No pesan 500 kilogramos. No son de carne y hueso. Tampoco corren a una velocidad que da miedo, pero eso no significa que los corredores txikis no tuvieran la emoción y la adrenalina a flor de piel cuando corrían ayer vestidos de blanco y con un periódico en mano. Las caras de diversión hablaban por sí solas.
Tres horas después del encierro oficial del 11 de julio, la cuesta de Santo Domingo empezó a llenarse de gente. Esta vez no eran corredores experimentados que llevaban preparándose meses para dos minutos de gloria. Tampoco eran extranjeros que cumplían su sueño al correr delante de los toros en la ciudad de Pamplona. No, no eran ellos. Los protagonistas fueron los jovencitos. Aquellos niños y niñas que viven las fiestas de San Fermín con una pasión desmesurada. Todos ellos acompañados de sus familiares.
A las 11:00 horas empezaron a llegar las familias para participar en los encierros txikis, que cumplen 10 años. Esta iniciativa fue impulsada por un grupo de corredores y la Federación de Peñas de Pamplona. Desde entonces, cada año los más jóvenes tienen cita para participar en unos encierros en los que los toros son de cartón y están impulsados por una persona, con una rueda. Unos minutos antes del cohete que da inicio al encierro, cantaron a San Fermín para encomendarse y tener suerte. Con el estruendo del cohete, el murmullo empezó a recorrer entre la multitud de personas. En medio de todos los gritos se escuchaba un sonido muy distinto al del galope de los toros: el rugido de las ruedas que permiten avanzar a los animales liberados, aquellos que los txikis intentaron esquivar de una forma sorprendentemente exitosa. Esos atletas tienen futuro, no cabe duda.
Entre encierro y encierro, los toros volvían a su posición inicial y los niños y niñas descansaban para coger aire para la segunda corrida. Unai, de 12 años, comentó mientras bebía un poco de agua que “me gustaría correr cuando sea mayor, pero mis padres no quieren”. No todos tenían las expectativas tan altas de cara al futuro. Algunos se mostraron satisfechos sólo con el encierro txiki. Como Paula, de 13 años, que una vez hecho el primer esprint declaró que “estoy muy cansada, yo no puedo correr con los toros de verdad”. Es cierto que la cuesta de Santo Domingo no es un tramo fácil; la calle es estrecha e inclinada. Cuando hay mucha gente, es difícil correr. Aún así, entre cochecitos, padres tomando fotos y familiares animando desde los aledaños, los txikis corrieron muy bien y no se produjo ningún incidente.
En total se hicieron cuatro encierros. Los dos primeros con niños acompañados de adultos. Los otros dos solo para los jovencitos, que pudieron disfrutar de los toros sin ningún tipo de obstáculo. Una vez terminada la jornada, las familias se dispersaron por las calles del centro para disfrutar de una mañana colorida con txarangas, buen ambiente y mucho sol.
Los próximos encierros txikis se celebrarán mañana, 13 de julio, también a las 11:30 horas. Los herederos del encierro y de las fiestas de San Fermín aún tienen una cita muy importante con los toros.