Actualizado hace 3 minutos
Aunque la Inteligencia Artificial (IA) no para de dar pasos de gigante en su capacidad para replicar habilidades humanas, hay ciertos rasgos fundamentales de las personas que por su naturaleza es poco probable que consiga imitar por completo.
Podrá replicar aspectos como el análisis, la creatividad o la comunicación, pero como tecnología que es, no tiene conciencia, ni subjetividad, ni experiencia emocional.
Rasgos inalcanzables
El periodista y filósofo Agustín Fernandes en The Conversation se cuestionó si la IA podría sentir algún día como un humano y llegó a una conclusión: hay cuatro rasgos en los que esta nunca conseguirá suplantarle.
La generación espontánea
Se puede llegar a una inteligencia que genere mecanismos para adaptarse a las circunstancias y esto podría asemejarse a una acción espontánea. Sin embargo, no es un acto producto de voluntad, sino que toda su actividad ha sido previamente diseñada y programada por una persona.
La regla de la ética
El ser humano tiene leyes y reglas que guían su comportamiento y por la ética es capaz de discernir entre el bien y el mal. La IA por sí misma no tiene ética, pero se puede programar de forma que seguirá unos parámetros preestablecidos y unas reglas claras y precisas de lo que debe hacer y lo que no. Las máquinas no son buenas ni malas, sino que hacen aquello para lo que han sido programadas.
La intención
La intención es una característica esencial de la acción humana y está intrínsecamente relacionada con la moralidad. En el caso de la Inteligencia Artificial, al carecer de ética y de moral tampoco tiene intención. La IA debe ser programada por una persona, por lo que está a merced de quien lo hace y no de sí misma.
Sin remordimientos ni problemas psicológicos
La IA no tiene un sentido innato del bien y del mal; por ello, tampoco tiene problemas psicológicos ni remordimientos, ya que estos están ligados a la ética y a la moral. Aunque puede ser programada para tomar decisiones éticas basadas en reglas establecidas por los humanos, carece de un juicio moral genuino y de un sentido de responsabilidad.
Otros rasgos inalcanzables
En la Inteligencia Artificial nada es propio, ya que todo existe solo en la medida en que lo ha creado el hombre. Su identidad es la que le da su creador así que, en definitiva, que sea una herramienta constructiva o destructiva, dependerá de este y del fin para el que haya sido construida.
En la misma línea que los rasgos expuestos por Agustín Fernandes, los expertos señalan otros aspectos en los que la IA nunca se podrá equiparar a una persona. Uno de ellos es la conciencia y la autoconciencia. La IA no es consciente de sí misma ni de su existencia. No experimenta pensamientos, reflexiones internas ni tiene una comprensión subjetiva del yo. La espiritualidad es algo que también escapa totalmente a la IA.
En el plano de las emociones, aunque la IA puede simularlas a través de programación o de aprendizaje para interpretar datos emocionales, lo cierto es que no siente emociones reales. Felicidad, alegría, tristeza, amor, dolor, placer, miedo o empatía necesitan un sistema biológico del que la IA carece, por lo que no pueden expermientarlas.
La IA tampoco puede tomar nunca decisiones por intuición. Esta es una mezcla de experiencia, instinto y factores subconscientes de los que la IA carece al depender únicamente de patrones y de datos. Sus decisiones serán puramente lógicas y nunca subjetivas.
De esta forma, la IA es una herramienta poderosa que puede imitar a los humanos e incluso superarles en unas tareas específicas, pero carece de los aspectos subjetivos, emocionales y espirituales que hacen a los humanos únicos. Por ello, mientras que puede ser una valiosa aliada del hombre para conseguir importantes avances tecnológicos, nunca podrá imitarle por completo y, mucho menos, sustituirle.