Rosa claro. Así ve la vida una gran mayoría de la ciudadanía vasca que puntúa con un notable su satisfacción con la existencia que lleva.
Notable bajo, eso sí. Porque la población de Euskadi puntuó con una nota del 7,3 su vida en 2023, según datos recogidos en la Encuesta de Bienestar Personal elaborada por Eustat.
Aunque con la que está cayendo, el indicador parece bueno, se encuentra a la baja porque se sitúa dos décimas por abajo de la anterior encuesta de 2018.
Obviamente es la salud la que marca la diferencia. Porque la satisfacción más alta se observa entre las personas que consideran que su salud es muy buena (dan un 7,9 sobre una escala de 10), frente a quienes declaran que su salud es mala o muy mala, que apenas llegan al suficiente.
Los jóvenes casi ven la vida en tono fucsia. Ellos se revelan como los más vitales y alegres ya que de 16 a 24 años otorgan un 7,8,, una de las mejores notas de la tabla.
MEJOR, SIN HIJOS
El modelo de familia se configura como clave para situar el nivel de bienestar y satisfacción.
En esta línea, las parejas sin hijos convivientes casi se van al color coral y conceden una puntuación de 7,5, frente a las familias unipersonales o padres solos con algún hijo.
También este segmento de población es el que se muestra más conforme con su estructura familiar y con el tipo de ocio que desarrollan.
LOS HOMBRES, LOS MÁS CONTENTOS
Pero es el género la gran sorpresa. O no. Porque los hombres parecen los que mejor viven. Ellos arrasan con el pantone.
Y con un 7,4 de nota se muestran más satisfechos con su vida que las mujeres (7,3). También expresan estar más contentos con su estado de ánimo, e igualmente más complacidos con su tiempo de ocio.
Por territorios, Araba supera en casi todos los parámetros a los territorios colindantes. Decididamente son los alaveses los más felices ya que también los residentes en esta zona manifiestan un estado de ánimo más alto. Habrá que descifrar la incógnita.
¿El TRABAJO DA LA FELICIDAD?
En cuanto a la actividad, la estadística corrobora el saber popular. Y es que se está más contento con un buen trabajo.
Porque el colectivo de las personas ocupadas muestra una de las puntuaciones más altas (7,4) en contraposición a las personas paradas (6,8), que arrojan el dato más bajo.
Otro factor que influye en este indicador es la existencia o no de algún tipo de discapacidad, siendo las personas sin discapacidad las más satisfechas con su vida (7,4), frente a las que tienen algún tipo de discapacidad (6,5).
La valoración de la vida propia, es decir, la consideración de que la vida de cada cual merece la pena, mantiene la misma puntuación que en 2018, con un 8 de promedio.
El 68,8% de la población da una puntuación alta, frente al 2,5% que da una puntuación baja.
AMIGOS, LA OTRA CLAVE
Definitivamente las relaciones personales marcan la otra frontera, la de verdad. Porque son este tipo de relaciones uno de los aspectos más valorados (7,5).
De nuevo alcanza la puntuación máxima entre las personas que declaran tener muy buena salud y las comprendidas entre 16 y 24 años (7,7 en ambos casos), apreciándose la nota mínima (7,0) entre las que manifiestan que su salud es mala o muy mala.
Las personas paradas (7,4) valoran menos las relaciones personales que las ocupadas o inactivas, que obtienen la misma nota (7,5), mientras que no se observan diferencias entre hombres y mujeres ni por territorio de residencia (7,5 en todos los casos).
AZUL OSCURO, CASI NEGRO
En la otra cara de la moneda, la gran asignatura pendiente son los poderes públicos.
Y es que solo el 5,6% de la población de Euskadi reconoce confiar mucho en los poderes públicos. Po el contrario, un 45,2% dice confiar poco, según la misma encuesta.
Pese a que este es el único indicador de todo este trabajo sociológico que no alcanza el aprobado (4,6 de nota media) sí ha experimentado un ascenso en todos los grupos analizados respecto del anterior estudio de 2018, con 6 décimas más de promedio.