Cuatro días después de que Altsasu se transformara con su carnaval rural, ayer seguían de homenaje a Don Carnal en la villa. Y es que es costumbre, entrada ya la Cuaresma, que los y las altsasuarras celebren su carnaval piñata, una excusa para volver a meterse en la piel de otros personajes. Es la cara urbana de esta fiesta irreverente, un mundo en el que todo es posible.
Así, fieros guerreros, aguerridos piratas, princesas de cuento, buceadores, marineros de permiso, sevillanas camino del Rocío, ángeles del infierno, dálmatas, una cuadrilla de sidrería o un grupo de Vox convivían en perfecta armonía en la plaza de Altsasu.
Lo cierto es que en esta marea humana había de todo, personajes reales o figurados, de tiempos pasados o futuros, algunos inclasificables en un derroche de imaginación. Y es que junto a disfraces al uso, comprados en los chinos o por Internet con más o menos presupuesto, había otros en los que se echó mano de la ilusión, con muchas horas de trabajo detrás, con puestas en escena en la que no faltaba detalle. A la hora de elegir, la TV y el cine siempre es fuente de inspiración, ahora sobre todo series de las plataformas. Era el caso de una cuadrilla de mujeres de El cuento de la criada que huían de la esclavitud sexual de un régimen fundamentalista plasmado en la exitosa serie de HBO. También había judíos ultra ortodoxos, una realidad mostrada en la serie de Netflix Unorthodox, además de super héroes de Marvel o personajes de Disney, con una larga lista donde elegir junto con otros personajes mas reales como asaltantes al Capitolio.
A su aire iba Raffaella Carrà, llegada del más allá para poner salsa en el carnaval de Altsasu. La italiana, que tantas fiestas ha animado con sus canciones, no llegó sola, con un grupo de baile a su altura.
Por la mañana se encargó de calentar motores la banda Haize Berriak, recién llegada de Hogwarts para arropar a Harry Potter que no se quería perder esta fiesta. Tampoco un grupo de quintos, que seguían de celebraciones de Santa Águeda, ni parte de la plantilla de un hospital que aprovechó que la pandemia está remitiendo para darse un respiro entre tanto trabajo y estrés.
Si bien hubo mucho color, la lluvia deslució esta fiesta, con una pequeña tregua al mediodía. Pero como se suele decir, al mal tiempo, buena cara, y paraguas en mano, cientos y cientos de personas disfrutaron del último cartucho de las celebraciones de invierno en la villa tras casi dos años en blanco.
Lo cierto es que este año el carnaval de Altsasu ha sido especial, más si cabe cuando poder celebrarlo era todo un logro después de semanas de incertidumbre. Además, era el 40 aniversario de la recuperación de esta fiesta