Hay alimentos que consumimos de forma habitual sin ser muy conscientes de que pueden suponer un serio riesgo para nuestra salud. Se trata de los conocidos como venenos blancos entre los que se encuentran el azúcar, la sal, las harinas refinadas y el arroz blanco.
Estos alimentos en realidad no son venenosos, ya que no son tóxicos ni suponen un riesgo inminente para nuestra vida, sino que se trata de sustancias poco saludables. No aportan ningún tipo de nutriente, vitamina, mineral, proteína ni fibra de los que nuestro organismo necesita, por lo que su calidad nutricional es mucho menor que la del alimento de origen.
Esto se debe a que estas sustancias han sido modificadas mediante un proceso físico o químico para eliminar algún componente y en él pierden sus propiedades. Además, se les añaden sustancias como aditivos, conservantes, colorantes y potenciadores de sabor que no son beneficiosas para nuestro organismo.
Todos estos venenos blancos tienen algo en común: son sustancias de color blanco, su consumo es habitual, han sido sometidas a un proceso de refinado y sobre ellas hay decenas de estudios que avalan que consumidas en exceso pueden causar numerosos problemas de salud.
Azúcar
Es un disacárido obtenido de la mezcla de glucosa y fructosa que nos aporta energía de consumo rápido. Pese a su origen vegetal, al ser extraído de la caña de azúcar o de la remolacha, durante el proceso de refinado pierde la fibra y la proteína.
Tomarlo en exceso, tanto en forma de azúcar libre como en productos ultraprocesados, nos puede provocar caries, acné, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertension y hasta cáncer, entre otras enfermedades.
Sal
La sal refinada o sal de mesa se compone básicamente de cloruro sódico, lo que nos dejará residuo seco, es decir, un exceso de esta sustancia en distintas partes de nuestro cuerpo.
No debemos eliminarla por completo de la dieta, pero sí moderar su consumo y limitarlo a no más de 5 gramos al día. Además, hemos de tener en cuenta que la sal que consumimos no es solo aquella que echamos directamente del salero, sino que hay alimentos como quesos, embutidos, sopas preparadas o pan que tienen mucha sal.
La hipertensión, la retención de líquidos o las enfermedades cardiovasculares tienen en muchos casos el uso o abuso de este tipo de sal como una de sus principales causas.
Harina
Consumir harina refinada en exceso puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. Está compuesta básicamente de almidón que se metaboliza muy rápido y provoca un brusco aumento de la glucemia en la sangre que hace trabajar demasiado al páncreas.
Los expertos en nutrición aconsejan consumir harina integral, ya que contiene todas las partes del cereal (germen, salvado y endospermo) de forma que conserva todos sus beneficios: fibra, vitaminas, minerales y ácidos grasos.
Arroz blanco
El arroz pasa por un proceso de refinado en el que se retira la cáscara para obtener el grano y se pule después para eliminar el salvado y el germen. De esta forma se eliminan más de la mitad de sus minerales, hasta un 90% de las vitaminas del grupo B y la fibra y el arroz queda reducido a almidón.
Su elevada carga glucémica, al igual que ocurre con la harina refinada, provoca fuertes aumentos de glucosa en sangre, lo que nos va a provocar enfermedades como diabetes u obesidad, entre otras. De hecho, científicos de la Universidad de Harvard concluyeron que ingerir este alimento a diario podría incrementar hasta un 27% el riesgo de padecer diabetes de tipo 2.
Si eres consumidor habitual de estos productos, cambiar los hábitos de alimentación no te resultará una tarea fácil, pero debes procurar ir introduciendo en tu dieta, poco a poco, más alimentos integrales. Pronto notarás sus beneficios y tu cuerpo te lo agradecerá.