Son las 9.00 de la mañana del viernes 16 de septiembre, hora a la que se abren las puertas del Centro de Atención e Información de la Seguridad Social (CAISS), ubicado en la calle Yanguas y Miranda de Pamplona. Para entonces, varias personas esperan en la calle a ser atendidas, ninguna de ellas tiene cita previa porque o bien no han podido gestionarla a través de internet o no han conseguido que alguien les coja el teléfono. Una vez se abren las puertas van entrando a cuenta gotas al interior de las oficinas donde tienen que volver a esperar a ser atendidos. Eso sí, esta vez sentados. Fuera, en la calle, poco a poco van llegando más ciudadanos que se suman a la cola, que llega a ser de más de una veintena de personas y de varias horas.
Conforme va pasando el tiempo la paciencia de quienes esperan se va agotando y empiezan a quejarse y a comentar entre ellos el mal trato que les está ofreciendo la Seguridad Social. “Esto es una auténtica vergüenza.Quiero tramitar la prejubilación y ya es la segunda vez que vengo aquí y que tengo que esperar casi dos horas. He llamado por teléfono y es imposible que cojan y por internet no me deja coger cita previa”, denunciaba Juan Rodríguez, vecino de Pamplona, mientras esperaba en la calle. Pese a no tratarse de una fila muy larga, el tiempo de espera sí es dilatado por dos razones: dentro solo hay una persona para atender a todos los que acuden sin cita previa y la mayoría van a tramitar solicitudes complejas como la jubilación, el permiso de maternidad y paternidad, la viudedad o el Ingreso Mínimo Vital (IMV).
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Sin silla para ser atendidos
“Una vez que entras, tienes que esperar dentro otra media hora a ser atendido. Hoy es la segunda vez que venimos aquí porque tenemos que entregar unos documentos. Llevamos esperando algo más de una hora y la otra vez fueron más de tres”, relataban Natalia López y su hija Sonia Soriano, también vecinas de Pamplona, que aseguran que llevan tres semanas tratando de concertar una cita previa, algo que les ha sido “imposible”.
Tras ellas espera Miriam Palacios, vecina de Mutilva, que guarda bajo el brazo una carpeta con varios documentos. Acude a la Seguridad Social con un expediente de incapacidad permanente, aunque asegura que no lo quiere, que ella quiere trabajar. “No es la primera vez que vengo porque no me resuelven todas las dudas. Hoy tengo claro que hasta que no tenga todo claro no me voy a ir”, explicaba Miriam, que relata que el mal trato que reciben: “Nos dicen que no nos pueden resolver las cosas y no hay ninguna silla, tienes que estar todo el rato de pie y agachada para que te escuchen por la ventanilla”.
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“Es un escándalo”
Solo un trabajador para atender a unas 50 personas al día porque el resto de empleados atienden a quienes han cogido cita previa. Por tanto, conseguirla es posible, aunque complejo, algo que explica el personal de seguridad a quienes hacen cola en la calle. “Aunque abramos a las 9.00 las oficinas, tenéis que estar llamando o pidiendo la cita por internet desde las 7.00 o 7.30 de la mañana, porque no salen muchas y después de esa hora el sistema informático ya no deja pedir cita previa y es imposible que te cojan el teléfono”, les expone.
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Pero muchas veces ni por esas. Lucía Okolotowicz, vecina de Pamplona de origen polaco, llevaba desde las 7.30 de la mañana llamando por teléfono y no ha obtenido respuesta. Acude al CAISS con su hija Bárbara para tramitar la jubilación y ambas destacan que es “un escándalo” que se les esté dando este trato por parte de la Seguridad Social. “Es la tercera vez que venimos porque no nos han explicado bien las cosas y la única manera de resolver las dudas es aquí”, denuncia Bárbara.