Ya no están en la zona siniestrada. "Ahora estamos en Ankara. Nos han sacado de madrugada”, cuenta a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Juan Carlos Delgado, uno de los seis bomberos de la ONG Acción Norte Vitoria desplazados a Turquía para colaborar en las labores de rescate de supervivientes entre los escombros de los edificios derrumbados como consecuencia del terremoto de magnitud 7,4 que sacudió el pasado lunes tanto este país como el de Siria.
Al igual que a ellos, el Gobierno turco ha decidido sacar a todos los equipos extranjeros de rescate. “El motivo de ello es que prácticamente ya no se están encontrando personas vivas. El grado de destrucción es tan bestial y como han pasado ya varios días, no es fácil encontrar a personas vivas. En la ciudad en la que estábamos nosotros, Adyaman, que son unos 300.000 habitantes, hemos estado con muchos grupos de rescate y sí que el primer día un grupo debió de sacar a una persona viva, pero es muy difícil. Nosotros, no lo hemos conseguido”, lamenta.
Búsqueda con perros
Pese a ello, han conseguido rastrear muchos edificios, gracias a la colaboración que han hecho con cuatro guías caninos y sus perros (una pareja de La Rioja y otra asturiana) con quienes “se han cohesionado muy bien. Han hecho una gran labor”, destaca Delgado.
En concreto, en su caso se han dedicado únicamente a la búsqueda personas vivas, “aunque hayamos ayudado también en la extracción de cadáveres. Es tal el grado de colapso y de destrucción, que no hay prácticamente huecos de supervivencia en los edificios. No se encuentran personas vivas, lo cual no indica que no haya alguno, pero los días van pasando y la posibilidad de que los haya, va disminuyendo”.
Olor a descomposición
De ahí que el Gobierno turco, como añade, lo que quiera ahora sea volver a la “normalidad” porque también ahora hay otro tipo de problemática: en la calle huele a descomposición. “Para que te hagas una idea: estuvimos en un bloque de viviendas, porque allí se han derribado totalmente edificios de cuatro, cinco, seis y siete alturas. Hay dentro había unas 170 personas y se han sacado a diez, así que eso da una idea de cuántos cadáveres hay dentro”, ilustra.
Por esta razón, se están metiendo ya palas de excavadoras en todos los sitios. “Inicialmente, los rescates que realizamos nosotros se llaman rescates superficiales, en los que vas entrando con mucho cuidado, estabilizando estructuras, de forma que no haya movimientos y puedan cerrar esos huecos posibles donde pueda haber unas personas, pero esa etapa ya se ha cerrado y ahora toca la maquinaria pesada. Yo creo que toda la maquinaria pesada de toda Turquía está en las zonas siniestradas. Yo no he visto nunca jamás tanta maquinaria pesada como la de que hay ahora mismo, donde estábamos nosotros.Es exagerado. Están sacando escombros”, detalla.
"Nunca más como esto"
A la pregunta de si repetirían este viaje, responde que ojalá no haya nunca nada más como esto. “Ahora estamos en Ankara, estamos descansando, pero, no obstante, estamos hablando entre nosotros para ver cómo la próxima vez, si se diera el caso, nuestra respuesta fuera lo más rápida posible ya que los momentos iniciales, son cruciales. Cuanto antes te pongas en el lugar siniestrado, la posibilidad de encontrar víctimas, aumenta. Por eso estamos trabajando ahora mismo en evolucionar para tener una respuesta más rápida”.
Aunque no lo saben a ciencia cierta, creen que mañana, lunes, podrían coger el vuelo de vuelta: “Estamos a la espera de confirmación. Inicialmente el vuelo lo teníamos para el martes pero como el Gobierno turco decidió sacarnos ya a todos los equipos de rescate extranjeros, estamos intentando adelantarlo”.
Impactados
Regresan “con pena”, por no haber podido hacer algo más, y “tocados”, por la situación vivida: “Pasear por esas calles, que parece como si hubiera habido una guerra, con edificios totalmente destruidos, uno sobre otro, y ese olor a muerte, porque el olor a descomposición es palpable ya. Cuando te metes en los edificios es tremendo. Sí que es cierto que según van pasando los días, el olfato se va acostumbrando. Pensaba que eso no podía llegar a ocurrir”.
Otra de las cosas que más también les ha impactado también es ver cómo los familiares hacen guardia delante de las ruinas, con unas temperaturas muy bajas, por lo que se sientan delante de una hoguera a calentarse. “A veces aparece un recuerdo por ahí y se echan a llorar. Las imágenes de los familiares te toca. Es desolador. Yo nunca he estado en una guerra, pero pienso que en muchos aspectos tiene que parecerse”, declara Delgado.