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Los buitres leonados de las Bardenas vuelan por extensiones de hasta 10.000 kilómetros cuadrados al año

Buitre leonado en pleno vuelo.

Monitoreando buitres leonados de las Bardenas Reales de Navarra, un equipo liderado por la Universidad Miguel Hernández de Elche y en el que participa la Estación Biológica de Doñana (EBD) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), centros dependientes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CSIC), ha determinado que esta especie puede desplazarse en un año por extensiones de hasta 10.000 kilómetros cuadrados.

El buitre leonado es una especie "clave" en el sur de Europa debido a que "presta importantes servicios ecosistémicos" a través de la eliminación de restos de ganado y ungulados salvajes, sin coste económico y sin emisiones de efecto invernadero. Junto con el resto de especies de aves carroñeras, "también se ha convertido en un atractivo clave para el turismo de la naturaleza, lo que genera importantes ingresos en economías rurales, especialmente en la llamada 'España vaciada'".

"A pesar de su importancia, aún se sabe muy poco acerca de aspectos esenciales de la ecología del movimiento de esta especie, algo que resulta fundamental para gestionar de forma adecuada su conservación", ha explicado el profesor de Investigación en la Estación Biológica de Doñana-CSIC y autor del estudio, José Antonio Donázar.

127 buitres con GPS

Para este estudio, se marcaron 127 buitres leonados con GPS en cinco regiones diferentes de la España peninsular. Según ha indicado el CSIC en una nota de prensa, el trabajo reúne información de varias poblaciones de esta especie, tres de ellas monitoreadas por la EBD-CSIC en Andalucía y Bardenas Reales de Navarra, lo que ha permitido obtener datos de un número de ejemplares "sin precedentes".

Los datos obtenidos indicaron que los individuo se mueven a lo largo del año por áreas muy extensas que alcanzan los 5.000 kilómetros cuadrados de media, pero que en ocasiones se acercan a los 10.000 kilómetros cuadrados. Las aves, además, pueden llegar a desplazarse una media de 1.700 kilómetros al mes.

El análisis de datos reveló "importantes" diferencias en el área de campeo de los ejemplares en función de distintos factores, como el área de cría, la estacionalidad o el sexo del individuo. Por ejemplo, los individuos de las regiones de cría situadas más al norte, en los Pirineos, el valle del Ebro y el Sistema Central, mostraron áreas de campeo más pequeñas y recorrieron distancias mensuales más cortas que las poblaciones situadas en lugares más meridionales, como las sierras de Cazorla o Cádiz. El equipo también detectó diferencias en función de la estación del año.

Las áreas de campeo fueron mayores en primavera y en verano que en invierno y otoño, lo que podría estar relacionado con diferencias en las condiciones de vuelo y las necesidades alimentarias asociadas a la reproducción. Por otra parte, las extensiones de las áreas de campeo también mostraron diferencias en función del sexo del individuo.

Las hembras mostraron mayores áreas de campeo que los machos, lo que indica que estos últimos tienden a utilizar áreas similares durante todo el año. Ello puede determinar, por ejemplo, asimetrías en el riesgo de ambos sexos frente a factores de mortalidad causados por actividades humanas.

Cambios en las sociedades rurales

"A partir de estos resultados, resulta de máximo interés profundizar en cómo varían los patrones de uso de espacio cuando se producen cambios en las condiciones ambientales", ha afirmado José Antonio Donázar. A largo plazo, según el investigador, es "fundamental" prever cómo los escenarios de cambios radicales que se están produciendo en las economías rurales, pueden afectar a la viabilidad de las poblaciones de aves carroñeras.

"Las economías rurales están sufriendo cambios en dos sentidos, que son en realidad, caras de la misma moneda. Por un lado, tenemos la intensificación de la ganadería y, por otro, el abandono rural, que conlleva la desaparición de usos tradicionales y la renaturalización de amplias áreas de la Península Ibérica", explica. "Esto requerirá el seguimiento a largo plazo de las poblaciones con marcaje continuado de individuos con GPS y el examen de la respuesta individual ante estos cambios".

Los resultados obtenidos de este trabajo "demuestran que la gestión de especies que explotan áreas tan extensas no puede plantearse a nivel local" y que "son necesarias estrategias de conservación que garanticen la existencia de recursos tróficos y minimicen riesgos de mortalidad a escala prácticamente continental".

Para ello, según el equipo científico, se requiere la colaboración de administraciones regionales e incluso estatales para evitar asimetrías en la aplicación, por ejemplo, de normativas sanitarias relacionadas con la eliminación de restos ganaderos.

17/03/2023