El mundo del baloncesto y, en particular, la afición del Baskonia está desde este 20 de septiembre un poco más triste. Luis Scola, para muchos entendidos en la materia el mejor jugador de la historia del club alavés, acaba de confirmar su retirada definitiva del baloncesto. A los 41 años y tras una carrera intachable tanto a nivel de clubes como con la selección argentina, el ala-pívot con mejor movimiento de pies de las últimas décadas ha dicho definitivamente basta.
A primeros de agosto Scola ya anunció su retirada de Argentina tras la eliminación en los cuartos de final ante Australia en los Juegos de Tokio y este lunes lo ha hecho del baloncesto de una forma definitiva. La noticia se ha conocido justo después de que el Pallacanestro Varese, su último equipo desde 2020, haya anunciado que será el nuevo CEO del conjunto italiano. Es decir, Luifa seguirá activo en el mundo del baloncesto pero a partir desde ahora en los despachos como director ejecutivo y siendo una figura capital en la organización y el día a día de un modesto de la Lega transalpina.
Atrás queda un jugador único e inigualable, un competidor voraz que recibió un merecido tributo en Tokio por parte de compañeros y rivales cuando Sergio Hernández le retiró de la cancha con la derrota ante Australia ya consumada. Ese 3 de agosto fue la última vez que se vio a Scola sobre una cancha de baloncesto, deporte al que se ha dedicado en cuerpo y alma durante 25 años.
Scola ha sido uno de los referentes históricos de la Generación Dorada de Argentina, con la que se colgó el oro en los Juegos de Atenas (2004) y el bronce en Pekín (2008), además de las platas en los Mundial de Indianápolis (2012) y China (2019). En su quinta participación, el exbaskonista es el tercer jugador con más minutos en la historia de los Juegos Olímpicos (981), el cuarto en puntos anotados (591) y el sexto tanto en rebotes (201) como en partidos disputados (24).
Tras ser descubierto por Alfredo Salazar en su país natal, fue en Vitoria donde se vio catapultado hacia la fama y se convirtió en una estrella gracias a su talento y también la exigencia que se colocó sobre sus propios hombros. Una cesión oportuna en Gijón le permitió volver al Baskonia hecho un auténtico hombre y su inmensa calidad baloncestítica estuvo al servicio del club azulgrana durante siete largas temporadas.
Con la elástica alavesa obtuvo 1 Liga ACB, 3 Copas del Rey y 3 Supercopas siendo elegido dos veces como el MVP de la temporada. En su dorado ciclo en el Baskonia, tan solo se le resistió la ansiada Euroliga, que se le escurrió de los dedos tras el billete conseguido por el equipo gasteiztarra para la Final Four de los años 2005 (Moscú), 2006 (Praga) y 2007 (Atenas).
Al término de la campaña 2006-07 emigró por fin a la NBA, en concreto los Rockets de Houston, tras varias tentativas fallidas, en parte por el elevado importe de la cláusula de rescisión que le ataba al Baskonia. Su despedida junto a Josean Querejeta fue de las más emotivas que se recuerdan. No era para menos tras haberse convertido anteriormente durante un largo periodo de tiempo en un icono y en un jugador carismático que defendió la elástica azulgrana con uñas y dientes. Célebres, por ejemplo, fueron sus roces con el madridista Felipe Reyes, con el que mantuvo una rivalidad histórica.
La afición baskonista se ilusionó con su regreso a Vitoria en más de una ocasión y hubo contactos con su agente Claudio Villanueva, pero Scola prefirió otras opciones como el baloncesto chino o, en la recta final de su carrera, el Armani Milan. La emergencia sanitaria frustró en marzo de 2020 su regreso al Buesa Arena con la camiseta italiana al Buesa Arena en un partido que posiblemente hubiese registrado una entrada espectacular.