Los rescates exprés en la A-8 vuelven a niveles prepandemia

Por contra de lo que pueda imaginarse, la mayoría de las salidas del servicio de grúa concertada están motivadas por algún tipo de avería y no por un accidente. Aunque eso sí, la casi totalidad de las intervenciones se concentran en la recta de Ugaldebieta, en las curvas de Zorrotza y en la zona limítrofe de El Haya. Entre los meses de enero y julio pasados se habían anotado 327 rescates, lo que devuelve a este recurso a los niveles previos a la pandemia.

Las restricciones a la movilidad también tuvieron su impacto en este servicio concertado por el Ejecutivo vasco para prestar asistencia urgente en carretera a turismos y pequeñas furgonetas y de este modo evitar las temidas retenciones en la A-8 desde Basauri hasta el límite con Cantabria. Un encargo que cumple y de qué modo a tenor de los datos facilitados por la Dirección de Tráfico del Gobierno vasco. Habrá que esperar un tiempo para conocer los totales del pasado curso que, además, ha sido más movido que los precedentes en vacaciones y en otoño debido al buen tiempo.

Se calcula que en 2021, sin las intervenciones exprés de este servicio de grúas, se habrían registrado del orden de mil doscientos kilómetros de retenciones que sumar a las ya casi tradicionales caravanas de fines de semana y periodos vacacionales que, por momentos, colapsan la red viaria hacia Cantabria. El 8 de julio, por ejemplo, las retenciones fueron de 13 kilómetros entre Muskiz y Trapaga a causa de un accidente y varias averías.

Son precisamente esos percances los que están detrás de buena parte de los atascos ya que, en la mayoría de esas ocasiones, la persona al volante no puede mover su vehículo al arcén o a un lugar para despejar la calzada. Se calcula que uno de estos sucesos ocasiona de media unos 6,5 kilómetros de retenciones. Y esos son, precisamente, sobre los que tiene incidencia este servicio exprés de grúa que ofrece una respuesta casi contrarreloj: doce minutos, detallaron desde la Dirección de Tráfico.

“Habitualmente se trata de intervenciones rápidas. Las grúas están posicionadas en ubicaciones estratégicas al objeto de llegar al lugar del siniestro lo más rápido posible y una vez en el lugar del siniestro la grúa se coordina con la patrulla de la Ertzaintza para proceder a retirar el vehículo siniestrado o averiado al lugar seguro más próximo indicado por la patrulla. Finalmente, la asistencia propia del vehículo siniestrado o averiado acude a ese punto evitando riesgos en seguridad vial y minimizando la posibilidad de generación de nuevos siniestros”, agregaban.

Generalmente, la llamada del conductor implicado al 112 activa todos los recursos y Tráfico moviliza la grúa más cercana a la incidencia. En otras ocasiones, esa incidencia en la red viaria es localizada a través de las cámaras de control antes incluso de esa llamada a los servicios de emergencia. En el conjunto de Bizkaia hay funcionando 64 de estos dispositivos y casi la mitad (27) están ubicados en el tramo de la A-8 donde operan las cuatro grúas. “Incluso en ocasiones ocurre que es el propio gruista el primero en detectar la incidencia, al producirse esta en las inmediaciones de su ubicación”, dicen. Es por ello que algunos conductores, agradecidos con la ayuda prestada en esos momentos de angustia, se hayan referido a esos chóferes en posteriores comunicaciones con personal del 112 como ángeles de la guarda, confesaban desde la Dirección de Tráfico.

El tono amable de las valoraciones ciudadanas del servicio y los excelentes resultados registrados año tras año podría tener su recompensa. Y es que, tal y como ha podido saber DEIA, la Dirección de Tráfico del Gobierno vasco “está estudiando la idoneidad de la habilitación de este servicio también para la zona de Donostialdea y de Vitoria-Gasteiz”.

“La valoración es muy positiva. Por una parte se consigue la reducción de situaciones de congestión viaria en los tramos horarios de mayor densidad de tráfico y, por otra parte, se reduce la probabilidad de que esas incidencias generen nuevos siniestros al reducir significativamente el tiempo de exposición del vehículo siniestrado o averiado en la propia vía en condiciones de grandes flujos de tráfico”, ilustraban las fuentes consultadas. Según las estadísticas, los días más complicados son aquellos en los que se registran precipitaciones intensas tras varios días consecutivos con buen tiempo.

Y, lógicamente, durante las operaciones salida y retorno, que es cuando aumentan de forma exponencial el tráfico rodado y las probabilidades de que se produzcan accidentes provocando las consiguientes retenciones. El llamado tercer carril ha sido abierto en un total de 17 ocasiones desde que esta experiencia compartida con las autoridades cántabras se materializó en 2011. La configuración de la A-8 no está preparada para absorber, en momentos puntuales del año, el paso de miles y miles de vehículos.