Tanto el Alarde Tradicional como el Público han llenado hoy las calles de Irun, en Gipuzkoa. La primera de ellas ha congregado 19 compañías, un total de 6.500 soldados y 19 cantineras. La segunda se ha compuesto de 1.000 personas, entre ellas mujeres que participan como soldado. Esta celebración se ha realizado en el marco del día de San Marcial.
La alcaldesa de la localidad, Cristina Laborda, ha recibido ambos alardes en el ayuntamiento junto a varios representantes de la corporación municipal.
En el Alarde Público también han estado presentes caras conocidas de otros ámbitos como la directora del Instituto Vasco de la Mujer Emakunde, Miren Elgarresta; la adjunta del Ararteko, Inés Ibañez de Maeztu; la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, entre otros.
Alarde Tradicional y Alarde Público
El Alarde Tradicional, en el que las mujeres no pueden desfilar como soldados sino solo como cantineras, ha arrancado hacia las 07.40 horas de la plaza Urdanibia, en una jornada gris que, sin embargo, la lluvia ha respetado. El general Asier Etxepare, que estrena cargo este año, ha recibido a los soldados, que han desfilado con normalidad, en la plaza de San Juan a donde se han dirigido desde Urdanibia.
Tras pasar revista a las tropas, estas han efectuado las tradicionales descargas. A continuación, los soldados se han dirigido a la Iglesia Juncal para regresar más tarde a la plaza Urdanibia.
El Alarde Público, por su parte, ha salido hacia las 10.30 horas, con unos pocos minutos de retraso, desfilando también sin incidentes y arropado por cientos de personas. El desfile en el que las mujeres marchan también como soldados ha realizado las tradicionales descargas después de pasar revista su general, Maite Vergara.
Durante el desfile del Alarde igualitario se han podido escuchar gritos de apoyo a las mujeres en el alarde como 'Alardea, emakumea' ('Alarde, mujer').
Con esta fiesta, Irun recuerda a las tropas irunesas en la batalla de San Marcial, que finalizó el 30 de junio de 1522 con la derrota de los soldados franceses en la Peña de Aldabe, evitando que se hicieran con el control de la ciudad fronteriza.