"De buenas cenas, están las tumbas llenas". El doctor de Urgencias, César Carballo, citó este sábado el famoso refrán en un programa de televisión, para advertir sobre los efectos que pueden provocar los atracones navideños. Y, es que, a su juicio, en estas fechas se disparan los accidentes cardiovasculares. “Es muy curioso”, aseguró el médico, ya que “hay un estudio que dice que el día del año en el que más fallos cardíacos hay es el 25 de diciembre, después el 26, y luego el 1 de enero”.
Sin llegar a extremos tan catastrofistas, los especialistas alertan sobre los daños colaterales de tanto empacho de comida, y reconvienen sobre la necesidad de “no bajar la guardia” para sobrevivir a los excesos calóricos. “Olvídense de las dietas”, dicen los nutricionistas al unísono, que animan a tirar en Navidad la toalla de la alimentación saludable. Pero hay también otro mantra que repiten con insistencia. “La Navidad son cuatro o cinco días ¡eh!, no quince. No hay carta blanca para comer cualquier cosa a diario”.
Porque comer por encima de nuestras posibilidades conlleva un elevado peaje. El 73% de los ciudadanos confiesa realizar entre una y cuatro comidas o cenas con familiares o amigos durante las fiestas navideñas. Embutidos, patés, canapés, pavo, carnes con salsa, pescado, postres, bebidas... Cada celebración navideña puede contener más de 2.100 calorías a las que se debe añadir el consumo de bebidas alcohólicas como cerveza, vino, champán o licores de alta graduación.
Todo ello puede desembocar en atracones o indigestiones, molestos trastornos digestivos debidos a la gran cantidad de alimentos que ingerimos, que enlentecen la digestión y aumentan las secreciones gástricas. Estos productos ricos en grasas (mantecados, carnes grasas), en azúcares (dulces, alcohol) y en ácido úrico (marisco), provocan un sobreesfuerzo del aparato digestivo con consecuencias incómodas como acidez, flatulencias, abdomen hinchado, pesadez de estómago etc...
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Intoxicaciones y salud mental
Por eso, durante esta época, los profesionales aconsejan también moderar el consumo de alcohol, y extremar la precaución con la forma adecuada de cocinar y conservar los alimentos para impedir posibles intoxicaciones. Advierten, además, de la posibilidad de sufrir un atragantamiento, por lo que se debe extremar la vigilancia a menores y mayores, o con problemas de deglución, y masticar convenientemente para evitar accidentes.
Hay otro aspecto fundamental que, a menudo, se pasa por alto, y es que los atracones de Navidad, además de pasar factura a nuestro cuerpo, también pueden afectar seriamente a nuestra salud mental porque la dieta influye sobre nuestro bienestar psicológico. En este sentido, los dietistas recomiendan adoptar pequeños remedios que nos ayuden a evitar obsesionarnos con la comida. Y proponen también que no nos sintamos culpables después (e incluso antes) de una cena de Nochebuena o Nochevieja.
Disfrutar de la comida en compañía es una tradición, y es inevitable desmelenarse de vez en cuando a nivel gastronómico. Sin embargo, si esto se convierte en una obsesión, también tendrá un impacto negativo sobre la salud. “Este aluvión de pensamientos intrusivos, que empujan a comer incluso cuando se está lleno, pueden estar relacionados con otros trastornos como la ansiedad, y si no se combaten a tiempo, solo sirven para agravar nuestra salud física y mental”, señalan.
Sin restricciones
Ana Gutiérrez Frutos, psicóloga especialista en comportamiento y control del peso del programa Allurion, aporta las claves sobre cómo poner freno a esos antojos. Una de sus primeras recomendaciones es evitar las restricciones. “Hay que partir de la base de que se puede comer de todo. Nada está prohibido. Es importante no privarse de los alimentos que más nos gustan, porque la prohibición aumenta automáticamente el deseo. Sólo hay que tener en cuenta cuándo y cuánto podemos comer cada alimento, antes de vetar completamente su consumo”.
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A juicio de esta experta, “para controlar cuándo y cuánto podemos comer, el principal consejo es pensar; ¿cuándo merece la pena comer lo que se desea?”. “Así -dice- se habrá aceptado que se puede comer, pero se necesita planificar cuándo será el momento oportuno. Si se empieza a pensar de esta manera, el foco de atención se desplaza de la comida al propio plan. Al posponerlo, se reduce la ansiedad y se permite un consumo controlado”.
Observa la especialista la importancia de dejar la culpabilidad de lado. “Entender que hay muchos factores implicados en el aumento de peso como la falta de sueño, las emociones, o el sedentarismo. Al comprender que la comida satisface tanto las necesidades fisiológicas como las emocionales, se podrá comer de todo en las cantidades adecuadas sin sentirse culpable. Por último, planificar las comidas y los tentempiés resulta también de gran ayuda”.
Entre tres y cinco kilos
De hecho, coger peso en Navidad es casi una batalla perdida. Los estudios dicen que en estas fiestas ganaremos entre tres y cinco kilos, ni más ni menos. Si desgranamos el dato por sexo, las mujeres se contienen más, pues aumentan de media 1,8 kilos. Los hombres, por su parte, van a tener que esforzarse mucho para perder los casi cuatro kilos que es posible que alcancen. Las razones parecen estar claras. El aumento de peso se explica por el hecho de que hay un mayor número de compromisos sociales, lo que se traduce en un exceso de comidas ricas en calorías y agrupadas en un corto periodo de tiempo.
Además, el ambiente festivo-vacacional de las navidades induce a un consumo de bebidas alcohólicas más pronunciado, las cuales, tal y como recuerda la experta, aportan muchas calorías sin proporcionar apenas elementos nutritivos al organismo.
Los turrones y dulces navideños son culpables, en gran medida, de este susto en la báscula porque los riesgos de pasarse con ellos son bien conocidos. Los productos con alto contenido de azúcar suelen ser ricos en calorías y el cuerpo tiende a almacenar el exceso de energía en forma de grasa.
Pero hay muchos más handicaps. El consumo elevado de azúcares añadidos se ha vinculado a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares ya que contribuye al aumento de los niveles de triglicéridos, la presión arterial alta y otros factores de riesgo.
Aún a riesgo de sonar tremendista, el exceso de este producto puede contribuir al síndrome metabólico, que incluye factores de riesgo como la obesidad abdominal. Tomar mucho azúcar también puede desencadenar procesos inflamatorios crónicos en el cuerpo. Incluso hay algunos estudios que lo asocian con un mayor riesgo de trastornos neurodegenerativos.
EN DATOS
50%
Con sobrepeso. Un análisis coordinado por el Instituto de Salud Carlos III, revela que más del 50% de los adultos y un tercio de los niños y adolescentes presenta exceso de peso. La obesidad en sentido estricto también alcanza cifras elevadas; el 10% en menores y el 18% en mayores de 18.
Prevalencia
Menos, en el norte. En el peso, hay una gran variabilidad geográfica. Las prevalencias más bajas se registran en la mitad norte de España. Así, en adultos, oscilan entre el 13% en Girona y el 27% en Badajoz.
Obesidad
Más, en el sur. Las provincias con mayor porcentaje de población con obesidad, tanto en hombres como en mujeres, se encuentran situadas en la mitad sur y es más común en personas con pocos estudios o recursos.
UNOS 45 DÍAS PARA PERDER LOS KILOS
Consejos. Inmersos en la vorágine de comilonas, la pregunta es cuánto se tarda en dejar atrás el peso ganado. La respuesta es entre uno y dos meses y medio siempre y cuando se combine la dieta sana con el ejercicio. Por algo en enero es cuando más inscripciones reciben los gimnasios. El éxito del abordaje de este sobrepeso no reside solo en alcanzar el número ideal en una báscula “ya que los buenos resultados a largo plazo solo pueden conseguirse si se produce una mejoría de la composición corporal, caracterizada por la pérdida de grasa corporal y el mantenimiento de la masa y la función musculares”, afirman los expertos reunidos en el XIX Congreso de la Sociedad Española de Obesidad, llevado a cabo en Sevilla.