Desde viajeras intrépidas, exploradoras, reinas y emperatrices, hasta divas rebeldes y actrices de Hollywood, Cristina Morató lleva casi veinte años dedicándose a rescatar las historias de mujeres olvidadas. Tras el éxito de Reinas malditas con más de 300.000 ejemplares vendidos, la escritora y periodista vuelve tras tres años de investigación con Reinas de leyenda.
A través de las vidas de Catalina de Aragón, Isabel I de Inglaterra, Carlota de México, Catalina la Grande y la emperatriz Cixí, Cristina Morató derrumba la leyenda negra de estas reinas legendarias que tan juzgadas han sido en una época en la que la presión por encajar en los estándares que se les imponían era lo único que importaba.
¿Cómo despertó su interés para comenzar a investigar y escribir sobre las mujeres históricas que protagonizan Reinas de leyenda?
Todos los libros que he escrito tienen mujeres como protagonistas. Llevo muchos años dedicándome a rescatar del olvido las vidas de grandes mujeres olvidadas por la historia. Yo ya había escrito un libro, Reinas malditas, que tuvo bastante éxito y me quedé con las ganas de seguir adentrándome en otras vidas. De las cinco mujeres de Reinas de leyenda, tres de ellas fueron las más poderosas y temidas de su época. Lo que las cinco tenían en común es que han sido mujeres muy maltratadas por los historiadores, que las han juzgado por su comportamiento y las han tachado de déspotas, libertinas, histéricas y locas, y yo lo que he pretendido con este libro es darles voz y acabar de alguna manera con su leyenda negra.
En su opinión, ¿cuál es el aspecto más complicado de investigar sobre mujeres de la historia? Especialmente cuando muchos registros históricos fueron escritos por hombres...
Como hemos dicho, muchos de estos registros históricos han sido hechos por hombres, por lo que he tenido que recurrir a la mirada femenina de los diarios que escribieron las damas de compañía de estas reinas. Estas hicieron largos viajes por mar y por tierra acompañadas de sus damas de compañía, que escribieron sobre los viajes de su señora con su autorización. Era muy difícil que una reina o emperatriz escribiera sus memorias, aunque existen algunas jugosas y fascinantes como las de Catalina la Grande. Hay otro material que me ha sido de gran utilidad: las crónicas de los diplomáticos extranjeros en las distintas cortes, como los relatos del embajador de Francia en la corte de los Tudor. Te describe cómo va vestida Isabel I de Inglaterra, cómo va maquillada, si tiene o no amantes... En realidad era un auténtico cotilleo, porque estaban pasando toda esta información a la reina de Francia, que era la más interesada en saber cómo vestía Isabel I entonces. Con todas estas fuentes he redactado el libro.
Al escribir sobre mujeres que cambiaron la historia, ¿qué emociones o reflexiones le genera pensar en el precio personal que tuvieron que pagar para alcanzar o mantener su posición?
Es un poco la intención, que los lectores reflexionen precisamente sobre esto. Creo que el precio de todas es que se han romantizado mucho las historias de las reinas y emperatrices, quizás por las series de televisión y las películas... Ningún lector va a encontrar aquí un cuento de hadas, sino que va a encontrar lo que realmente suponía ser reina en el pasado. Partiendo de la base de que la mayoría fueron niñas cuando eran arrancadas de sus familias y de su país natal para ser obligadas a casarse con un extraño. Sufrían una presión tremenda porque lo único que interesaba es que se quedasen embarazadas para que tuvieran un heredero varón. Hay que contar también esa realidad y dejar a un lado los cuentos de rosas y de princesas. Estaban preparadas y eran mucho más cultas que sus maridos, por eso yo digo que los mejores reyes de la historia fueron reinas.
¿Han cambiado los roles y la percepción del liderazgo de las mujeres en el poder desde la época de estas reinas?
Las monarquías suelen ser bastante conservadoras y no le dan mucho protagonismo a las mujeres. Actualmente no ha cambiado mucho, las reinas consortes tienen aún un papel decorativo. Sobre todo, desde la época de María Antonieta, de todas estas reinas se espera que sean embajadoras de la moda. Se les da una importancia superficial, se le da más valor a su atuendo que a todo o que realmente están haciendo o a su discurso.