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Además de actualizar su cúpula, el PNV también se va a tumbar en el diván con un ejercicio de autocrítica y autoanálisis para salir de su proceso interno con fuerzas renovadas, y pretende llevar a cabo esa ITV que auguraban sus burukides en público. La Asamblea General que celebrará el PNV los días 29 y 30 de marzo servirá para aprobar cinco ponencias sobre su línea política, su organización y la relación con la militancia. Por ahora, impera la discreción, y la Ejecutiva no filtrará las enmiendas de los alderdikides que puedan salir adelante hasta que el documento se apruebe en el cónclave de Donostia.
En estos documentos, el PNV mantiene reivindicaciones clásicas como el reconocimiento de Euskadi como nación y su desarrollo en Europa, y plantea medidas socioeconómicas como alcanzar un pacto de país para extender las EPSV y hacer posible que la pensión iguale cada vez más el último sueldo percibido y no al revés, es decir, que no se pierda poder adquisitivo, como se teme por el nivel de envejecimiento de la sociedad y la baja natalidad. En sus planteamientos vuelve a quedar claro su perfil como partido de gobierno.
Y es en estos documentos donde el PNV también hace autocrítica y propuestas de mejora. Es en estas ponencias donde el PNV admite que existe un debate entre la militancia sobre cómo mejorar el funcionamiento del partido, y plantea algunos remedios abiertos a aportaciones. Además, los cambios referidos a la organización interna desembocarían en una reforma de los estatutos posterior a la asamblea, en un momento aún por determinar y que llegará antes de octubre.
Mandatos
El documento se posiciona sobre la limitación de mandatos, y matiza que otras formaciones del entorno han decidido no imponerse ese corsé, de manera que, según esta propuesta de ponencia, sería imprudente que el PNV lo hiciera. Sin embargo, sí se accede a que, para optar a más de dos mandatos consecutivos, “se exija una mayoría de votos cualificada” en el ámbito correspondiente. En cuanto al sistema de voto por apoderados (quien gana en un batzoki se lleva los votos de todos los apoderados, y esos apoderados tendrán que votar a esa persona en la asamblea territorial), parece que se opta por preservarlo y se valora como un sistema por representación que permite el voto directo.
Relación con la sociedad
El PNV hace autocrítica sobre su actitud ante determinados movimientos y demandas sociales, como el feminismo, a los que admite que ha podido “infantilizar”. También propone una mayor participación a nivel interno e insuflar vida a los batzokis, algo que va al tuétano de uno de los principales problemas que habían detectado y confesado públicamente los representantes del PNV, esa necesidad de que la relación sea más ágil. Hay que tener en cuenta que el PNV ha encadenado varias convocatorias donde, además, no ha logrado movilizar del todo a su votante clásico. El análisis que se ha realizado a nivel interno pone más el foco en la desmovilización de su propio electorado, que en la fuga hacia otros partidos, que cree que no se ha producido, o no al menos de manera significativa. Esa es la buena noticia a ojos de los jeltzales.
Pero en las ponencias sí reconoce que ha podido pasar a ser un partido “de cuadros, más enfocado en la gestión institucional que en la movilización de grandes aspiraciones colectivas”. Se propone reclutar talento “incluso más allá de la afiliación”; dar proyección e impulsar a líderes jóvenes; transmitir una imagen “cercana y humilde”; y poner en marcha “procesos reales de participación, adoptar una política horizontal en lugar de vertical”. Se aboga, asimismo, por “mejorar la funcionalidad y aspecto de los batzokis” y levantar “soportes” y pantallas con datos, mensajes...