Treinta partidos entre pecho y espalda en tres meses. Un verano ajetreado para Unai Laso. Necesitaba un descanso, un poco de oxígeno. Necesitaba un paseo por el diván. Así lo manifestó al acabar San Mateo. La pelota a mano profesional no para. Es una noria constante de partidos, campeonatos, torneos y vuelta a empezar; un tránsito que se acentúa en las figuras. Y Laso, en el acumulado, exigía un pequeño respiro para notar cómo le crujía de nuevo el estómago dentro del Cuatro y Medio y, además, recuperar esa frescura que demanda para abrir brecha en una distancia en la que se desenvuelve bien pero en la que le cuesta disfrutar. Receta: dos semanas de cargas más bajas. El reposo del guerrero. Un segundo de desconexión. Reset y vuelta a empezar. Reset y hambre lobuna.
“Creo que he acertado”, explicaba este sábado Laso en las entrañas del frontón Bizkaia, con su frente todavía perlada del sudor al terminar la eliminatoria de octavos de final del acotado ante Iker Salaberria. Habla con tranquilidad, con la certeza de que la hoja de ruta le ha liberado después de tres meses de tajo permanente. ¡Qué bien sienta el descanso, Unai! Y lo sufrió su contrincante, que tuvo que lidiar con el pelotazo rampante del manista de Baiko Pilota, ariete fundamental para desarbolar a un Salaberria incómodo y fuera de foco. Al de Goizueta no le funcionó nada. Mal asunto. En gran parte, por las virtudes de Unai, capaz de sacarle de su zona de influencia. El plan perfecto.
Clavado en mitad de la cancha, el errotarra aprovechó la gasolina de su derecha para manejar el peloteo con puño de hierro. Movió a Salaberria, le puso a bailar a su son y alivió la presión de un cruce con bastantes aristas en el inicio, ya que el de Bizkarreta-Gerendiain afrontó la cita con la vitola de favorito ante un adversario rodado. Asimismo, como una Espada de Damocles, pululaba sobre su cabeza la enorme responsabilidad de regresar a la liguilla de cuartos de final después de un año de ausencia por lesión –estuvo parado seis meses tras pasar por el quirófano para solucionar una fractura de labrum de la cadera derecha–.
Laso 22
Salaberria 6
Duración: 52:30 minutos de juego.
Saques: 4 de Laso (tantos 2, 14, 16 y 18).
Pelotazos: 227 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 14 de Laso y 3 de Salaberria.
Errores: 3 de Laso y 4 de Salaberria.
Marcador: 0-1, 1-1, 3-1, 3-2, 8-2, 8-3, 9-3, 9-4, 16-4, 16-5, 21-5, 21-6 y 22-6.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Egoitz Carrión (con Laso) y Fermín Eskudero (con Salaberria).
Apuestas: Se cantaron posturas de salida de 100 a 30 a favor de Laso.
Incidencias: Partido correspondiente a la eliminatoria de octavos de final del Campeonato del Cuatro y Medio de la LEP.M disputado en el frontón Bizkaia de Bilbao. 451 espectadores. En el primer encuentro del festival, encuadrado dentro del Cuatro y Medio Serie B, Eskiroz ganó a Unai Alberdi (22-4). En el tercero, Bakaikoa-Morgaetxebarria vencieron a Agirre-Ugartemendia (13-22).
Sin concesiones, sin fisuras
Pues bien, agarrotadas sus piernas por la tensión en el descorche, se repuso merced a las cargas de profundidad y la paciencia para vapulear a su adversario. Y es que, si bien Salaberria, maniatado e inerme, no puso demasiada oposición, el buque insignia de Baiko Pilota vibró en una versión madura y templada por encima de la huracanada –y carismática– de otras ocasiones.
Atornillado en el centro del Bizkaia, jugando de cara, buscando las líneas en contadas ocasiones y tirando mucho de la pared izquierda, no tuvo siquiera que abrir el catálogo de remates para anotarse una muesca en su rifle. El Dorado estaba en los pies de Salaberria. En su debe, con todo, tal vez estuvo encontrar más pared con el saque, pero también es cierto que sumó varios que iban como un tiro.
Peña II, próximo rival
El goizuetarra abrió el partido en ventaja con una volea por el txoko. Hasta el 16-5 no volvió a sumar otro tanto en jugada. Todo lo demás lo hizo y deshizo Laso, que estuvo 8-2 y 16-4. El monólogo dejó bastante helado un ya de por sí frío frontón de Bilbao, que registró una entrada de 451 espectadores. Iker mostró destellos, pero al perro flaco todo le son pulgas. Por ejemplo, en el 8-3, sacó bien, buscó el gancho y en su tercer pelotazo erró una volea a huevo.