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Levante - Real Sociedad | A por ellos: con tres de casa basta

A por ellos
Pacheco y Gorosabel juegan a piedra, papel o tijera, este jueves, en Zubieta.

Yo no he visto nada igual. Nunca. En el minuto 86, Mendy sacó un balón de su línea de gol ante un Bernabéu en silencio que parecía asimilar que su equipo no contaba con la patente de los milagros. Pero pocos segundos después, lo sé porque, aunque no me quiera colgar ninguna medalla, de repente vi a Nacho diez metros por delante de Valverde en un saque de banda y casi no me dio tiempo a terminar la frase "ya empiezan a aparecer blancos en sitios extraños", el balón le llegó a Camavinga y acabó en el primer gol de Rodrygo. Imposible no recordar lo que sufrimos en el 3-4 de la Copa cuando llegó un momento en el que, no uno, sino los dos centrales estaban en el área esperando centros. Incluso Imanol no sabía ni lo que hacer y quitó a sus delanteros y metiendo al equipo demasiado atrás. Aunque, si lo piensas bien y visto lo visto, ¿de verdad se puede hacer algo ante eso? ¿Contra la estrategia del ataque suicida total y que pase lo que Dios quiera? Ya lo explicó Aritz Elustondo al recordar la gesta: "En un momento veías a gente de blanco que aparecía por todos lados, centros al área, no sabías a quién marcar porque tenías uno delante, otro al lado y otro detrás. Era una auténtica locura. Ellos se lo creen, empiezan a convencerse de la remontada, aprietan y les da igual dejar a una o dos personas abajo; van con todo al área rival. Sacamos fuerzas de donde no había. Lo sufrimos juntos y lo bonito fue cuando pitó el final el árbitro".

Esa victoria también fue para siempre, porque nos permite ver de otra manera los fenómenos paranormales que suceden en ese estadio. Como si sacáramos pecho, aunque siempre con la boca pequeña, porque un día también fuimos a jugar un partido de seis minutos, abrieron las puertas del estadio, y cuando sacó Riesgo de portería se desató un ataque de furia en la grada que el único gol que nos marcaron de penalti se quedó hasta corto ante lo que pudo haber sido...

No seré yo quien encumbre la grandeza y la gloria blanca y menos en esta sección, pero a mí sí hay algo que me impactó sobre todo viendo la apoteosis de la gente en la grada, con niños llorando abrazados a sus padres que, aunque no sienta el Madrid, me pone la piel de gallina. ¿Por qué no nos pasa más a nosotros? Sé que el verdadero gol en el último minuto, el auténtico y genuino, es la mayor leyenda de nuestro club, ya que el tanto de Zamora decidió una Liga de 34 partidos. Pero yo me pregunto, ¿cuántas veces he rezado, he suplicado y he llegado hasta a apelar no sé a qué, quién ni cómo sacrificios de otras cuestiones importantes en mi vida (personas aún no eh, lo juro) por un mísero gol de nuestra Real en los últimos minutos de un encuentro y nadie ha escuchado mis plegarias. ¿Dónde coño estaba el cabrón ese del conseguidor de los sueños blancos para darnos una alegría? ¿Por qué casi nunca está de guardia cuando jugamos nosotros? ¿Qué han hecho ellos para merecer más abrazos interminables y apasionados de gol con desconocidos aficionados de tus colores que no hagamos nosotros? Pues, como los romanos en La Vida de Bryan, lo único que se me ocurre, es creer. Creer en sí mismos hasta el final. No rendirse jamás, mantener la fe. No tener complejos ante nadie. No estaría de más que lo apuntemos para tratar de aderezar nuestro propio camino, porque es una receta que garantiza éxitos... No todo es jugar bien, como concepto, muchas veces el saber competir es igual de importante o más.

Muchos madridistas talibanes parecen haber perdido la noción de su propio club cuando insisten en que han derrotado a un equipo hecho a base de talonario cuando el único de la casa titular indiscutible es Carvajal, el lateral derecho. Un puesto con clara vocación de actor secundario. Salvo que se demuestre lo contrario, como suele hacer el amigo de Illarramendi. Lo que sí consigue y pocos alcanzan a destacarlo es vencer a la vieja usanza. Sin tanto fútbol control ni digitalizado, a golpe de arrebatos. Uno de los mejores laterales derechos de la historia, Cafú, declaró hace poco en una entrevista en Marca: "Estamos perdiendo esa cultura de jugar en la calle por culpa de la tecnología. Estamos perdiendo la infancia que juega en la calle y en la playa. Estamos perdiendo la esencia de ser joven, de ser niño. Todo por culpa de los móviles, los ordenadores y las tablet. Los niños tienen que ir a la calle, reír, llorar, cortarse un dedo, llegar a casa todo raspados porque se han caído de la bicicleta...". Y dejó una definición perfecta de lo que debe ser un buen carrilero: "Tiene que estar al 100% físicamente. Tiene que tener técnica, tener lectura de juego y saber atacar y defender. Un lateral no puede ser previsible. Hay que cubrir al zaguero, atacar y defender con calidad. Hay que cubrir el centro del campo también. Ahora hay pocos laterales que tiren diagonales".

Llevo tiempo con la sospecha de que para mejorar las prestaciones defensivas del equipo lo que ha hecho Imanol es convertir en simples laterales a los carrileros con los que jugaba en los años anteriores. Y esto ha provocado que su ataque pierda el factor sorpresa. Sé que a muchos no les convence lo que voy a decir, pero jamás acudiría al mercado para reforzar el flanco derecho. Con Zaldua, Gorosabel y Sola, tres canteranos, me parece más que suficiente. Claro que me gustaría incorporar a los mejores, por supuesto, pero considero que contamos con unas limitaciones que provoca que debamos centrarnos en gastar el dinero en otras posiciones, y ser fieles a nuestra filosofía y al trabajo y la inversión en Zubieta. Y lo digo en la jornada 35, cuando parece que solo nos valen los resultados. Ninguno de los tres es Cafú, cierto, pero con sus altibajos para mí ofrecen un rendimiento válido para el equipo y para el club.

Muchos recuerdan a Gorosabel como el que se durmió tras la fiesta de la Copa. Yo prefiero recordar que jugó ese partido a gran nivel, como lo hizo toda esa temporada, aunque es cierto que en esta le está costando bastante más. Muchos se ceban con Zaldua, un futbolista que ya ha jugado cerca de 300 partidos en la elite. Que casi siempre cumple a pesar de que, como es normal, a veces aparece un extremo diabólico que le destroza. Que puede pasar, pero sucede muy pocas veces. Yo prefiero quedarme con su regularidad y con su ADN cumplidor sin alardes de Zubieta, que para que brillen algunos también necesitamos la labor más oscura y poco valorada de este tipo de peones. Jamás olvidaré cuando en Miranda, tras certificar el pase a la final y sin ser mi amigo ni tener una relación especial conmigo, me vio al salir la rueda de prensa y no dudó en acercarse y darme un abrazo de gol enorme por el simple hecho de ser consciente de que estaba tan contento como él. Un sentido abrazo txuri-urdin (digo esto para reivindicar su sentimiento, no sus cualidades futbolísticas). Por si fuera poco, como este no ha sido el mejor año de esta pareja, por fin reaparece en escena el esperado Sola, cuyas condiciones deberían haberle permitido superar ya el centenario con la txuri-urdin en Primera.

Con la fe y con creer no solo se ganan partidos y eliminatorias como hace el indescifrable Madrid. También se sustentan los pilares de los proyectos. Y a mí me parece estupendo que en el lateral derecho de la Real compitan tres jugadores de casa, que se les dé confianza y que reservemos los millones para apuntalar posiciones en las que sea más complicado producir futbolistas para competir ante los más grandes. Aunque eso provoque que tengamos que pagar peajes que a veces nos escuezan lo que nos lleva a perder nuestra noción de la realidad. Con tres de casa basta. No suena mal como eslogan para una demarcación sin tanta preponderancia como otras destinadas a decidir encuentros. Con las tres eliminatorias milagrosas del Madrid nos sobra casi para la eternidad, porque esto sí que no hay Dios que lo aguante... Ahora también le llega la hora de la verdad a la Real, no puede fallar en Levante. ¡A por ellos! 

07/05/2022