Las nuevas tecnologías en esta sociedad digitalizada siguen siendo un terreno abonado para las bandas criminales, que no dejan de encontrar oportunidades para sus actos delictivos a través de sistemas informáticos. Se trata de episodios que no dejan de crecer en Gipuzkoa. Durante el último año se han registrado en el territorio 5.847 infracciones, un 26% más, con una curva ascendente que desde 2019 apunta un incremento del 50%, desde los 3.878 delitos del año previo a la pandemia a los casi 6.000 del pasado año.
La estadística de 2022 de la Ertzaintza pone sobre la mesa datos sobre una de las caras menos amables de tanta dependencia tecnológica. Los delitos contra el patrimonio son los más numerosos, con 5.360 infracciones. Todo está conectado a la red. Se ha dejado de concebir la vida sin Internet, sin móviles, sin conexión, y la permanente exposición digital está cada vez más presente en las actuaciones policiales.
La inmensa mayoría son por estafa. En concreto, un total de 5.347, lo que supone un 48% más que en 2019 (3.612), y un incremento del 28% con respecto al año pasado. Las modalidades delictivas cambian en la medida en que lo hace la propia sociedad. Este mismo lunes se ha conocido la detención en Alicante de dos personas acusadas de estafar 57.000 euros, para lo cual emplearon el conocido como 'romance scam', el timo del amor. La víctima, una mujer que se enamoró por una aplicación de contactos de un hombre que se hizo pasar por miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Los arrestados son un varón de 39 años, presunto autor material, y su pareja sentimental, una mujer de la misma edad, que era conocedora de los hechos y que se lucraba de los beneficios obtenidos con esta actividad ilícita, según ha informado el instituto armado.
Persiguiendo a "la liebre"
La propia Ertzaintza ha modificado la metodología de obtención de este tipo de datos sobre delitos informáticos. Incluso ha variado su propia denominación -antes eran delitos cometidos a través de Internet- con el objetivo de atinar más en la persecución de estas infracciones y adaptar su clasificación a los criterios establecidos por el Ministerio fiscal.
“El ciberdelincuente sigue siendo la liebre, pero en la Justicia hemos dejado de ser la tortuga”. Con estas palabras se expresaba el pasado mes de octubre en una entrevista concedida a este periódico la fiscal delegada especialista de criminalidad informática en Euskadi, Arantza López Martin, encargada de coordinar las actuaciones judiciales de los tres territorios para que la lucha contra el crimen sea “más eficaz”.
Entre las víctimas de estos delitos se encuentran perfiles de todos los rangos de edad. A este respecto, una de las líneas estratégicas que ha planteado el Ministerio Fiscal de Gipuzkoa, y que comparte López Martin, es “ampliar el foco de cada denuncia por estafa” de tal manera que en cada expediente se busquen elementos comunes con otras víctimas similares. “Hace falta tener una visión lo más amplia posible, estableciendo conexiones y poniendo en común los datos de las investigaciones. Queremos subir un escalón más en la pirámide de la estafa”, avanzaba la especialista, que no ocultaba su preocupación por los casos de suplantación de identidad a través de medios informáticos.
Cuatro meses más tarde, la estadística de la Ertzaintza pone cifras a “un auténtico problema”: el de las mulas ciegas, como acostumbran a llamarles en judicatura. Titulares de cuentas bancarias que ni siquiera saben que tienen a su nombre esa cuenta, utilizada como vía de recepción de transferencias y movimientos por los criminales. Las infracciones por usurpación de identidad se han disparado un 165% en Gipuzkoa, de los 71 casos registrados en 2019 a a los 188 del año pasado.