Quedan apenas diez días para que arranque en la Audiencia de Gipuzkoa el juicio con jurado popular por la muerte de Santi Coca, el menor donostiarra al que un grupo de jóvenes propinó una paliza mortal en 2019 a las puertas de una céntrica discoteca donostiarra. Han pasado casi cuatro años desde entonces y la familia de Coca ha vuelto a sufrir un importante revés tras conocerse que uno de los seis acusados ha huido de la Justicia.
“Tienen que hacer una reflexión y cambiar toda la normativa que tengan, todas las leyes que tengan, porque esta persona es la tercera vez que se escapa”, pide la madre de Coca, Fátima Hacine-Bacha, que en una entrevista para Teleberri afirma que la familia ha incluso recibido amenazas de este individuo, que se encontraba en libertad provisional a la espera de juicio tras superar el límite máximo de dos años establecido por la ley para las prisiones preventivas.
La cercanía del juicio, que arranca el próximo 3 de marzo en Donostia, está provocando que estas semanas estén siendo difíciles para los familiares de Santi, que se ven obligados a revivir todo lo ocurrido aquella fatídica madrugada del 26 de abril de 2019, cuando una supuesta discusión por tabaco acabó con la muerte a golpes del joven donostiarra.
Fátima Hacine-Bacha reconoce que la familia necesita “cerrar un capítulo” muy doloroso con el juicio, aunque “parece que no llega tan fácil porque uno se ha escapado”. “Lo que queremos no es solo que acabe, sino hacer justicia”, insiste la madre.
Iker Coca se encontraba con su hermano Santi cuando ocurrió la fatal agresión, por lo que revivir lo ocurrido es especialmente doloroso para él. “Son muchos recuerdos, desgraciadamente malos”, reconoce este joven, que no obstante, se muestra “tranquilo” respecto al proceso judicial que ahora arranca: “Lo único que tengo que hacer es decir la verdad y lo que pasó y por esta parte estoy tranquilo. Lo que sí es la incertidumbre de que no se sabe cómo puede acabar”.
Inmersa en su propio duelo, la familia de Santi Coca ha visto en los últimos meses cómo la vida de otra familia guipuzcoana se ha desmoronado con la muerte, el día de Navidad, del hernaniarra de 24 años Lukas Agirre. “Me ha afectado una barbaridad”, reconoce Fátima. “Me acuerdo de la madre, me sensibilizo tanto porque le veo como yo hace cuatro años y yo sigo igual que ella”, confiesa sin poder contener la emoción.
Cada uno de los seis acusados se enfrenta a una petición de veinte años de cárcel tanto por parte de la Fiscalía de Gipuzkoa como de la acusación particular, que ejerce la familia de la víctima.
El Ayuntamiento de Donostia, personado en la causa como acción popular, reclama quince años de prisión para cinco de los procesados, si bien eleva hasta los veinte años su solicitud para el joven ahora fugado, a quien atribuye haber propinado a Coca, de 17 años de edad, la "última y brutal patada en la cabeza" cuando ya había perdido el conocimiento.