El próximo día 17 empezará a despejarse el mapa institucional de la comunidad autónoma con la proclamación de los alcaldes y alcaldesas, a la que seguirán unos días después las Juntas Generales de los tres territorios. El color político de buena parte de los ayuntamientos y de las principales instituciones se va a decidir a través de los pactos postelectorales, que en varios casos van a desbancar a la fuerza más votada en las elecciones y que son una práctica normalizada desde hace años y ejercida por todos los partidos sin excepción a pesar del dramatismo con el que se quiere ver ahora por parte de EH Bildu, o incluso del PP en aquellos casos en los que sus siglas son las perjudicadas. Exceptuando el tenso desalojo del PNV por parte de PSE y PP tras haber sido el partido más votado en las elecciones autonómicas de 2009, donde confluían otras circunstancias como la ilegalización de la izquierda abertzale que desfiguró la representación parlamentaria, estas maniobras se han normalizado ya en una etapa de paz y con todos los partidos compitiendo en igualdad de condiciones. Los partidos priman la capacidad de acuerdo y de mantener cierta estabilidad en las instituciones, lo que suele dar al traste con las formaciones más aisladas políticamente o con una menor centralidad y un abanico más estrecho de posibles aliados.
Esta circunstancia es precisamente la que va a desbancar a EH Bildu en Gipuzkoa, Gasteiz y Durango, donde fue la lista más votada en las elecciones municipales y forales de mayo pero no ha podido tejer alianzas más allá de la preferencia genérica que muestran por la izquierda abertzale ámbitos de Podemos o determinados colectivos de independientes. Pero la propia coalición, a su vez, acaricia varias alcaldías donde los jeltzales fueron la opción más votada.
Alcaldías en el aire
Este año, EH Bildu tiene opciones de arrebatar al PNV un puñado de alcaldías donde el partido jeltzale fue el más apoyado, como sucede en Bizkaia con Zalla (el PNV empató a seis escaños con Zalla Bai y EH Bildu tiene el concejal del desempate), Bermeo (EH Bildu se llevaría la alcaldía si pactara con Guzan), Urduliz (ganó el PNV empatado a 6 escaños con EH Bildu y Elkarrekin tiene uno), Mundaka (la coalición abertzale podría desbancar al PNV con los independientes) y Barrika (donde también ganó el PNV pero su empate en escaños con la coalición abertzale podrían romperlo los independientes). En Gipuzkoa, podría arrebatar Azkoitia al PNV.
El alineamiento de Podemos con EH Bildu es determinante también para que la coalición abertzale se asegure los ayuntamientos donde sí fue la primera fuerza pero existe un empate en escaños con el PNV, o bien con el bloque PNV-PSE. En vista de los precedentes y de las recientes declaraciones de su cúpula, Podemos parece inclinarse ya por la izquierda abertzale. Serían los casos de Andoain y Pasaia (donde el PSE había gobernado estos últimos cuatro años), Arrasate y Elorrio.
Por el contrario, jeltzales y socialistas se impondrán previsiblemente a EH Bildu en Legazpi y Legutio. Totalmente en el aire queda Arrigorriaga, donde ganó la coalición abertzale pero la suma de PNV y PSE la supera en un escaño y hay dos partidos vecinales con un escaño cada uno que pueden decantar la balanza. En Gernika-Lumo, EH Bildu ganó las elecciones pero empató en escaños con el exalcalde Gorroño, y el PNV tiene la posibilidad de decantar las mayorías. En cuanto a Abadiño, podría romperse el esquema general de los acuerdos de Bildu con los independientes, y PNV y PSE podrían desplazar a la izquierda abertzale pactando con el exalcalde José Luis Navarro.
Las Juntas de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Gasteiz
PNV y PSE han renovado su acuerdo y, en el caso de la Diputación de Gipuzkoa, la suma de ambos supera en 15.000 votos a la de EH Bildu con Elkarrekin. Empatan en número de escaños, pero el PP ya anunció desde la misma noche electoral que apoyaría a cualquier candidato con tal de que la izquierda abertzale no gobernara ninguna institución, lo que permite aventurar ya la investidura de la jeltzale Eider Mendoza frente a Maddalen Iriarte. Lo mismo va a suceder en Gasteiz, donde Rocío Vitero será desbancada por la socialista Maider Etxebarria en aplicación del pacto global con el PNV, y con el voto del PP, que no forma parte de los acuerdos pero ofrece sus votos gratis. En Durango, la jeltzale Mireia Elkoroiribe será proclamada alcaldesa con esos mismos respaldos.
Como es lógico, este escenario no ha gustado a EH Bildu, que tenía la oportunidad de contar con una capital y una Diputación como altavoces de un modelo alternativo a un año de las elecciones autonómicas. Pero, más allá de ese malestar que cabía esperar, lo que ha sorprendido es que la coalición pida deportividad para aceptar los resultados cuando hace cuatro años fue ella quien desalojó al PNV de Durango a pesar de que los jeltzales fueron los más votados, y en 2015 participó en la mayoría alternativa que desbancó al popular Javier Maroto de la propia Gasteiz, para colocar al frente al jeltzale Gorka Urtaran.
Las alcaldías del PP
En cuanto al PP, desde que Alberto Núñez Feijóo tomó la bandera del veto a EH Bildu a nivel estatal para desgastar a Pedro Sánchez, esta estrategia se ha seguido a rajatabla en Euskadi. Carlos Iturgaiz ha ofrecido sus votos gratis con tal de que no gobierne EH Bildu. En cualquier caso, en puertas de las elecciones generales del 23 de julio, a un año de las autonómicas y tras haber logrado una ligera recuperación en los comicios de mayo, el PP aspira a obtener algún rendimiento o un mayor protagonismo. En ese sentido, presiona con el mensaje de que no ofrecerá ningún salvavidas para la gobernabilidad del día a día ni estabilidad alguna a PNV y PSE si no lo incorporan en sus gobiernos o si, al menos, no respetan al PP allí donde fue la lista más votada, en referencia a Bastida y Guardia. Hace cuatro años, PNV y Bildu lo desalojaron de ambos municipios, aunque el PP no se cobró la revancha y apoyó a los jeltzales para romper el empate que tenían con la izquierda abertzale de Kuartango.
Lo que ya aclaró este martes el PP es que, con independencia de lo que pase en Guardia y Bastida, va a actuar de manera similar a 2019. Ofrecerá sus votos para desalojar a la izquierda abertzale, también en Kuartango, Zigoitia y Oion. No puede hacer otra cosa tras el mensaje del cordón sanitario lanzado por Feijóo, pero tampoco se entendería demasiado que el propio PP participe en maniobras para desbancar a EH Bildu donde fue la lista más votada, y no acepte de manera diplomática que le hagan lo mismo allí donde los populares ganaron. Iturgaiz se aferra al clavo ardiendo de que no se trata solo de impedir que Bildu lidere gobiernos, sino que tampoco se pueden aceptar sus votos o acordar con ella para fulminar al PP, pero ese cordón sanitario en ningún momento lo ha aceptado el PNV.