Los gritos y unos ruidos muy continuos han sobresaltado esta mañana al vecindario del portal número 1 de la calle Monasterio Cilveti. Un fuego de importante envergadura se ha desatado a primera hora en el salón del 1ºC de dicho piso, con cuatro personas en su interior, y cuando el resto del bloque se ha percatado de la situación, ya era demasiado tarde para poder abandonar el edificio.
Las tres hermanas Sesma, María Victoria, Esperanza y Mari Carmen, todas mayores de 80 años y que viven en el 2º C, justo encima del piso incendiado, se encontraban desayunando en el momento de desatarse el fuego.
Una de ellas, que es dependiente y no puede moverse, descansaba en su dormitorio a esa hora y sus hermanas le iban a acercar el café. Por suerte, esa zona de la vivienda se encuentra más alejada a la vertical del punto de inicio de las llamas. "Estaba en la mejor habitación para evitar que tuviera consecuencias una cosa así", recuerda su hermana María Victoria, que creía que al escuchar tanto ruido, su vecina de abajo podía tener a los nietos en casa y que estuvieran jugando.
El humo que la cegaba
Sin embargo, ha descubierto la verdad cuando ha abierto la puerta de casa y se ha dado cuenta que un incendio era la causa de lo que escuchaba. "No se veía nada en el pasillo, había tal nube de humo que era imposible ver y he cerrado la puerta de inmediato para que no entrara a casa. Entonces me he acercado con mi otra hermana (que ha sido trasladada al hospital por subida de tensión) a los ventanales del salón. Y ahí la Policía nos ha empezado a dar indicaciones. Al principio ha habido alguien que ha gritado si podíamos bajar, pero un policía ha dicho de inmediato por el megáfono que no, que ni lo intentáramos y que ni se nos ocurriera abrir ni la puerta ni la ventana hasta que no nos avisaran. Nos hacían señales y les íbamos obedeciendo".
Por suerte, el piso de las hermanas Sesma apenas había sufrido afección pese a la cercanía de las llamas. Tan solo la fachada estaba algo ennegrecida y ha habido que retirar un poco de ceniza del balcón. Un sobrino que había acudido a acompañarlas decía que "era más espectacular por fuera que las consecuencias que había por dentro".