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Gipuzkoa

Lazos de enseñanza musical

Mertxe, Miren y María Pilar delante de JAME (Aprendices).
Mertxe, Miren y María Pilar delante de JAME (Aprendices).

Notas, pentagramas, partituras… han sido las compañeras de viaje de Miren Gastañares, María Pilar Etxebeste y Mertxe Madinabeitia. Las tres formaron parte del primer claustro de profesoras (todas mujeres) de Arrasate Musikal, y las tres dedicaron su vida profesional a inculcar el amor por la música a numerosos arrasatearras. Jubiladas desde hace 24, 23 y quince años –por orden, según se han citado–, la huella que dejaron en su entregada labor docente sigue presente en la escuela de música que el próximo curso soplará las velas de su 50º cumpleaños. Miren, Maripi y Mertxe serán homenajeadas este jueves, 14 de julio, en la apertura del festival Arrasate Blues (en Herriko plaza, a las 19.00 horas).

La música les atrapó siendo niñas. “En casa teníamos un clavicordio del año catapún. Un representante que vino a la tienda (Luko) le comentó a mi madre que había un piano muy bueno en Logroño que costaba 10.000 pesetas y lo compró”, relata Miren. Empezó a hacer sus pinitos, y animada por el entorno y la monja que le daba clases en las Damas de la Asunción, colegio en el que estudió, se enroló en la carrera de música.

En casa de Mertxe vivía un tío soltero, Faustino Balanzategi, que era integrante de la banda y gracias a él se le despertó el gusanillo. Creció también rodeada del ambiente musical que impregnaba el Centro de Acción Católica, donde “ensayaban el coro parroquial, las zarzuelas...”, cuenta Mertxe, que tras un paréntesis de quince años, hace “dos-tres meses” comenzó de nuevo a deslizar sus dedos por las teclas del piano, “media hora al día”. En la familia de Maripi la música ha sido un miembro más. “Iba a Irun a que mi tía, María Pilar Etxebeste que era profesora de piano, me enseñara a tocar”, explica esta irundarra de nacimiento que llegó a Arrasate con siete años.

Vivencias

Arrasate Musikal se preparaba para ver la luz –en noviembre de 1972–, bajo la batuta de su primer director y alma máter durante largos años, Juanito Arzamendi. “Vinieron a buscarnos”, apuntan al unísono. Las tres atesoraban la carrera de música. “16 años después de obtener el título en 1956, ya casada, me estrené impartiendo clases. El primer día les hice a los alumnos ponerse de pie y santiguarse. Es lo que hacíamos en el colegio. Uno de ellos me dijo: Oiga y si no practico la religión, ¿por qué tengo que hacer en el nombre del Padre y del Hijo….?”, recuerda Miren, arrancando las carcajadas de sus compañeras y amigas.

“Trabajaba en el Banco Guipuzcoano y al casarme tuve que dejarlo. Cuando tocaron mi puerta me puse muy feliz”, rememora Maripi.

Gestos de complicidad, infinidad de recuerdos, vivencias… Nueve mujeres engrosaron el primer equipo docente. Tres de ellas, las protagonistas de este reportaje, desarrollaron toda su trayectoria profesional entre las cuatro paredes de la academia arrasatearra. “¡Hacía un frío de mil demonios!”, suelta Maripi en alusión al edificio donde Arrasate Musikal inició su andadura, en la actual sede de la mancomunidad. De ahí pasaron a la Escuela de Aprendices, que afronta su rehabilitación para convertirse en Juan Arzamendi Musika Etxea.

“Cobrábamos 100 pesetas la hora”, comentan, mientras tejen un relato que completan con muchas anécdotas. “Cuando murió Franco nos mandaron ocho días a casa sin cobrar”, exponen. Han vivido, además, la evolución de una escuela “modelo”. “Venía mucha gente a conocerla”, destacan. En aquel tiempo empezaron a rular con clases de solfeo y piano, y con los años se fueron introduciendo el resto de instrumentos. Por sus manos han pasado muchos alumnos y alumnas, que les paran por la calle derrochando muestras de cariño. No es para menos. 26 (Miren), 27 (María Pilar) y 34 (Mertxe) años volcadas en la enseñanza musical.

Las tres manifiestan su “satisfacción” por el aniversario de Arrasate Musikal y, sobre todo, por todos los pupilos que han formado –muchos han dejado la música y otros se han abierto un hueco en ella–. Faltan cuatro días para recibir el galardón del Arrasate Blues y dicen estar “muy agradecidas”. Comparten el reconocimiento a su compromiso con el resto del profesorado. Son testigos, a la vez que protagonistas, de la historia musical de la villa cerrajera.

2022-07-11T14:10:02+02:00
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