Pasar el Tourmalet primero... es indescriptible. Toda la carretera estaba llena de gente de casa. Me pitan los oídos de tanto escuchar mi nombre. Agradezco a toda la gente que se ha acercado a ver, a animar, a pasar un buen día. Muchas gracias a todos”, dijo Oier Lazkano a los micrófonos de Eurosport a la conclusión de la primera jornada pirenaica, abrazada en gran parte de su metraje por la afición vasca, tan motivada en la montaña. Esa marea, que no necesita ser naranja para amar el ciclismo desde el tuétano, pudo ovacionar al gasteiztarra, que desde la fuga se abrió paso para coronar el Tourmalet. Un recuerdo inolvidable, para toda la vida.
En el Tour de su debut, Lazkano está mostrando unas aptitudes de gran nivel en el mejor de los escaparates posibles ante un desfile de magníficos ciclistas. Eso le concede mucho más valor a la huella que está dejando en las carreteras francesas. Es uno de los destacados de la Grande Boucle, en la que está reforzando la enorme actuación que completó en el Dauphiné. Se esperaba una buena respuesta del gasteiztarra, pero está siendo muy notable. Las fugas tiran del hilo de Lazkano en el presente Tour, en el que está siendo uno de los dorsales más combativos de la carrera. En la primera jornada pirenaica se subió a otra fuga. No era el plan, pero no dejó pasar la oportunidad.
“No pensaba coger la fuga. Estaba cerrando huecos para ayudar a otros compañeros y de repente me vi yo con el hueco, con 20 segundos al pelotón, y simplemente seguí”, expuso el alavés, entusiasmado con la respuesta de la afición, volcada en las laderas de los Pirineos. Esa presencia impulsó al gasteiztarra, que se encorajina en las alturas. Es un excelso rodador que cada vez sube mejor. La valentía, la ambición y el descaro, además de poseer un enorme motor, explican el crecimiento del alavés, que ocupa cada vez más planos. En el Tourmalet, Lazkano fue el rey.