Al frente del Observatorio de la Realidad Social desde agosto de 2019, Luis Campos analiza la realidad de la comunidad con optimismo ante el futuro
Luis Campos Iturralde (Madrid, 1979) fija algunos de los retos de Navarra para los próximos años: mejorar la formación de las personas desempleadas, combatir la despoblación de zonas rurales rehabilitando cascos históricos y mejorar un equilibrio territorial que acusa todavía la crisis de 2008.
Navarra se mantiene a la cabeza de España en niveles de empleo, riqueza y equidad. Pero la pandemia ha reabierto algunas heridas aún no suturadas tras la anterior crisis. ¿Cómo estamos?
–Cuando estalló la pandemia, las heridas de 2008 aún no habían cicatrizado. Y muchos sectores no habían logrado remontar, como es el caso de la construcción. Teníamos una sociedad que estaba transformándose de forma profunda, con la digitalización y la robotización. La pandemia lo ha acelerado y lo que iba a suceder en diez o 15 años sucede en tres o cuatro años.
¿En qué lo hemos notado?
–Eso tiene un impacto muy importante en el mercado de trabajo, tanto negativo, como positivo. Esta vez se acertó con las políticas y se apostó decididamente por proteger al empleo, a las empresas y a los trabajadores. Sin haber salido de la crisis del covid, los parámetros en cuanto a desempleo, afiliación y recaudación son ya mejores que antes de la crisis. Esto no quiere decir que no haya problemas. Había procesos como la pérdida de centralidad de trabajo que se han acelerado. Y hay colectivos que pierden. Pierden los colectivos con poca formación. Estas personas pierden en este proceso, porque nos hemos acelerado hacia una sociedad en la que el conocimiento y la formación de las personas adquiere todavía más valor. Y esas personas con una cualificación nula, que provienen del fracaso escolar, que no estudiaron, que tienen problemas con el lenguaje porque no dominan el castellano, tienen un escenario aún más complicado que antes para insertarse en el mercado de trabajo. Es un colectivo pequeño, pero corre peligro de cronificarse y que va a tener muy difícil salir de esas situaciones de precariedad y pobreza.
¿De cuántas personas estamos hablando?
–El 80% de los desempleados no tiene cualificación suficiente, unas 24.000 personas. Hay que centrarse en recualificarlos porque las empresas van a demandan un mayor nivel de cualificación. Para cualquier trabajo se va a requerir una formación superior. Si antes, para atender a una persona mayor con dependencia, bastaba con habilidades sociales adquiridas y la voluntad, ahora se necesita un certificado de nivel 2, que requiere de un bachillerato.
¿Qué colectivo preocupa más?
–La gente joven es un colectivo más azotado por el desempleo. Tiene hasta cierto punto su lógica empezar a trabajar de modo precario, todos hemos empezado así. El problema es ir cumpliendo años y seguir en desempleo, en un empleo precario, inestable y que no tiene que ver con tu formación. O te formas o no rompes la situación de precariedad y pobreza. Y a veces es difícil que con 20 años, y en según que entornos cale ese discurso.
¿No hay sectores que puedan rescatar a estas personas?
–La construcción tiene por delante unos años muy, muy buenos, pero no va a cometer los anteriores errores, duplicando plantillas y dando empleo a gente sin cualificación. La construcción tiene cada vez standares de calidad mayores y está robotizando procesos, por lo que la demanda de cualificación es superior.
¿En Navarra se hereda la pobreza?
–Tenemos un peligro de cronificación de la pobreza y lo que más miedo me da es que estas personas la pueden transmitir a sus hijos, porque la pobreza se hereda, desde luego. Está estudiado que las posibilidades de un chaval cuyo padre no tenga formación de acceder a formación y empleo decrecen. Eso hay que romperlo como sea. Si no, estamos condenando a otra generación. Heredar la pobreza es un fenómeno estudiado y que va a suceder de manera más intensa, porque va a resultar muy difícil romper ese circulo vicioso si no hay formación.
Antes de la crisis de 2008 había apenas 20.000 desempleados y un 4% de desempleo. ¿Volveremos a ver esos datos?
–Nunca más los vamos a volver a ver. Ha cambiado la sociedad, el mercado de trabajo, el sistema productivo. Aquí no vamos a volver a ver un 3% de desempleo. Tuvieron que venir más decenas de miles de personas en solo unos años...
Pero otros países de Europa sí presentan tasas de paro muy bajas, como Alemania o Países bajos... ¿Dar por buena una tasa de paro del 9% no es conformismo?
–Aún se puede bajar un poco más, pero el desempleo estructural que hay es complicado. No creo que estemos mucho peor que Alemania en desempleo, sinceramente no lo creo, porque los datos de calidad de vida y condiciones socioeconómicas son parecidos. En España es diferente, porque la dependencia del sector turístico y de servicios de bajo valor añadido es mayor.
Pero sí hay una cierta fractura generacional, que sienten sobre todo los nacidos en los años 90. ¿Va a vivir esta generación peor que sus padres?
–Yo estoy en contra de ese discurso. Me parece que, en una sociedad como la navarra, eso significa no poner en valor lo que tenemos. Evidentemente hay una generación que se ha enfrentado a dos crisis consecutivas. Pero decir que vamos a vivir peor que nuestros padres es estar alejado de la realidad. Y para muestra darse un paseo por Pamplona un fin de semana.
Con la devaluación salarial vivida, el trabajo pierde importa como fuente de riqueza y ascenso social. ¿Va a perder su centralidad en las vida de las personas?
–Yo creo que todavía es importantísima. Mi formación y mi herencia cultural y teórica parten de ello. Pero eso está cambiando, entre otros factores porque si uno está en un trabajo que no le aporta satisfacción personal y económica lo aparta de sus prioridades. Ocupa todavía un papel central, pero no el de hace 40 o 50 años. Las nuevas tecnologías cambian y ahora hablamos incluso del metaverso, donde la realidad que importe no sea la realidad, sino la virtual. Hay una nueva generación que da más valor a las amistades, a las redes sociales, a la imagen y junto a ello ha emergido una sociedad low cost, que ha abaratado muchos aspectos relacionados con el ocio. Hoy uno disfruta de Tik tok o Instagram sin pagar. Si lo más importante de tu vida es un like de Instagrama es gratis. Si quieres viajar hoy puedes hacerlo por mucho menos dinero.
La despoblación de algunas zonas es otro de los grandes retos que afronta Navarra. ¿Hay opciones de revertirla?
–Soy optimista. La concentración de ciudadanos en las grandes capitales es un fenómeno global que va a seguir. Aquí, la comarca de Pamplona va a seguir creciendo y va a seguir aumentando su peso relativo en Navarra. Ahora bien, la covid ha revalorizado el espacio rural y yo creo que estamos en una situación muy favorable para que un proceso de decrecimiento y despoblación se revierta. Navarra es pequeñita, estamos muy bien comunicados, con unos servicios de calidad a nivel mundial (y solo hay que dar una vuelta por el medio rural de otros países). Y creo que con las nuevas tecnologías y el teletrabajo el medio rural navarro se va a revalorizar. Creo que va a crecer el número de personas y profesionales que se vaya a vivir al medio rural navarro.
¿Hay ya algunos brotes verdes en este sentido?
–Si coges los datos por comarcas, ves que todas han crecido en número de habitantes. Y creo que ese proceso va a seguir afianzándose. Cada una tiene su idiosincrasia. Querer que el Pirineo duplique su población es no conocer el Pirineo, que siempre ha estado poco habitado. Ha habido declive, pero Roncal nunca ha tenido 5.000 habitantes. Y no es solo el número de habitantes, sino su tipología, con una distribución desigual de la población de origen inmigrante.
Hay claro desequilibrio territorial en este sentido...
–Este es un fenómeno que me preocupa más, porque es una población con más dificultades de acceso al trabajo, de pobreza€ En la Ribera de Navarra el peso del colectivo magrebí es muy importante. Uno de los grandes retos es el desequilibrio territorial, en términos de desempleo, pobreza, tasa de paro, desarrollo económico€ Esto se ha ido postponiendo pero hay que afrontarlo.
¿Qué zonas tienen un mayor potencial?
–Hay una Sakana que económicamente va muy bien, que se ha recuperado muy bien tras la crisis durísima de 2008-2012, que tuvo allí un impacto tremendo, que mira económicamente a Gipuzkoa y que presenta un gran dinamismo. Pirineo muy envejecido, pero en la zona de Aoiz y Sangüesa hay que ser capaces de atraer más población y generar más dinamismo. Esa zona tiene empresas y va bien de empleo, con proyectos como el de Mina Muga. Pero hay que conseguir que más personas que trabajan en la zona vivan en la zona.
Pero hace falta desarrollar vivienda o mejorar la que ya existe...
–El principal reto para que la gente se instale en el medio rural es la vivienda. Tenemos unos cascos históricos muy degradados, con muchos pisos vacíos, muchos municipios sin terreno para crecer y hay que buscar fórmulas para desarrollar vivienda que se adecúe a las demandas de la gente, porque no se va a un pueblo para vivir en un bloque de apartamentos de 85 metros.