Entre txistus, tamboriles y sonoros aplausos. Así han llegado los cerca de cuarenta gigantes y sus acompañantes, los cabezudos, a su cita en El Arenal a las 13.30. horas. Este ha sido el último día en el que han amenizado las calles de Bilbao con sus vertiginosos bailes, los primeros, y sus divertidos porrazos, los segundos. Por ello, se han reunido en una inmensa concentración en la urbe festiva de Aste Nagusia.
Una gran afluencia de personas
En este lugar, se han reunido centenares de personas para despedirlos. Entre ellas, se encontraban un buen número de niños y niñas que han disfrutado mucho del vaivén de los colosales muñecos. "¡Ahí va Pitxitxi!", ha exclamado un niño al ver a un gigante rojiblanco. "¡Los pequeñooooooos!", ha gritado otra al ver cómo se acercaban los cabezudos. Entre la marabunta ha estado Agar Martínez de la Hidalga con su hijo, Elur. El niño, desde los hombros de su madre, señalaba con el dedo a los gigantes. "No sabría decir cuál es su favorito", ha dicho Agar en tono jovial. "Le encanta ver a los erraldoias, así que hay que aprovechar el último día", ha explicado.
Gigantes de las siete provincias
Las enormes estatuas – que cobran vida cuando se introduce un dantzari en su interior – han venido para la ocasión desde diferentes puntos de Euskal Herria. Algunos, como Xan Berye, incluso han cruzado la 'muga'. "Venimos desde Lapurdi", ha explicado. Ésta no es la primera ocasión en la que lo hacen. Ya han venido otros años a Aste Nagusia con sus gigantes que, además, ha sido bautizados con distintos nombres. "Estos cuatro de aquí se llaman Ainara, Maialen, Txomin y Aietz", ha afirmado señalando a los cuatro colosos vestidos con trajes típicamente vascos. Los cuatro gigantes tienen 36 años, ya que "nacieron" en 1986.
El labortano ha afirmado que le "encanta la fiesta" y que no suelen ensayar los bailes. "Vamos y lo hacemos, como salga", ha asegurado. Y es que, para él, lo importante es disfrutar. Acto seguido – cuando ha escuchado los primeros redobles de tambor – se ha vuelto a sumergir bajo las faldas de una giganta y ha comenzado a girar, girar y girar.