Hace 799 años que san Francisco de Asís recreó por primera vez el nacimiento de Jesús durante la Navidad de 1223 junto a la ermita de Greccio, en Italia. Escenificó el nacimiento según lo cuentan los evangelios de san Lucas y san Mateo. Fue el pistoletazo de salida de una costumbre que se difundió por toda la cristiandad y ha llegado hasta nuestros días. Tal y como lo conocemos ahora se debe a que el rey Carlos III de España lo importó de Italia y se le dio la importancia y riqueza artística que tiene.
Pero nunca ha dejado de ser una costumbre popular, dando igual su tamaño, el realismo de las escenas o cómo son las figuras. Niños y mayores siempre han puesto ilusión en representar la historia del Nacimiento de Jesús.
Esta afición común, y que las Navidades sean una celebraciones que tiene mucho de social, ha hecho también que se vaya a visitar belenes que se hacen en otras casas y en espacios públicos. Según la Federación Española de Belenistas, las visitas a los belenes durante la Navidad son muy superiores a las que puede tener, por ejemplo el Museo del Prado. Calculan que 10 millones de personas se desplazan para ver belenes de museos y asociaciones de belenistas.
Y no hay que olvidarse de otra tradición, la de los belenes vivientes, que en muchas localidades tienen un arraigo popular enorme y en el que los propios vecinos participan de forma intensa.
Estos son algunos que no habría que perderse.
Los belenes vivientes
Otra forma muy popular y que quizá se acerca más a la que realizó san Francisco de Asís. Vecinos y voluntarios se convierten en actores por un día y ofrecen un representación de diferentes escenas desde la Anunciación hasta la Adoración de los Reyes. Algunas localidades tienen una representación única y otras ofrecen varias oportunidades de ir a verla.