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Leipzig - Real Sociedad | A por ellos de Mikel Recalde: el espíritu de Arconada

A por ellos
Leipzig - Real Sociedad | A por ellos de Mikel Recalde: el espíritu de Arconada
Leipzig - Real Sociedad | A por ellos de Mikel Recalde: el espíritu de Arconada

Uno se imagina a Imanol fumando un puro el domingo por la noche al más puro estilo Hannibal Smith, del Equipo A. "Me gusta que los planes salgan bien". Lo digo porque el pasado miércoles, cuando ya estaba solo transcribiendo la comparecencia de Olabe en el pupitre que se encuentra en lo más alto de la tribuna de Zubieta, el técnico, que estaba viviendo una mañana revuelta, volvió a subir sus pulsaciones en un ejercicio de centros y finalizaciones. El motivo es que uno de sus jugadores no había ido a muerte al primer palo. Su frase no dejó lugar al equívoco: "Voy y remato. Si no puedo hacerlo, me llevo al defensa y ya rematará el que viene por detrás". Imagino que alguno se estará dando cuenta ahora. Les pongo en canción. Minuto 73 del partido ante el Granada. Portu abre a la banda a Oyarzabal y, como lo definió el director de fútbol, explora el primer palo para dejar un hueco atrás que Rafinha aprovecha para inaugurar su cuenta realizadora con la Real. Como un alumno bien aplicado, el murciano siguió hasta el final su cometido y casi acaba subiéndose a la grada, no sin antes lamentar un poco que no se la hubiera pasado para tratar de empujarla desde cerca. Muchos le restaron importancia y otros incluso incidieron en que eran síntomas de nerviosismo, pero lo que quedó demostrado es que las Imanolinas funcionan. La letra con sangre entra y los toques de atención del oriotarra siempre vienen bien para que toda su embarcación se centre y esté a lo que tiene que estar. Ahora, en la hora de verdad.

Jugar en Europa es una maravilla, porque ofrece a los jugadores un pasaporte para la eternidad. Los realistas deben ser conscientes de que los aficionados que vivimos y padecimos sus enfrentamientos anteriores frente a equipos alemanes recordamos los goles, los pases decisivos, las jugadas fuera de lo corriente y, cómo no, las paradas de los cuatro enfrentamientos. Hablo de paradas porque en las tres primeras visitas la figura que destacó por encima del resto fue la de don Luis Miguel Arconada. Cuentan sus propios compañeros que cuando llegaron y saltaron al campo del Hamburgo para pisar un poco el verde antes de la semifinal de la Copa de Europa, como por aquel entonces no había ninguna cámara de Canal + que les pudiese cazar, la arrogancia de los teutones era tal que incluso no dudaban en hacerles burlas con la mano abierta, como si les fueran a clavar cinco goles. Arconada, que tenía un carácter indomable y que para motivar a los suyos no necesitaba elevar demasiado la voz, montó en cólera y regresó al vestuario gritando a los cuatro vientos que para ganarles iban a tener que pasar por encima de sus cadáveres. Y así fue. La Real, que contaba con las bajas entre otros de Zamora, López Ufarte o Satrústegui y que a nivel de la Liga era un equipazo pero que no tenía parangón con el extraordinario potencial de los Hrubesch, Magath y compañía, aguantó con respiración hasta el 83' gracias a un gol de Diego tres minutos antes por el que todavía le preguntan en su panadería de Lasarte-Oria. Un tanto en flagrante fuera de juego y un linier alemán que, por increíble que parezca, había sustituido a su compañero lesionado, sepultaron las esperanzas de los txuri-urdin. Ocho años tenía el que escribe y bañó sin consuelo en lágrimas su cama. El ternerito, como diría mi querida madre.

Solo un lustro después, ya con un equipo renovado y esta vez en la Copa de la UEFA, Arconada se volvió a presentar en tierras germanas para defender el 1-0 ante el Colonia, que, por aquel entonces, discutía al Bayern el título de la Bundesliga. Lo recuerdo como si fuese ayer, no le he visto tan sometida a la Real en mi vida. A la media hora, los germanos ya habían remontado el gol y podían haber anotado otros cinco. Los blanquiazules no sabían por dónde les aparecían los Littbarsky, Hasler y demás estrellas, pero Loren, que de jugador siempre fue muy avispado, rascó un penalti y luego Arconada detuvo uno inventado que hubiese supuesto la muerte con el 3-1. Fuentes sentenció a la contra con el 2-2 en el descuento. En el siguiente escalón, cuartos, otro contrincante temible, el Stuttgart, se impuso en la ciudad donde nació el primer automóvil por 1-0 en otra noche asfixiante con una nueva pena máxima de chiste detenida por el mito. En la vuelta nos quedamos con la miel en los labios tras el error de Fuentes a puerta vacía y una maldita tanda de penaltis.

Alemania es el auténtico infierno europeo. Que se lo pregunten al Madrid, que se pasó varias décadas sin saber lo que era ganar y que siempre las pasaba canutas por aquellos lares. O al Atlético, que se clasificó para la final de la Champions en 2016 al hacer valer ante el Bayern el 1-0 de la ida tras perder solo por 2-1. En el documental de Simeone de Prime Video, sus protagonistas dejan muy claro lo que suele pasar cuando juegas en tierras tudescas. No se lo pierdan, porque sus testimonios recuerdan mucho a lo que padecieron los realistas en Colonia. El Cholo afirmó que pensaba que no podía ser verdad lo que estaba viendo: "No podíamos pasar de mitad de la cancha". "El peor partido de mi vida", reconoció Koke. Torres lo describió parecido: "El encuentro que más superioridad del rival he sentido en mi carrera". Godín, uruguayo, lo resumió así: "¡Qué manera de sufrir, pero qué manera de sufrir! Nos tiraban centros, nos jugaban pelotas largas, llegaban por los laterales, llegaban los volantes, tiraban desde fuera del área...". Y Gabi sentenció: "La sensación era que estábamos jugando a otro deporte". Pero, cómo no, Simeone no tuvo problemas en defender lo acontecido: "El área era una trinchera y sin ninguna vergüenza, para nada". Guardiola fue el que lo sufrió: "Yo soy incapaz de hacérselo a mis equipos. Pero admiro esa capacidad de resistencia... Saben que algún momento la abeja te va a picar. Y perdimos, nos eliminaron".

¿He oído abeja? Ya les dije que Isak me recordaba a Mohamend Ali, porque flotaba como las mariposas que revolotean en el estómago de Imanol la víspera de los duelos así y porque picaba como una abeja. O eso hacía, al menos. ¡Eres nuestro hombre, despierta Alex! Mucho se ha hablado de las posibles variables de Imanol y de los cambios que podría introducir, pero yo lo tengo muy claro. Este partido no es de entrenador, es de jugadores. Ha llegado la hora de demostrar en la máxima exigencia los que llegan preparados para estos duelos o los que están hechos de otra pasta. Los que se encuentran capacitados para resistir cuando les llevan a límites desconocidos e insospechados. Equipo, cuando peor estéis y no veáis esperanza ni luz al final de túnel, mirad el escudo en vuestro pecho y recordad que estamos con vosotros. Que nos estamos preparando también para pasar 90 minutos de perros y, que pase lo que pase (mejor si pica la abeja, aguantáis y salís vivos), os prometemos que entre todos os vamos a llevar en volandas en la vuelta para clasificarnos como aquella interminable tarde de Colonia. Y lo vamos a hacer porque nos habéis hecho muy felices estos años y creemos en vosotros como hacía tiempo que no nos fiábamos de un equipo de la Real. Esto no tiene nada que ver con disfrutar, es una cuestión de fe y de sentimiento y, en eso, os lo garantizamos, no sé qué tal andarán por Alemania Oriental, pero nosotros llegamos sobrados. Se puede, lo podéis hacer. El club necesita una campanada épica y memorable como la del Bernabéu aquella noche de Copa. Aquí no se rinde nadie ni se levanta el pie en la fatalidad como sucedió ante el Betis. Para soñar en grande, unos imploran el espíritu de Juanito y nosotros contamos con el inquebrantable de Arconada. Hasta el final, gora Real. ¡A por ellos!

2022-02-18T07:14:03+01:00
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