Los museos españoles están “en alerta” por los ataques de activistas ecologistas contra obras de patrimonio artístico en pinacotecas de Londres o Berlín, acciones que consideran que “no tienen sentido” hoy en día porque no logran sus fines y dañan el patrimonio.
En apenas diez días ha habido tres ataques. El primero el pasado 14 de octubre en la Galería Nacional de Londres donde tuvo lugar una agresión contra Los girasoles de Van Gogh, obra emblemática del postimpresionismo valorada en más de 80 millones de euros.
El domingo en el Museo Barberini de Potsdam, cerca de Berlín, dos simpatizantes del grupo activista por el clima Letzte Generation (Última generación) lanzaron puré de patatas contra un cuadro de Claude Monet, de la serie Les meules (Los almiares). Y ayer dos activistas de Just Stop Oil, estamparon unos pasteles en la figura de cera del rey Carlos, en el museo de Madame Tussauds de Londres.
El jefe del Departamento de Conservación-Restauración del Museo Reina Sofía, Jorge García Gómez-Tejedor, reconoció en declaraciones a Europa Press que en la pinacoteca están “más pendientes” de este tipo de ataques porque tienen “obras emblemáticas que pueden ser mas susceptibles de una acción de vandalismo”.
No obstante, aseguró que por el momento no han aumentado la seguridad, aunque sí se “observa más al público”. Asimismo, ha avisado de que valorarán “otras medidas según la evolución” de estas acciones y ha incidido en que se centran en tener preparadas “respuestas rápidas” ante estos u otros tipos de incidentes.
“Estamos intentando estar más alerta y más pendientes, y que en caso de que suceda esto las personas implicadas no se vayan así como así. Estamos hablando de patrimonio artístico”, subrayó, para añadir que “no tiene sentido lo que está ocurriendo”.
Las obras del Reina Sofía están ya protegidas según su vulnerabilidad de conservación. Las más delicadas están protegidas por algún tipo de cristal o vitrinas climáticas, mientras otras con menor vulnerabilidad tienen marcada una distancia de seguridad.
Además, las obras de formatos más grandes y no tan delicadas “no tienen protección de ningún tipo para que se puedan contemplar bien”, si bien cuando se consideran de “cierta vulnerabilidad”, también tienen marcada una distancia de seguridad.
La vigilancia también forma parte del protocolo de seguridad de las obras, por lo que cuando una pieza es “muy sensible” se aumenta el número de vigilantes. Además, al interior de la pinacoteca no se permite la entrada de “líquidos o materiales dañinos”. “Lo que no hacemos es blindar todas las obras por un posible vandalismo (...), hay que tener en cuenta que el público entra a disfrutar de la exhibición”, aclaró Gómez. En caso de cualquier tipo de incidente, el Reina Sofía tiene un protocolo de tres fases para responder “lo antes posible”.
El Museo del Prado
Por su parte, el director del Museo del Padro, Miguel Falomir, ya admitió la semana pasada, tras el ataque con sopa de tomate de dos activistas al cuadro Los Girasoles de Vicent Van Gogh, exhibido en la National Gallery de Londres, que la pinacoteca está “ojo avizor” y ha “intensificado” la vigilancia.
“No es la primera acción de este tipo que se ha cometido en las últimas semanas y no sé si vale la pena mucho hablar de esto, porque en el fondo es lo que pretenden, esta publicidad”, lamentó, para agregar que “hay formas bastante más inteligentes para defender nobles causas y haciendo las cosas de esta manera se consigue justo lo contrario”.
Por su parte, desde el Museo de Cera de Madrid han señalado que esperan que estos “actos vandálicos” no se produzcan en los espacios de la capital, y han indicado que si ven “actitudes fuera de tono” tendrán que “tomar mayores medidas de seguridad”. Por el momento, no lo ven necesario.
“Apelamos al sentido común y la responsabilidad”, han clamado desde el museo, que tiene personal de vigilancia y de mantenimiento, para actuar en caso de cualquier figura se dañe, y prohíbe la entrada de líquidos y alimentos. Sin embargo, no tiene otras medidas de seguridad como distancia, cristales o vitrinas, ya que estas paliarían la “cercanía” del público con la exposición. “Queremos proteger nuestro producto pero que el público se sienta cerca y aprecie el trabajo”, han sentenciado.