No son pocas las reclamaciones de clientes hacia repartidores o empresas de mensajería por pedidos que llegan tarde, que no se entregan porque dicen que el destinatario no estaba en su casa (cuando no se ha movido de ella esperando expresamente su paquete) o que se reciben en mal estado o directamente rotos debido a una descuidada manipulación. Y con el auge de las compras on line esas protestas se han multiplicado exponencialmente.
Entre todas esas quejas comunes ha llamado la atención la de un usuario de X (antes conocido como Twitter), Jorge Naranjo (@nanafilms), que ha relatado en esa red su surrealista experiencia reproduciendo la conversación que mantuvo recientemente por el telefonillo con un repartidor de Amazon que le debía entregar en su domicilio un paquete que contenía un libro, titulado La escucha actual, en su interior.
“¿Te lo dejo en el buzón? Cabe”, propuso el repartidor, pero el cliente rechazó la propuesta, ya que se encontraba en casa y podía recogerlo en persona. “Te lo dejo ahí, que cabe”, insistió el empleado. “No, además salgo ya”, le rebatió Jorge, pero el repartidor seguía erre que erre. “Bueno, yo te lo dejo en el buzón”, volvió a decirle. “Si no quieres subir, bajo y nos vemos a mitad de camino”, propuso Jorge por si el trabajador tenía mucha prisa. “Ya está dentro”, zanjó este.
A continuación Jorge Naranjo muestra en fotografías el estado de su pedido, con el paquete absolutamente doblado y el libro notablemente dañado, con lo que queda claro que ese “cabe” que dijo el repartidor sólo era real a presión.
Lógicamente el cliente se puso en contacto con el servicio de atención al cliente de Amazon, que se comprometió, como no podía ser de otra forma, a reenviarle un nuevo libro en perfectas condiciones. “Ahora tienen que llevarse éste y traer otro”, explica Jorge a un tuitero que se comunicaba con él para sugerirle cómo actuar. Y se lo toma con humor: “Espero que lo vuelvan a meter en el buzón y entremos así en un bucle infinito que rompa las barreras del espacio-tiempo”.
Otro tuitero, siguiendo con la ironía, le reprocha su proceder. “Eso te pasa por comprarte el libro en Amazon en vez de ir a la casa del escritor con tu impresora para imprimírtelo allí”. A lo que Jorge le responde: “Se lo intenté decir al escritor pero acabó metiendo su impresora en mi buzón”.