El Segundo Ensanche pamplonés, que el arquitecto municipal Serapio Esparza había diseñado años atrás, iba poco a poco tomando forma, cuajándose de viviendas, iglesias, colegios y edificios públicos. Seis años antes de obtener la foto, en 1924, el Ayuntamiento había decidido dar el nombre de la villa de Olite a una de las calles más amplias y largas del Ensanche, y en su arranque se levantó el nuevo colegio de los Escolapios, que hasta aquel momento había estado emplazado en un caserón del paseo de Sarasate. El edificio fue diseñado por el arquitecto Víctor Eusa, como tantos otros del Segundo Ensanche.
La fotografía muestra el colegio recién terminado, con la plaza de toros cerrando al fondo. Por el centro de la calzada, asombrosamente libre de tráfico, transitan dos amatxos con sendos carritos de bebé. Es más que posible que alguno de aquellos críos terminara matriculado en el nuevo y flamante colegio...
Hoy en día
El denominado colegio de San Miguel sigue regentado por los padres escolapios, y al menos externamente no se han operado cambios relevantes, pudiendo verse al fondo la altísima torre coronada por el Ángel de Aralar. Vemos detrás la plaza de toros, con la ampliación que Rafael Moneo llevó a cabo en 1966, y en primer plano el colegio Vázquez de Mella, diseñado por Serapio Esparza, también en 1966.
Por cierto que el colegio de los Escolapios cambió el olor a nuevo por olor a sangre pocos años después de su inauguración. Y es que tras el golpe fascista de 1936, los requetés instalaron aquí su cuartel general y un terrible centro de detención, donde “rojos” y nacionalistas esperaban el momento de ser cargados en camiones para llevarlos a ser fusilados. Por cierto que uno de los más destacados miembros de aquella Junta de Guerra Carlista fue el propio Víctor Eusa, arquitecto que había proyectado el colegio. Mal, muy mal.