Bloguero, abogado anticorrupción y organizador de las mayores protestas antigubernamentales desde la caída de la URSS, Alexéi Navalni, enemigo número uno del presidente ruso, Vladímir Putin, murió este viernes en la prisión en la que ha pasado sus últimos días. Tras casi tres semanas desaparecido, colaboradores del líder opositor ruso en la red social X informaron el pasado 25 de diciembre que le habían localizado en una cárcel cerca de la cordillera de los Urales, en el círculo polar Ártico.
Desde entonces ha permanecido en la prisión IK-3, ubicada en la localidad de Jarp, en el distrito autónomo de Yamalo-Nénets, y conocida como 'Lobo polar'. Se trata de uno de los centros penitenciarios más alejados de la civilización que existen en Rusia, además de famosa por las difíciles condiciones en las que sobreviven sus internos.
La localidad de Jarp, que tiene unos 6.000 habitantes, se encuentra a casi 2.000 kilómetros de Moscú, o lo que es lo mismo, a unas 45 horas en tren desde la capital rusa. Jarp se encuentra ubicada a unos 50 kilómetros de Salejard, la capital administrativa de este territorio que tiene una superficie mayor que la de Francia, pero que está poblada por solo medio millón de habitantes.
Una de las zonas más septentrionales y remotas del país, a la que resulta incluso difícil llegar. En este lugar recóndito se encuentra la cárcel IK-3, una prisión fundada en la década de los 60 y con capacidad para un millar de reclusos. En invierno, las temperaturas en la zona raramente superan los 10 grados bajos cero, mientras que la luz solar apenas llega a las dos horas.
Se trata de un centro penitenciario heredero de los antiguos gulags soviéticos -campos de trabajos forzados para opositores políticos del régimen- que actualmente acoge a los presos considerados más peligrosos y en el que son habituales los abusos a los reclusos, que en muchos casos carecen de la ropa y los bienes más esenciales.
Celda de aislamiento
En estas duras condiciones, se sabe que este miércoles Navalni fue enviado a una celda de aislamiento por cuarta vez desde su llegada a la prisión a finales de 2023. Entre el 1 y el 11 de febrero, el líder opositor ruso ya había sido encerrado en una celda de aislamiento. Se trataba de la vigésimo séptima vez que el opositor era castigado con ese método desde su detención, en enero de 2021, en el aeropuerto de Moscú.
Pese a estar en una celda de aislamiento, este mismo jueves Navalni pudo participar en una vista judicial por videoconferencia. Durante esa aparición, el político opositor criticó con su habitual ironía las multas que le seguían imponiendo los tribunales pese a su estancia en la cárcel. "Su majestad, le enviaré el número de mi cuenta bancaria para que me pase dinero de su enorme salario de juez federal, porque a mí el dinero se me acaba debido a sus decisiones", bromeó.