Nada más conocer la noticia de que un terremoto de una intensidad inusitada había sacudido Turquía y Siria, la ONG Acción Norte puso en marcha el protocolo para acudir a ayudar en la medida de lo posible, con una única tarea en mente. Rescatar a personas vivas. Desgraciadamente, el enorme esfuerzo físico, mental y logístico que realizaron estos bomberos profesionales no dio frutos, y apenas unos pocos días después estaban de nuevo en Gasteiz, exhaustos y frustrados por no haber podido salvar ninguna vida, pero dispuestos a poner en marcha de nuevo, cuando sea necesario, la engrasada maquinaria que les permite presentarse en cualquier parte del mundo a las pocas horas de desatarse una catástrofe.
Este viernes, a las 18.30 horas y en el salón de actos del centro cívico Zabalgana, integrantes de esta ONG darán una charla en la que narrarán todo lo vivido en esas frenéticas horas en las que, sin apenas poder dormir, volcaron sus esfuerzos en rescatar al mayor número posible de víctimas.
“En la ciudad en la que estábamos nosotros, Adyaman, que son unos 300.000 habitantes, hemos estado con muchos grupos de rescate y sí que el primer día un grupo debió de sacar a una persona viva, pero es muy difícil. Nosotros no lo hemos conseguido”, narraba a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA Juan Carlos Delgado, uno de los seis bomberos de la ONG Acción Norte Vitoria desplazados a Turquía ya en Ankara, a punto de regresar a Gasteiz, una vez que las esperanzas de encontrar víctimas vivas se esfumaron definitivamente y el Gobierno turco decidió sacar a todos los equipos extranjeros de rescate.
La magnitud del desastre
El esfuerzo, en todo caso, fue descomunal. Ayudados por cuatro guías caninos y sus perros, los bomberos gasteiztarras rastrearon multitud de edificios, pero el grado de destrucción y la fragilidad de las construcciones no les permitieron sacar a nadie con vida de entre los escombros, si bien sí ayudaron en el rescate de personas fallecidas. Para explicar la magnitud del desastre, Delgado explicaba que en un bloque de viviendas en el que habitaban unos 170 personas solo sobrevivieron una decena. A partir de ahí, comenzaron los trabajos con maquinaria pesada, dando por pérdidas las vidas que aún se pudieran salvar.
Todas estas vivencias dejaron muy tocados a estos profesionales, curtidos en el rescate en estructuras colapsadas, pero personas de carne y hueso, al fin y al cabo, que volvieron a Vtoria con muchas imágenes en su cabeza que será difícil olvidar. El “olor a muerte”, las familias de las víctimas esperando un milagro junto a los escombros, la destrucción absoluta... Todas estas experiencias las dará hoy a conocer en el centro cívico de Zabalgana un grupo de bomberos que, a raíz de lo vivido, también ha sacado un aprendizaje. “Cuanto antes te pongas en el lugar siniestrado, la posibilidad de encontrar víctimas, aumenta. Por eso estamos trabajando ahora mismo en evolucionar para tener una respuesta más rápida”, explicó Delgado a este periódico.