Maddi Barber, David Pérez Sañudo, María Alché, Sameh Alaa, Naomí Pacifique e Hikaru Uwagawa son los jóvenes talentos del séptimo arte que desde el pasado 6 de marzo desarrollan sus proyectos en el Espacio de Artistas de Tabakalera en el marco de la residencia Ikusmira Berriak, que organiza el citado centro, junto al Zinemaldia y la Elías Querejeta Zine Eskola.
Para la subdirectora del festival, Maialen Beloki, Ikusmira Berriak es “una cadena en movimiento” para acompañar y hallar “talento cinematográfico”. Para muestra del éxito del programa, tres botones de 2022: Elena López Riera presentó El agua en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, mientras que el argentino Manuel Abramovich y el donostiarra Mikel Gurrea compitieron ambos por la Concha de Oro del Zinemaldia con Pornomelancolía y Suro, respectivamente.
Durante algo más de un mes, los cineastas trabajarán en las instalaciones de Tabakalera con una serie de tutores –Laura Citarella, Alexandre Koberidze, Elena López Riera, Damien Manivel, Klever Mendonça Filho y Catarina Vasconcelos– que les han sido asignados ex profeso e, incluso, el día 8 de abril exhibirán algunos de sus trabajos previos. Una vez terminada la primera parte de la residencia, en el mes de junio Barber, Pérez Sañudo, Alché, Alaa, Pacifique y Uwagawa recibirán 10.000 euros cada uno –durante los ejercicios 2022 y 2023, las ayudas se han duplicado– para seguir con el desarrollo de sus propuestas hasta que vuelvan a Donostia en septiembre, coincidiendo con el Zinemaldia. Los realizadores participarán entonces en el último tramo de la residencia, que tiene como objetivo la presentación de sus proyectos a posibles agentes interesados de la industria del séptimo arte.
PERSONAL Y UNIVERSAL
Además de los tutores, Ikusmira Berriak cuenta con un comité de expertos que también se encarga de acompañar a los realizadores, casos del director Sergio Oksman, la consultora Olimpia Pont Cháfer y el miembro del comité de selección del Zinemaldia Javier Martín.
Pont Cháfer destaca “la riqueza” en los lenguajes de estos cineastas, así como la procedencia de los seis residentes. No en vano, han llegado, prácticamente, de “todos los continentes”. El origen tiene una influencia directa en los temas que han seleccionado los realizadores: todas las historias tienen un componente “muy personal” y, en muchos de los casos, están “arraigadas” en sus lugares de origen. Tratan sobre familiares directos, personas cercanas e, incluso, sobre sí mismos. Pese a todo, la reflexión a la que invitan convierten todos estos proyectos en “historias muy universales”.
UNA HISTORIA DE GALLOS
En concreto, Maddi Barber, cineasta de Lakabe que concursó en Zabaltegi-Tabakalera con su corto 592 metroz goiti, se ha sumergido en las residencias de Ikusmira Berriak con la propuesta Claros de bosque, que toma su nombre del libro (casi) homónimó de María Zambrano. “Pese a ser un libro de Filosofía, me pareció muy cinematográfico, lleno de imágenes’”, aseguró Barber. A esta obra se le sumó una historia que le contaron, la de una mujer que fue a vivir a un entorno rural y comenzó a criar gallos y gallinas. Tenía demasiados machos y como no se atrevía a sacrificarlos, los dejó sueltos en un bosque cercano. Cuando unos cazadores se encontraron con los gallos, dieron aviso a la mujer, pero esta fingió no reconocerlos.
Sobre esta historia, que tutoriza Catarina Vasconcelos, la navarra quiere construir su primer largo de ficción en el que reflexionará sobre la relación del ser humano con la naturaleza. Lo filmará en el Pirineo navarro y estará dividido en tres segmentos que siguen los pasos de una mujer que ronda los 40 años, los de un cazador concienciado con el cambio climático y los de los tres gallos perdidos en el bosque. Esta última es, según dijo, una de las particularidades de su proyecto. No en vano, piensa dedicar el segundo segmento a filmar la realidad de los gallos en medio de la foresta.