Otra vez, los más antifascistas del planeta han actuado como lo que, en realidad, son: los más fascistas del universo. El pasado martes, convencidos de que llevaban a cabo una ekintza heroica, provocaron la suspensión de unas jornadas sobre criminología que se desarrollaban en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad del País Vasco, sita en la calle Elkano de Bilbao. Lo hicieron, por descontado, utilizando la violencia, que es su única herramienta para la resolución de conflictos; en esto, se parecen como gotas de agua, qué sé yo, a Netanyahu y al resto de los conculcadores de derechos humanos que estos alevines dicen combatir.
Así fue como cuarenta aguerridos gudaris de chicha y nabo se plantaron delante del emblemático edificio en lo que presentaron como una protesta contra la Ertzaintza. O, personalizando, contra tres ertzainas que iban a impartir charlas sobre diferentes aspectos relacionados con la seguridad, desde la ciberdelincuencia hasta las bandas juveniles, pasando por el tráfico de drogas. Pero los integrantes de esta panda del moco, que es la continuación de todas las que hemos sufrido, igual con ETA en activo que en la reserva, decidieron que en la universidad pública no caben miembros de los que llaman "cuerpos represivos"; la única brutalidad es la que ejercen ellos, saltándose todos los mínimos éticos, incluido el de las agresiones machistas. No lo digo a humo de pajas. Durante el ataque, un machito golpeó a una agente que participaba en el curso como oyente.
Lo definitivamente desazonador, a la par que indignante, es que son episodios que se repiten con demasiada frecuencia en diferentes puntos de los campus de la UPV-EHU. Como compensación, siquiera mínima, habrá que reconocer que se ha ido ampliando el abanico de voces que denuncian las actitudes de quienes pretenden imponer por la fuerza su visión cerril del mundo. Para el nuevo equipo rectoral, este ha sido su primer examen importante. Creo sinceramente que lo ha aprobado.