Cada vez existen más estudios epidemiológicos que establecen una relación directa entre el trabajo a turnos, especialmente el trabajo en turno de noche, y el desarrollo de tumores hormonodependientes como los de mama, próstata y colon, como así se ha puesto de manifiesto en la XXX Reunión de la Sociedad Española de Sueño (SES), que se celebra estos días en Baluarte con la asistencia de más de 300 expertos en medicina del sueño.
“Se tiene constancia de que los trabajadores a turnos tienen una probabilidad un 40 por ciento mayor de tener estos tumores. Está claro que algo ocurre, pero molecularmente queda mucho por describir”, ha afirmado la doctora Antonia Tomás Loba, jefa del Grupo Ritmo Circadiano y Cáncer de la Universidad de Murcia y miembro del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES), durante su participación en la mesa redonda Ritmos, cronodisrupción y cáncer, un abordaje transversal, celebrada en el marco del XXX Congreso de la SES en Pamplona.
En ese sentido, según ha indicado la sociedad en una nota de prensa, la doctora ha presentado durante su intervención los datos preliminares del estudio “Cáncer y Cronodisrupción”, que ella misma lidera, con el que pretende demostrar cómo el jet-lag social (el retraso en horarios de sueño entre los días laborables y los festivos) afecta al metabolismo y puede ser un primer paso hacia el desarrollo de un tumor. “Me interesa el cáncer, pero me interesan sobre todo los sucesos tempranos que nos pueden llevar al cáncer, porque podemos hablar de prevención”, ha asegurado.
Estudio del jet-lag en roedores
En el estudio liderado por la doctora Antonia Tomás Loba, se sometió a unos roedores diurnos a un protocolo de jet-lag social, que consistía en dos fines de semana de acostarse y levantarse más tarde de lo habitual. “Con apenas dos fines de semana de jet-lag social el reloj molecular del hígado se ha desincronizado y ha sido suficiente para que los animales mostrasen un hígado con más grasa acumulada (esteatosis) y con cambios importantes en su metabolismo lipídico y glucídico, sobre todo en el primero”, ha explicado la experta, que ha añadido que también han visto otro cambio importante en las células del sistema inmunitario. Éstas, según ha señalado la doctora Tomás Loba, infiltran en los órganos de manera circadiana como parte de su trabajo de monitorización y limpieza tisular. Es decir, que esa infiltración, en un estado saludable o de homeostasis, las células la suelen hacer en un momento concreto del día. Sin embargo, debido al protocolo de jet-lag social, ha argumentado, en los órganos de los animales sometidos a cambios en el patrón de luz se ha observado un cambio en la infiltración de células inmunitarias. “No sabemos si entran y salen de manera desincronizada respecto de los animales control o hay un error en la salida de estas células del órgano (limpieza) provocando un estado proinflamatorio”, ha añadido.