario tiene listo un ambicioso proyecto de reforma del estadio donde juega la UD Las Palmas. Estas dos sedes, así como la de Málaga, son las que más trabajo por delante tienen junto a la que estará situada en Galicia. Frente a ellas, Anoeta se encuentra entre las que menos trabajo tienen por delante.
A Coruña y Vigo
En el cuadrante noroeste de la Península ibérica A Coruña y Vigo parecen pugnar por un único billete. Riazor, donde se prevé la construcción de un tercer anillo que incremente su capacidad actual de los 32.000 espectadores a los 48.000, se perfila como favorita frente a Balaídos, que aún continúa con un proceso de reformas que arrancó antes que la de Anoeta y que no cumpliría con los requisitos de la FIFA. Ninguna quiniela incluye a las dos ciudades gallegas dentro, ya que la cercanía de una sede puede actuar en detrimento de la otra.
Una coordenada que, con Bilbao a menos de 100 kilómetros, hace a la candidatura donostiarra y a sus impulsores ser cautos. El paso de los meses y la cercanía de la hora de la verdad parece que han mejorado las opciones de Donostia, pero fuentes municipales insisten en la prudencia: aún falta algo más de un mes para el envío del dossier definitivo a la FIFA, que luego tendrá que dar su propia luz verde.
Los cálculos de la capital guipuzcoana atienden a las mismas dos coordenadas que todos estos meses: saber el número definitivo de sedes que la FIFA autorizará a España y la situación de las demás aspirantes.
Una inhabilitación y otra duda
A todo este panorama de debate habitual de posibles sedes hay que sumar una sombra de incertidumbre que sobrevuela al fútbol español tras la propuesta del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) de inhabilitar al actual presidente federativo, Pedro Rocha, por un periodo de seis años. Fuentes próximas a la RFEF han denunciado este movimiento y aseguran que la FIFA y la UEFA podrían ver en él un intento de injerencia del Gobierno español en la RFEF, algo que según las mismas fuentes, podría llevar a la federación mundial a retirar a España la organización del Mundial 2030.