La poesía, la filosofía, el teatro, la oratoria, la novela, la historia, la sátira, la fábula, el cuento…, Todas estas formas de comunicación las inventan y las escriben por vez primera unos autores geniales, divertidos, inspiradores y estimulantes, llenos de vida, magia y energía: los autores grecolatinos. “Mi libro es una invitación a descubrirlos y disfrutarlos, porque los autores clásicos son estimulantes, inspiradores, deliciosos”, incide Emilio del Río Sanz, quien demuestra a través de la radio y su podcast la actualidad y lo entretenida que puede llegar a ser la cultura clásica. Imprescindible para entender mejor el mundo en el que vivimos y también para comunicarnos mejor al arrojar luz sobre nuestras raíces y nuestra lengua. Parafraseando al poeta italiano Leopardi, sostiene que “la obsesiva búsqueda de lo útil ha terminado por volver inútil la vida”.
PERSONAL
Nacimiento: Logroño, 30 de noviembre de 1963 (58 años).
Formación: Es doctor en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid (por su tesis doctoral obtuvo el Premio Nacional de Estudios Clásicos en 1994) y profesor en la Universidad Complutense.
Trayectoria: Autor de numerosas publicaciones de investigación, en especial sobre comunicación y oratoria clásicas, y director de tesis doctorales, ha realizado estancias de investigación en universidades extranjeras. En 2019 el Gobierno de España le concedió la Cruz de Alfonso X el Sabio “por los méritos contraídos en los campos de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia y la investigación”.
Medios: Desde 2012 se encarga, con un enorme éxito de audiencia, de la sección de latín y cultura clásica Verba Volant, primero en No es un día cualquiera y en la actualidad en Las mañanas de Radio Nacional, dirigidos y presentados ambos por Pepa Fernández. Es el autor del podcast Locos por los clásicos, uno de los más populares de RNE.
Premios: Por su labor de difusión y promoción de la cultura clásica ha recibido los Premios Nacionales de la Sociedad Española de Estudios Latinos en 2011 y de la Sociedad Española de Estudios Clásicos en 2015.
Publicaciones: En 2019 publicó Latín Lovers y en 2020 Calamares a la romana, que han tenido una extraordinaria acogida. Acaba de sacar al mercado Locos por los clásicos (Ed. Espasa).
Hace poco, al número uno de las pruebas de Selectividad le preguntaban por qué iba a estudiar Filología Clásica en lugar de carreras como Medicina. ¿Por qué nos sorprende esto?
Porque hay mucha gente, a diferencia de este chico, que prefiere el éxito inmediato a la felicidad de hacer lo que realmente le gusta. Por eso les extraña que pudiendo elegir cualquier carrera de otro tipo, que parece que tienen salidas de trabajo aseguradas, haya optado por la Filología Clásica. De todos modos, hace poco salía un ranking de las profesiones mejor posicionadas para encontrar trabajo y entre las diez primeras estaba también la Filología Clásica, porque de ahí también los estudiantes salen muy bien preparados.
Cuándo hablamos de los clásicos, ¿a quienes nos estamos refiriendo, a los griegos, a los romanos...?
Hablamos de los grandes autores de Grecia y Roma, el momento mágico de la historia de la humanidad, el momento en el que se crean las bases de nuestra cultura, de nuestra civilización, de la democracia. Cuando el mundo romano se diluye entramos en la Edad Media, en los mil años de oscuridad y retroceso, durante mucho tiempo conocidos como la edad oscura. Esto demuestra que el progreso es frágil y la civilización hay que protegerla. Lo hemos visto ahora con el confinamiento: un microscópico virus de China nos ha metido a todos en nuestras casas y ha puesto en peligro nuestra forma de vida, nuestra civilización. Esto también nos lo enseñan los clásicos.
¿Había mujeres también?
Sí. Contamos con Safo, que fue una de las grandes poetas de Grecia, está Sulpicia de Roma, y las vemos en los textos, como en la figura de Antígona, una mujer que se rebela, como señala Sófocles, contra el poder de los hombres.
Se refiere en un capítulo de su libro a Cleopatra como ejemplo de empoderamiento de la mujer.
Sí, fue una mujer con gran poder, una mujer que gobernó. La humanidad ha ido para atrás en las sociedades patriarcales. A pesar de que hay que reconocer que se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, todavía queda largo trecho para lograr la igualdad de hombres y mujeres. Mujeres como Cleopatra son una muestra del empoderamiento de las mujeres en el mundo clásico.
Cuando se habla de clásicos parece que solo hablamos del griego y el latín como idiomas. ¿Su influencia se limita solo a eso?
No, y lo reseño en uno de mis libros: Latín Lovers (la lengua que hablamos aunque no nos demos cuenta). Esta pregunta me hace pensar en una escena memorable de la película La vida de Brian, cuando en un grupo activista, para echarles de Galilea, se preguntan: ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? Y la respuesta es que lo han hecho todo, desde las carreteras hasta los acueductos, pasando por los regadíos. También hicieron el latín, del que se derivan las lenguas romances que se hablan en todo el mundo y tienen influencia en el inglés y en el alemán; y el Derecho, que hoy está en todo el mundo, lo tenemos gracias a ellos, porque la idea del ciudadano con derechos y deberes, el concepto del ciudadano desde el punto de vista legal, así como la res pública, viene ellos. Y luego les debemos igualmente el concepto del humor. Porque el humor es cultural: nosotros tenemos una visión del humor a través de los romanos. Luego está la literatura, porque todas las modernas formas de comunicación las crean los clásicos: la novela, la oratoria, la filosofía, la historia, la tragedia, la comedia, la ética, la novela rosa e incluso el periodismo.
¿Cómo el periodismo si en aquella época no había periodistas?
Ryszard Kapuscinski, el gran maestro de periodistas, dice que el primer periodista fue Herodoto. Él escribió un libro sobre periodismo que se titula Viajes con Herodoto. Todas las formas de comunicación las crean los clásicos. Y a partir de ahí las mejores historias son de los romanos. De hecho, muchas veces lo que hacemos es reescribir las historias hasta en el cine o en el cómic.
¿Por ejemplo?
La versión que hizo Steven Spielberg de West Side Story está basada en un musical a su vez basado en Shakespeare, en Romeo y Julieta. Pero es que Shakespeare se basa en Ovidio, en uno de los mitos más bonitos de Las metamorfosis de Ovidio, el de Píramo y Tisbe. Asimismo, cuando vemos El señor de los anillos resulta que todo lo que cuenta esa historia deliciosa de Tolkien ya la contó Platón en La República hablando sobre el anillo de Giges, que le permitía ser invisible. Platón se plantea el dilema de, en el caso de que pudiéramos ser invisibles, ¿qué haríamos, el bien o el mal? Y él defiende la bondad. O sea, que 400 años antes del Dios cristiano él ya dijo que tras la muerte había en la eternidad un mundo para la gente bondadosa y un infierno para los malos. Otro ejemplo es La Guerra de las Galaxias. El primero que habló de viajar a la luna fue un escritor griego que se llamó Luciano de Samósata. Además, lo relata de un modo muy, muy divertido.
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¿El avance de pensamientos como el chino y otros, no tendría que hacernos recapacitar para poner más en valor nuestra herencia grecorromana?
Absolutamente, porque además en grandes países de Europa, como Inglaterra, Alemania y Francia, estudian más latín y griego que nosotros. Esto es una de las cosas que les hacen más grandes como países. Nosotros vamos por detrás, en eso nos llevan la delantera. Tendríamos que hacer como ellos: deberíamos estudiar más latín y griego porque nuestra cultura viene de ahí. ¡Cómo es posible que hasta en Corea se estudie latín y griego, y en nuestro país no!
La UE está cimentada en un pensamiento humanístico sin solución de continuidad con la cultura grecorromana. ¿Corremos el riesgo por desidia y desconocimiento de perder ese hilo guía?
Claro, esa es la clave, y como digo ocurre solamente en nuestro país, porque en el resto de Europa, insisto, se estudia más latín y griego que en España. Tenemos que mejorar. De hecho, tengo una sección en la radio con un éxito enorme entre colegios e ikastolas, porque hay demanda y los clásicos son divertidos, entretenidos. Los clásicos nos dan lecciones para la vida. Nos solemos gastar mucho dinero en libros de autoayuda, escritos a veces por un charlatán de feria, cuando los mejores manuales de autoayuda los han escrito los clásicos. Aprendes con ellos y te sirven para la vida, cuentan historias, son entretenidos, y eso es importante.
¿Por qué se enfrentan el estudio de los clásicos y la tecnología? ¿Acaso el acueducto de Segovia no es un derroche de sabiduría tecnológica?
Absolutamente de acuerdo. Los romanos eran un derroche de tecnología, de ingeniería y de todo. Si no se hubiera interrumpido el mundo romano y hubiéramos tenido ese retroceso de mil años que fue la Edad Media, me pregunto cómo habría sido la historia de la humanidad occidental. Además, no hay por qué oponer una cosa a la otra. De lo que se trata es de que los leamos, los disfrutemos, que sepamos que vamos a aprender y lo vamos a pasar bien leyendo a Ovidio, Homero, Aristófanes… Que son autores geniales, únicos y estimulantes. De hecho Locos por los clásicos está pensado para quienes no han oído hablar nunca de estos autores.
En el imaginario popular se piensa que son aburridos...
Puedo resultar cansino, pero siempre recalco que son divertidísimos porque cuentan historias. Son una muestra de la actualidad. Prueba de ello es que los títulos de los capítulos son a su vez títulos de canciones o de películas, referencias a la actualidad. Esto demuestra la modernidad y la actualidad de los clásicos. Leer a estos autores nos ayuda a manejarnos mejor en la vida de una forma interesante. En mi libro hay viajes, aventuras, amor, sexo, política, humor, moral, filosofía...
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¿Qué hacer para que esta herencia grecorromana no se pierda?
Hay que llegar a un gran acuerdo educativo para que el latín y el griego, las humanidades clásicas, ocupen el lugar que deben ocupar en la educación. La función del sistema educativo es formar ciudadanos, y el latín y el griego nos ayudan a ser más libres, porque nos dan más criterios de juicio, más conocimiento y nos invitan a decidir mejor. Y si tenemos opinión y decidimos mejor somos ciudadanos más libres. Eso es la libertad. Por eso es tan importante que estudiemos tres años, entre la Secundaria y el Bachillerato, a los clásicos. Hay una frase muy buena del poeta italiano Leopardi que lo resume todo: la obsesiva búsqueda de lo útil ha terminado por volver inútil la vida.
¿Cree que necesitamos más Méridas, más teatro clásico para avanzar?
Lo que hace falta es un gran compromiso educativo en el que el latín y el griego ocupen en nuestro país el lugar adecuado para ponernos al nivel de los grandes de Europa. Hay que recuperar el espacio perdido.
¿Por qué Locos por los clásicos? ¿No bastaría con seguirlos de manera cuerda?
Porque los clásicos, cuando los conoces, te apasionan, son una locura. Es una forma de decir que estamos entusiasmados por los clásicos, porque son tan divertidos, tan didácticos, que te enganchan. La cuestión es llegar a ellos. Por eso digo que este libro está pensado para las personas que no han leído nunca a Ovidio, para los que piensan que Aristófanes es un jugador de Brasil o que Homero es un delantero uruguayo, porque lo van a disfrutar. Y por supuesto, para los que han leído a alguno de estos autores, ya que se van a reencontrar y van a volver a disfrutar con ellos. A través de 36 capítulos, dedicados a 18 autores griegos y 18 latinos, se hace ver cómo Virgilio, Plutarco, Cicerón, Ovidio, Epícteto, Homero o Séneca tienen mucho sentido del humor, mucho drama y muchas lecciones para la vida. En definitiva, este es un libro para disfrutar y descubrir, o redescubrir, a los clásicos.