Las toallas son utilizadas en numerosas ocasiones, están sometidas a continuos lavados y también a la humedad presente en la mayoría de los baños, un cóctel que termina dando lugar al indeseado mal olor que se impregna en el tejido de tal forma que casi parece imposible eliminarlo.
Para que las toallas no se conviertan en un foco de gérmenes, según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), deben lavarse una vez a la semana, excepto si se trata de aquellas que utilizamos para actividades como ir al gimnasio, pues estas deben lavarse tras cada uso y es importante tanto que sean de buen algodón como el hecho de no compartirlas con nadie.
EL TRUCO PARA ACABAR CON EL MAL OLOR EN LAS TOALLAS
Siguiendo todas estas pautas de lavado es difícil que las toallas acumulen mal olor, pero en el caso de que aún lo tengan, existen algunos trucos para eliminarlo.
El ‘trucazo’ que recomiendan incluso los fabricantes de estos objetos consiste en utilizar vinagre blanco, aunque este producto no debe introducirse en el cajetín de las lavadoras por lo que es preferible aplicarlo en un lavado a mano, sumergiendo las toallas dentro de un recipiente con agua fría y añadiendoles un chorro de jugo de limón y el mencionado vinagre blanco, una vez sumergidas deben dejarse remojando media hora y después aclararlas y lavarlas en la lavadora como se hace manera habitual, aunque preferiblemente a unos 60 grados de temperatura, puesto que los gérmenes se eliminan mejor a una temperatura alta.
Para que el resultado sea lo más óptimo posible, lo mejor es secar las toallas al aire libre, preferiblemente al sol y en un lugar con buena ventilación, y es importante asegurarse de que están totalmente secas antes de doblarlas y meterlas en el armario.