A 13 de agosto y con el paraguas siempre cerca, el mal tiempo amenazaba este verano con rematar al sector hotelero, que lleva alrededor de año y medio sufriendo las consecuencias del coronavirus. Sin embargo, los viajeros del Estado y los franceses han salido al rescate y han aliviado los peores augurios sobre la temporada de este sector, para el que ha empezado a salir el sol.
"Nosotros comenzamos a alquilar la estancia de nuevo en cuanto acabó el confinamiento, pero como no venía la gente la hemos tenido cerrada. La gente ha empezado a moverse con alegría ya en julio y teniendo en cuenta la situación en la que nos encontramos estamos contentos con cómo está funcionando en agosto", comparte Jasone Alzaga, gerente de la Casa Rural Gaubeka. Del mismo modo, apunta que desde que abrieron solamente han recibido a un par de ingleses y que la mayoría de los huéspedes han sido del Estado o franceses. En cuanto al resto de la temporada, Alzaga considera que tiene que aprovechar durante este mes, ya que tienen pocas reservas para septiembre.
Por su parte, Josu García, gerente de la empresa HomeBilbao que administra varios apartamentos en Euskadi, explica que están al 80% de ocupación: "Junio estaba muy bien pero la cancelación de la Eurocopa fue un mazazo, teníamos un montón de reservas a buen precio que fueron canceladas". En este sentido, García admite que el verano pasado fue "un poco más locura" porque a su percepción la gente salió más animada del confinamiento y comenzó a hacer reservas, pero luego empezaron a llegar las cancelaciones. "Este año también hay cancelaciones pero menos, la persona que viaja ya sabe lo que se va a encontrar, no se sorprenden con la situación y cancelan en el último momento", afirma.
Según comenta el gerente, para sobrevivir durante el resto del año alquilaron sus espacios a empresas que debido a proyectos necesitaban alquilar un apartamento durante dos o tres meses. "El huésped final era un perfil más profesional que quería las habitaciones por meses y te pagaba una cuota mensual. Evidentemente no alcanzaban el precio turístico y ganas menos, pero la alternativa era tenerlas vacías", comparte García.
Superviviencia con empresas
En el Hotel Bahía de Plentzia también han soportado la época más dura gracias a empresas: "De marzo a junio estuvimos al 60% de ocupación las habitaciones estuvieron alojadas por empresas y tuvimos que bajar los precios para poder llenarlas, que es perjudicial porque tienes menos margen, pero al final tienes que hacerlo para sobrevivir." Su gerente, Inma Allende, afirma orgullosa que en estos momentos las 14 habitaciones del hotel están ocupadas y a veraneantes: "Son más nacionales, viene algún francés pero la mayoría vienen de ciudades como Madrid o Barcelona".
Por otro lado, Enara Velasco, una de los responsables del hotel Aloka Rooms Sopela, considera que "no nos podemos quejar". Tal y como explica, han tenido que realizar algunos ajustes al edificio para adaptarse mejor a las normas sanitarias. "Antes teníamos cinco habitaciones y dos de ellas compartían un cuarto de baño, así que ahora solo alquilamos esas dos a grupos de amigos o unidades familiares". Respecto al origen de los viajeros, detalla que al principio eran todo del Estado, pero que este fin de semana ha aumentado la presencia de europeos con la llegada de franceses e italianos.
"Estamos ingresando lo justo para pagar gastos. En invierno hemos podido mantener a los trabajadores cobrando dos duros la noche, pero nos da para cubrir los gastos de personal y de luz. En vez de cerrar la persiana decidimos no ganar, pero tampoco perder. Ahora hemos subido un poco los precios pero no han llegado a los que había antes de la pandemia", concluye Velasco.