Por Jon Arraibi:
Lo que hicimos ayer, lo que haremos mañana.
Pasado, futuro, planes, recuerdos, errores que nos persiguen, peligros que nos acechan, sueños, aciertos, efímeras satisfacciones, ansiedad, búsqueda… Búsqueda continua. Y la mayor parte del tiempo, es nuestra cabeza la que va y viene entre de una a otra sensación. Y mientras, el momento, el ahora, este preciso instante, se nos va.
Quizás es parte de la naturaleza humana el ser así. Pero creo que los tiempos actuales exageran este "no vivir el presente". Todo debe ser ya. Todo ser rápido. Terminar para empezar otra cosa. Avanzar lo más rápido posible para llegar a ninguna parte. Da igual, lo importante es no estar quietos.
Camina, produce, mejora, crece, cualquier cosa menos quedarte parado. Y así vamos por la vida… Sin vivirla.
Pero hay momentos, instantes, en los que todo se recoloca. Y no ocurre porque si. No sale de la nada. Ocurre porque tenemos a un ser que nos arrastra al presente continuamente. Que si nos ve ansiosos, preocupados o desconectados, se acerca, nos ofrece afecto, complicidad, o juego, o la posibilidad de un buen paseo. En definitiva, creo que nos dice algo así como "Para. Estés donde estés. Vuelve al presente". Ese gran maestro, no es otro que tu perro. Hazle caso.