Las vacaciones de los estudiantes están dando ya sus últimos coletazos. Los últimos en despedir el tiempo de ocio han apurado hasta este fin de semana para aprovechar el último suspiro del periodo estival antes de la vuelta a la cotidianidad. El curso escolar 2022/2023 arranca el próximo jueves 8 de septiembre en todo Euskadi. Ese será el día en el que los alumnos vuelvan a madrugar, se reencuentren con sus amigos en las aulas y recuperen la olvidada rutina. Cuenta atrás de cuatro días para que los colegios recuperen la alegría, gritos, algarabía, nervios, estudio y concentración, pero antes de que esas y otras muchas más sensaciones inunden las escuelas, los equipos docentes trabajan estos días “en silencio” para que todo esté a punto antes de abrir nuevamente sus puertas. Son días de reuniones, claustros, formación, trabajo en equipo entre los profesores y preparación de las aulas para que todo esté listo de cara a recibir a sus alumnos. Un trabajo previo que realizan con “mucha ilusión” y “ganas”, además de con “gran responsabilidad” para que todo salga bien.
Cada curso escolar tiene sus retos sobre la mesa y este que está presto a iniciarse también tiene los suyos. Es el primero sin protocolo covid en las aulas tras más de dos años de una pandemia que ha condicionado en sobremanera la actividad educacional. Arranca también con el borrador de la futura ley educativa vasca sobre la mesa que supone un cambio de gran calado que los centros y el sistema educacional al completo tienen que afrontar. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA habla con los directores de un colegio público y otro concertado de Vitoria para que expliquen los nuevos desafíos.
Coronavirus
Aspecto emocional
Que finalicen las restricciones por el covid-19 significa que las ikastolas van a poder recuperar muchas actividades, así como la relación entre los alumnos; pero eso no conlleva, ni mucho menos, que los centros escolares vuelvan a la normalidad durante este curso, ya que la pandemia ha dejado un gran rastro entre el alumnado. Así lo expone el director del CEIP Luis Elejalde, Iban Arantzamendi, al señalar que “lo principal” durante este curso 22/23 es “trabajar por reforzar la parte afectiva, emocional y social” de cada estudiante. “Lo primero es cubrir todo el ámbito personal y dejar lo académico en un segundo plano, ya que sin solucionar estos aspectos los alumnos no pueden afrontar correctamente el aprendizaje”. Y es que la parte emocional de los escolares ha sido la “peor parada de toda la pandemia” y se traduce en “déficit de atención, miedos y dificultades a la hora de relacionarse”. Un apartado con el que también coincide el director del colegio Niño Jesús, Dario Nasilli. “El coronavirus ha provocado un aumento de los problemas emocionales y psicológicos de los alumnos que hay que atender”. “Es una buena noticia que se eliminen las restricciones, los grupos burbuja, que se recuperen las salidas culturales; pero no volvemos a la normalidad, la pandemia nos ha dejado muchas secuelas”. Recuperar la estabilidad emocional y personal de los alumnos es el principal reto a acometer. Para ello, el profesorado de Luis Elejalde está realizando una formación específica en equipo para “estar fuertes emocionalmente” y poder hacer frente a este nuevo lance.
Ley educativa
Nuevos conceptos
Las bases de la nueva ley educativa vasca hacen también hincapié en la necesidad de fortalecer la parte emocional de los estudiantes, ‘ikasle egoera’. La futura ley es otro de los grandes retos de la escuela vasca y los docentes reciben formación para adaptarse a los cambio en los modos de evaluación. Nasilli cuenta que entran en juego “conceptos nuevos” como el aprendizaje por competencias, el trabajo por ámbitos multidisciplinar, la codocencia; que “implica la presencia de dos o más profesores enseñando al tiempo en el mismo aula” y se dota de mayor protagonismo al alumnado en el aprendizaje. Unas ideas, a su juicio, “interesantes”, pero que “falta por ver cómo se materializan y de qué recursos disponemos” para ello. Arantzamendi destaca que el borrador da “más importancia a las competencias y menos a los contenidos”. “Requiere cambios en el modo de trabajo de los profesores”, ya que varía la forma de evaluar. “Se trabaja más en grupo y aplica la enseñanza a situaciones reales” que los alumnos se van a encontrar en su día a día, además de “reforzar el apoyo emocional”. En este sentido, señala el trabajo que ya se realiza en los centros públicos de mano de ‘Bizikasi’, una iniciativa que persigue erradicar el acoso escolar y fomentar la convivencia positiva.
Baja natalidad
Cierre de aulas
El reto demográfico es una de las grandes cuestiones que gravita sobre el mundo educativo y es que la bajada de la natalidad que padece Euskadi anualmente durante la última década, unido a las nada halagüeñas predicciones demográficas, dirige a los centros educativos a un inexorable cierre de aulas y a la necesidad de replantear la planificación de las plantillas docentes. A falta de que el Departamento de Educación ofrezca las cifras del número total de alumnos que iniciarán el jueves el nuevo curso escolar, está claro que continuarán en caída libre. Los colegios vascos han perdido más de 17.000 alumnos en los últimos cinco años. Dentro de este dato, destaca que los niños y niñas en edad de inicio de su escolarización han descendido en un 28,9%, respecto al curso 2017/18. Un goteo anual que se tradujo el curso anterior en 5.259 alumnos menos en las etapas educativas que van desde Educación Infantil hasta Bachillerato y Formación Profesional. Si nos centramos exclusivamente en Álava, la pérdida fue de 429 alumnos para un total de 58.853, haciéndose más evidente la caída de matriculación entre los 3 y 5 años con una bajada del 6,6%. La consecuencia de este descenso poblacional para el sistema educativo es la reducción de sus clases, con especial relevancia en las primeras etapas escolares, pero en los próximos años tendrá su consecuencia sobre los cursos superiores generando un efecto de bola de nieve que arrastrará pupitres y conllevará al cierre de aulas y a una reducción del sistema escolar.
Una situación que, como expone Arantzamendi, “afecta a todos”, tanto centros públicos como concertados. “Los centros públicos están perdiendo líneas y dentro de poco habrá que fusionar colegios que estén cercanos o del mismo barrio”. Una nueva coyuntura en la que el director de Luis Elejalde espera que “lo público tenga prioridad”. “Si no salimos al campo de fútbol con condiciones diferentes”, comenta a modo de ejemplo, “unos juegan cuesta arriba y otros cuesta abajo”. Su centro mantiene de momento las dos aulas por curso con “una bajada bastante grande” en la línea de 2 años y una media de 40 alumnos en cada edad. La bajada en la natalidad “preocupa cada vez más” al director de Niño Jesús. Nasilli manifiesta que hace cinco años tenían “50 alumnos por curso” e, incluso “listas de espera”, y, actualmente, “la bajada es de 35-40 alumnos por curso”. Un descenso en el número de matriculas que acarrea el “cierre de aulas y conlleva despidos”. De momento, el colegio mantiene las dos clases por curso y no ha tenido que hacer ajustes en su personal docente. Este nuevo contexto hace que la escuela pública tenga que reducir el número de aulas por la falta de alumnos y adecuar a su profesorado, mientras que la escuela concertada ve peligrar la concertación por cada clase ante la dificultad de llegar al mínimo de alumnos por aula que exige Educación. Un baremo que redujo este mismo año para paliar la baja natalidad. Nasilli teme por la “viabilidad del colegio”, ya que al descenso de las matriculaciones se suma el complicado contexto social. “El alza de los precios y la crisis energética afecta a la economía del centro y hemos tenido que subir los precios del transporte y del comedor, aún siendo conscientes de las dificultades económicas de las familias”, relata.
Diferentes realidades
Proyectos propios
Cada ikastola tiene su propia realidad y los centros adecuan sus proyectos a la misma. Luis Elejalde cuenta con cerca de 400 alumnos desde los 2 y hasta los 12 años. El colegio tiene una amplia tipología de alumnos que, sobre todo, “necesitan reforzar el apartado sentimental y emocional”. De entre los planes para este nuevo curso está “recuperar el salir a la calle”. Así, el centro pretende ampliar su relación con el barrio de El Pilar. “Hay que preparar a los alumnos para la vida y la vida se da en la calle”, apunta Aran-tzamendi. Con este objetivo quieren emprender “un feedback de conexiones” con las asociaciones del barrio que incentive el contacto del centro con los vecinos y su realidad social. A ello, se suman otros actos como que los chavales salgan a cantar en Santa Águeda u otro plan que aborde los cambios de hábitos y la evolución de las futuras generaciones para que sean los alumnos quienes creen el proyecto, acompañados por los profesores. Por su parte, Niño Jesús continuará profundizando en el apoyo a la diversidad e inclusividad. El colegio cuenta con 700 estudiantes desde los 2 años hasta la ESO, de los cuales el 12% tiene necesidades educativas especiales (NEE) como trastornos generalizados del desarrollo, autismo, altas capacidades o síndrome de Down, entre otras. Así, seguirán con la terapia canina, ya que se “obtienen grandes resultados”, explica Nasilli. Una perrita acude al centro todas las semanas para interactuar con los menores con NEE. Además, cuentan con un aula multisensorial en la que se “trabaja el tema de las emociones y los sentidos” mediante distintas herramientas como la luz, el color, el sonido y las piscinas de burbujas, entre otras. También se dará continuidad al proyecto ‘Ingenia’ que centra su atención en detectar, seguir y acompañar a los alumnos con altas capacidades que “son lo grandes olvidados del sistema educativo”.