Divulgar ciencia se ha convertido actualmente en un verdadero acto de valentía. Investigadores y científicos como Lorena Fernández, Javier Armentia y Fernando Valladares lo saben bien. Participar en medios de comunicación y redes sociales para explicar fenómenos complejos los ha convertido en blanco de insultos, críticas despiadadas y, en algunos casos, amenazas directas.
Un estudio reciente llevado a cabo por el Science Media Centre (SMC) y el grupo de investigación Gureiker de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha puesto cifras a esta preocupante situación. El 51,5% de los científicos españoles han sufrido algún tipo de agresión tras difundir contenido relacionado con el ámbito científico, un porcentaje que sube al 56,8% en el caso de las mujeres.
El estudio se basa en 237 cuestionarios respondidos por expertos que están incluidos en la base de datos del SMC, lo que representa el 17% de los encuestados, durante los meses de junio y julio de este año. Los participantes provienen de universidades y centros de investigación, en su mayoría con más de 20 años de trayectoria, y presentan una distribución equitativa entre hombres y mujeres.
Las redes, principal medio de acoso
Las redes sociales se han consolidado en los últimos años como el principal escenario de estos ataques. Destaca especialmente X debido a la intensidad y regularidad de los mismos.
“Las redes sociales han provocado un cambio muy importante en este sentido. Antes, cuando alguien se cabreaba con lo que decía, tenía que ir al periódico o a la radio a quejarse o escribirme personalmente. Ahora es todo mucho más fácil. Basta con coger el móvil y decir lo que a uno le dé la gana”, señala Javier Armentia, divulgador y colaborador del Grupo Noticias.
Los insultos (30,38%), los comentarios sobre su capacidad profesional (28,69%) y las opiniones sobre la integridad profesional (17,72%) son los ataques que más sufre la comunidad científica. Por detrás se sitúan los comentarios sobre su origen, etnia, ideología, religión o creencias (13,50%), los contactos intensos y repetitivos (10,97%), los comentarios sobre su físico (4,64 %), la publicación de datos personales (2,95%) y los comentarios sobre su orientación sexual o identidad de género (2,53%). También admiten sufrir amenazas de violencia física y sexual (2,11%), así como amenazas de muerte (1,69%).
“Me han llamado ‘gordo de mierda’ y se han metido conmigo por ser homsexual. Cuando era director del Planetario de Pamplona me dijeron que estaba ahí gracias alservicio de inteligencia o que me pagaba la CIA. También es habitual que alguno te desee la muerte”, explica Javier.
“ El acoso en las redes es una forma de violencia que no podemos tolerar como sociedad ”
Javier Armentia - Divulgador científico
Consecuencias psicológicas
Los comentarios de odio, la gran mayoría anónimos influyen en el bienestar de los científicos y divulgadores. Según el estudio de Science Media Centre y la Universidad del País Vasco, el 25% de las mujeres han experimentado ansiedad, inseguridad personal u otros problemas psicológicos debido a estos ataques. En el caso de los hombres esta cifra es sensiblemente menor, al situarse en el 21%.
“Resulta agotador estar recibiendo constantemente insultos y críticas por divulgar mi trabajo en medios de comunicación y redes sociales. Llevo tiempo trabajando para intentar que no me afecten este tipo de comentarios. A veces dan ganas de abandonar el espacio público”, manifiesta Lorena Fernández, directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto.
Sobre las medidas adoptadas por los científicos cuando sufren alguna de estas experiencias negativas, la mayoría opta por actuar en lo que respecta a las redes sociales, bien reportando o bloqueando las cuentas, eliminando, convirtiendo en privado sus perfiles o dejando de leer los comentarios que reciben.
“Hace ya más de dos años decidí cortar por lo sano y abandonar X porque me resultaba realmente tóxico; estaba solo favoreciendo precisamente ese tipo de conductas que yo quería evitar. No pienso dialogar con esta gente, no les voy a dar el placer de contestarles a sus mentiras”, expresa Javier Armentia con rotundidad.
Las personas encuestadas consideran necesario contar con canales para informar de sus experiencias negativas tras comunicar sobre ciencia, proponen extremar las precauciones en las redes sociales y piden implicación de las instituciones.