Las alegrías están para compartirlas y ayer la felicidad tenía un nombre propio: Argentina. Apenas terminó el partido, la inolvidable y trepidante final ante Francia, decenas de argentinos y seguidores de la selección albiceleste afincados en Pamplona se congregaron en la Plaza del Castillo para celebrar el título mundial. El primero de Leo Messi. El primero para muchos de los que allí estaban. El que jamás olvidarán.
Ataviados con sus camisetas, orgullosos de lucirlas, desplegaron también sus banderas en medio del jolgorio y la algarabía. Gritaron y cantaron, entonando las creativas e incisivas letras que tan célebres se han hecho en este Mundial y que los propios jugadores de la selección compartían con la afición en el estadio después de cada victoria.
La improvisada fiesta sorprendió a muchos de los paseantes que a esas horas disfrutaban de la Plaza del Castillo, centro neurálgico de Pamplona, y del mercadillo navideño que acoge. Para poder acceder al kiosko, los hinchas argentinos quitaron algunas vallas, lo que provocó el malestar de algunos inquilinos de las casetas.
El de ayer era un día especial. Argentina se alzaba con la tercera estrella, 36 años después de la última. Así que había que celebrarlo. Y nadie quería perdérselo. Como tampoco lo hizo un rostro conocido del deporte en Navarra, el portero del Helvetia Anaitasuna de balonmano Juan Bar. Junto a su esposa, Natalia, brindaron con los suyos por el triunfo de la albiceleste. El internacional argentino, luciendo además la camiseta de su selección con el número 77, el de su compañero de equipo y de selección Nicolás Bonanno.
Abrazos, besos, saltos de alegría, cánticos, globos... No faltó de nada ayer en la Plaza del Castillo. Argentina era campeona del Mundo. Y Pamplona se sumó a la fiesta.