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Iñigo Lekue resurge en el Athletic tras varios años difíciles

Iñigo Lekue pugna por el balón con Yannick Carrasco. Foto: Afp

EN el reparto de flores a que está dando pie el arranque del Athletic, la mayoría tienen como destinatarios a los jugadores de la defensa. Dani Vivian, por ejemplo, ha sido señalado como el gran descubrimiento. Representa esa novedad que asoma de vez en cuando desde el anonimato de las categorías inferiores y revoluciona con una increíble desenvoltura el escalafón que regía en la plantilla. El caso de Iñigo Martínez estaría en las antípodas. No necesita que nadie le recuerde su nivel después de casi cuatro campañas liderando la zaga con la autoridad reservada a los consagrados. Escogerle como la pieza más valiosa del grupo es un mero ejercicio de sensatez.

En las cinco jornadas disputadas, el dúo de centrales, modelo de sobriedad y eficacia, ha estado escoltado por dos tipos que no entraban en las quinielas. No se les esperaba, pero están y solo cabe adjudicarles la parte proporcional del éxito que supone conceder un solo gol en 450 minutos. Circunstancias propias del deporte, básicamente indisposiciones ajenas por lesión, les han abierto las puertas de la titularidad a Iñigo Lekue y Mikel Balenziaga. Ellos son los encargados de cubrir los flancos en una línea impecable en su funcionamiento.

Lo de Balenziaga tampoco sorprende, por algo suele decirse que jamás defrauda. Quizá no enamore por su estilo ni protagonice acciones sobresalientes, sin embargo es un seguro para el equipo y para cualquier entrenador. Con el paso del tiempo supo evolucionar, consciente de que lo suyo no era subir la banda y poner centros ha terminado por reciclarse en un especialista defensivo de primer orden. Indispensable en una plantilla donde los laterales no se distinguen por el rigor a la hora de cerrar su parcela, ahí sigue Balenziaga brindando múltiples muestras de su oficio, a pesar de que en las campañas más recientes le haya tocado chupar banquillo con una frecuencia excesiva.

El último integrante de la zaga más sólida del campeonato se llama Iñigo Lekue. Es probable que en el Metropolitano completase su actuación más brillante. No es que hiciera maravillas frente al Atlético de Madrid, lo que llamó la atención fue la fiabilidad que exhibió en tareas de contención, que no son su fuerte. Fue quien apechugó con el marcaje más exigente. La entrada al campo en la segunda mitad de Yannick Carrasco, extremo puro que encara a la mínima con habilidad y buenas piernas, fue una de las bazas que escogió Simeone para alterar la inercia negativa para sus colores que presidía el duelo. Por más que lo probó, el belga nunca pudo con Lekue, que previamente había desdibujado a Renan Lodi, internacional brasileño que no sirvió un solo balón provechoso a Griezmann o Correa.

altibajos

El sentido posicional y la concentración sin pelota no figuran entre las características que han distinguido a Lekue en su ya dilatada carrera. Cuando su salto del filial era inminente, se valoraba de él su capacidad para desdoblarse, conducir en carrera y romper líneas. Era un proyecto muy sugerente por desparpajo, potencia y un catálogo técnico estimable para driblar hacia dentro o hacia fuera, colgar al área e incluso disparar con ambos pies. Han pasado siete años de su debut, un período plagado de altibajos, sin que haya conseguido asentarse en las alineaciones.

Prueba de ello es que gozó de más continuidad en sus primeros cursos, aunque también es verdad que luego las lesiones se cebaron con él. El ejercicio 2018-19 se lo pasó en blanco y en el siguiente no dejó de ser un asiduo de la enfermería. Por una cosa o por otra, pero Lekue no ha podido confirmar las expectativas, lo que le abocó a convertirse en un comodín con plaza en el banquillo. Tapaba huecos en la derecha o en la izquierda, más abajo o más arriba, pero dejó de optar a la titularidad después de que en el año de José Ángel Ziganda fuese el cuarto hombre más empleado de la plantilla. Antes, con Ernesto Valverde, participó con frecuencia a modo de alternativa a De Marcos y Bóveda. Contó poco para Gaizka Garitano y con Marcelino era un simple recurso para las segundas partes.

Esta temporada parecía destinado a engordar convocatorias, pero el azar le ha servido en bandeja de plata una oportunidad que está exprimiendo a fondo. Lo previsible es que esta misma semana logre sumar la mitad de los minutos de competición que tuvo en la campaña anterior. Como apuntó el técnico, se lo merece.

21/09/2021