La forma más rápida de calentar alimentos y bebidas podría ser también la vía más rápida para ingerir cantidades masivas de minúsculas partículas de plástico, según una nueva investigación de la Universidad de Nebraska-Lincoln, en Estados Unidos.
Los experimentos han demostrado que calentar en el microondas los envases de plástico para alimentos infantiles disponibles en las estanterías de los comercios estadounidenses puede liberar enormes cantidades de partículas de plástico: en algunos casos, más de 2.000 millones de nanoplásticos y 4 millones de microplásticos por cada centímetro cuadrado de envase.
Aunque los efectos sobre la salud del consumo de microplásticos y nanoplásticos siguen sin estar claros, el equipo de Nebraska descubrió, además, que tres cuartas partes de las células embrionarias de riñón cultivadas habían muerto a los dos días de ser introducidas en esas mismas partículas. Asimismo, un informe de 2022 de la Organización Mundial de la Salud recomendaba limitar la exposición a tales partículas.
"Es muy importante saber cuántos microplásticos y nanoplásticos estamos ingiriendo", ha afirmado el autor principal del estudio y estudiante de doctorado en Ingeniería Civil y Medioambiental de la Universidad de Nebraska-Lincoln, Kazi Albab Hussain.
"Cuando comemos determinados alimentos, generalmente estamos informados o tenemos una idea de su contenido calórico, sus niveles de azúcar y otros nutrientes. Creo que es igualmente importante que seamos conscientes del número de partículas de plástico presentes en nuestros alimentos", ha advertido.
En este sentido, ha indicado que "al igual que entendemos el impacto de las calorías y los nutrientes en nuestra salud, conocer el alcance de la ingestión de partículas de plástico es crucial para comprender el daño potencial que pueden causar. Muchos estudios, incluido el nuestro, están demostrando que la toxicidad de los microplásticos y nanoplásticos está muy relacionada con el nivel de exposición".
PRODUCTOS LÁCTEOS CALENTADOS EN MICROONDAS CONTIENEN MÁS PLÁSTICO
El equipo comenzó su estudio en 2021, el mismo año en que Hussain fue padre. Si bien expertos anteriores habían investigado la liberación de partículas de plástico de los biberones, el equipo se dio cuenta de que ningún estudio había examinado los tipos de envases y bolsas de plástico que Hussain se encontró comprando, y que millones de otros padres también hacen regularmente.
Hussain y sus colegas decidieron realizar experimentos con dos recipientes de polipropileno para alimentos infantiles y una bolsa reutilizable de polietileno, ambos plásticos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA).
En un experimento, los investigadores llenaron los recipientes con agua desionizada o ácido acético al 3 por ciento -este último destinado a simular productos lácteos, frutas, verduras y otros consumibles relativamente ácidos- y luego los calentaron a máxima potencia durante tres minutos en un microondas de 1.000 vatios.
A continuación, analizaron los líquidos en busca de microplásticos y nanoplásticos: los microplásticos son partículas de un diámetro mínimo de 1/1.000 de milímetro, y los nanoplásticos, partículas más pequeñas.
El número real de cada partícula liberada por el microondas dependía de múltiples factores, como el recipiente de plástico y el líquido que contenía. Pero, basándose en un modelo que tenía en cuenta la liberación de partículas, el peso corporal y la ingesta per cápita de diversos alimentos y bebidas, el equipo estimó que los bebés que beben productos con agua calentada en microondas y los niños pequeños que consumen productos lácteos calentados en microondas ingieren las mayores concentraciones relativas de plástico.
Los experimentos diseñados para simular la refrigeración y el almacenamiento a temperatura ambiente de alimentos o bebidas durante un periodo de seis meses también sugirieron que ambos podrían provocar la liberación de microplásticos y nanoplásticos.
"En el caso de mi bebé, no pude evitar por completo el uso de plástico, pero sí pude evitar las situaciones que provocaban una mayor liberación de microplásticos y nanoplásticos. La gente también merece conocerlos y elegir sabiamente", ha explicado Hussain.
LAS PARTÍCULAS DE PLÁSTICO MATAN HASTA EL 75% DE CÉLULAS RENALES
Con la ayuda de Svetlana Romanova, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, el equipo cultivó y expuso células embrionarias de riñón a las propias partículas de plástico liberadas por los envases, algo inédito, según Hussain. En lugar de introducir sólo el número de partículas liberadas por un contenedor, los investigadores expusieron las células a concentraciones de partículas que los bebés y niños pequeños podrían acumular durante días o procedentes de múltiples fuentes.
Al cabo de dos días, sólo el 23 por ciento de las células renales expuestas a las concentraciones más elevadas habían logrado sobrevivir, una tasa de mortalidad muy superior a la observada en estudios anteriores sobre la toxicidad de microplásticos y nanoplásticos.
El equipo sospecha que las células renales podrían ser más susceptibles a las partículas que otros tipos celulares examinados en investigaciones anteriores. Pero esos estudios anteriores también tendían a examinar los efectos de partículas de polipropileno más grandes, algunas de ellas potencialmente demasiado grandes para penetrar en las células.
De ser así, el estudio dirigido por Hussain podría resultar especialmente aleccionador: independientemente de sus condiciones experimentales, el equipo de Husker descubrió que los envases de polipropileno y las bolsas de polietileno suelen liberar unas 1.000 veces más nanoplásticos que microplásticos.
"Tenemos que encontrar los polímeros que liberen menos (partículas)", ha indicado Hussain. "Probablemente, los investigadores podrán desarrollar plásticos que no liberen microplásticos ni nanoplásticos o, si lo hacen, la liberación sería insignificante".
"Tengo la esperanza de que llegue un día en que estos productos lleven etiquetas en las que se lea 'sin microplásticos'", ha finalizado el investigador.