Esto no ha hecho más que empezar, sin embargo el Athletic alberga motivos para sentirse tranquilo y satisfecho, al menos relativamente. Sumar dos de cada tres puntos disputados constituye un logro interesante porque semejante media es, si no imposible, sí muy difícil de mantener en el largo plazo. Significaría terminar el campeonato con 76 puntos que, sin el más mínimo género de duda, garantizan puesto europeo. Fue con Ernesto Valverde en el banquillo cuando más cerca estuvo el equipo de ese número mágico, al plantarse en los 70 puntos. Ocurrió en la campaña 2013-14, probablemente la que deparó el mejor fútbol que la afición haya degustado en los últimos lustros. La hazaña valió un billete para tomar parte en la Champions.
Dicha marca se aleja claramente de los registros de la última década, cuando lo más próximo ha sido alcanzar los 63 y 62, también con el actual técnico al mando. El Athletic en este tiempo se ha movido en una horquilla que va de los 43 a los 55 puntos, en general por encima del medio centenar. Por tanto, solo cabe concluir que figurar con diez puntos en el casillero a fecha de hoy habla de un buen comienzo, algo que se estima muy conveniente para el asentamiento de cualquier proyecto.
Más allá de que sería legítimo reivindicar un botín más jugoso por aquello de que el empate con el Mallorca de la primera jornada no recompensó el despliegue realizado y tampoco la derrota sufrida en San Mamés ante el Espanyol respondió al desarrollo del juego, esos diez puntos probarían que los aspectos positivos del juego superan a los negativos. Además, no es cuestión de vivir en un lamento constante porque tal o cual día salió torcido, no acompañó la fortuna o, sencillamente, el rival anduvo más despierto para rentabilizar el pulso, una posibilidad que nunca se debe descartar.
Otro parámetro que sobre el papel confirma que el Athletic ha empezado con buen pie alude a los goles. Claro que aquí se corre el peligro de caer en el autoengaño. En efecto, contar con nueve goles suena bien, únicamente Madrid y Barcelona se muestran más resolutivos, pero ocho de esos tantos se lograron frente a Cádiz y Elche, los conjuntos que cierran la clasificación, el primero sin puntos y sin goles y el segundo con un punto y dos goles. El Athletic ha sabido aprovecharse de la exagerada debilidad de dos grupos desnortados para lucir una pegada que en el resto de las citas apenas ha asomado.
Saldar cada visita a los colistas con cuatro goles reflejaría una puntería acreditada si luego hubiese una continuidad en el acierto. El problema radica en que el Athletic, al margen de su desigual producción ofensiva, ante Mallorca, Valencia y Espanyol se ha quedado muy corto en términos de acierto. Es por ello que carece de sentido sostener que ese par de goleadas demuestran que los rojiblancos saben desenvolverse en los metros finales.
Más bien se confirma que las carencias en materia goleadora, característica de ejercicios recientes, no ha desaparecido. La vigencia de ciertos males que en liga han supuesto un lastre año sí y año también es una realidad. Nadie en su sano juicio exige una transformación radical en tan breve espacio de tiempo, no procede cargar las tintas en el auténtico déficit estructural que padece el Athletic. Y, para qué negarlo, se han visto indicios que apuntan a una mejoría, al menos se percibe una intención de elevar la calidad en el manejo de la pelota, la agilidad, la precisión y la profundidad.
Luego, con mayor margen si se quiere, vendrá el momento de analizar aquellos retoques que Valverde ha introducido. Variaciones que básicamente se concentran en el medio del campo, que ahora presenta un perfil más creativo del que hemos conocido en temporadas anteriores y que, en principio, están a prueba, pudiendo dar paso a otros movimientos, pues la plantilla reúne elementos de sobra para explorar diversas alternativas.
A modo de remate, recordar que en la 2019-20, el único curso completo de Gaizka Garitano, a estas alturas el Athletic tenía once puntos, había eludido la derrota, hecho seis goles y recibido uno, lo que le colocó como líder del campeonato. Estadísticas muy similares a las que se firmaron con Marcelino hace exactamente un año: nueve puntos, sin derrota, un gol en contra y cuatro a favor. Celebradas las 38 jornadas, el equipo sumó 51 y 55 puntos respectivamente. Es preferible empezar fuerte, pero con eso no basta. l